Название: Mejores decisiones, menos lamentos
Автор: Andy Stanley
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
isbn: 9781646911233
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Aquí están:
La pregunta de la integridad
¿Realmente estoy siendo sincero conmigo?
La pregunta del legado
¿Qué historia quiero contar?
La pregunta de la consciencia
¿Hay alguna tensión que merezca mi atención?
La pregunta de la madurez
¿Qué es lo más sensato que se puede hacer?
La pregunta de la relación
¿Qué exige de mí el amor?
En los capítulos 2 a 6, nos sumergiremos profundamente y descifraremos cada una de las cinco preguntas. Sin embargo, primero necesito resaltar una relación extraordinaria e importante, pero fácil de pasar por alto, entre tus decisiones y tu futuro.
— 1 —
Más que una decisión
La vida se trata de la toma de decisiones. Cada día. Varias veces al día. A veces estamos seguros. A veces estamos inseguros. Algunos de nosotros somos rápidos para decidir. Otros (me incluyo) no podemos ni siquiera encontrar suficiente información antes de decidir. Pero al final, estamos donde estamos por las decisiones que hemos tomado. Nuestros futuros también dependerán de nuestras decisiones.
Tus decisiones, junto con tus respuestas a las decisiones de otras personas, que también son tus decisiones, son lo único que puedes controlar en la vida, lo cual significa que tus decisiones son la manera en que controlas tu vida. Las decisiones son tu volante; tu palanca de mando; tu teclado, lo cual significa que tus decisiones determinan tu historia, y esto es importante.
La historia de tu vida.
Cada decisión se convierte en una parte permanente de nuestras historias. Siendo ese el caso, debemos detenernos en cada punto de la toma de decisiones y considerar la historia que queremos contar. Tal vez más interesante, deberíamos considerar qué historia queremos que se cuente sobre nosotros. La buena noticia es que tú decides, pero tomas una decisión a la vez porque tú escribes la historia de tu vida, una decisión a la vez.
Nuestras decisiones han determinado la dirección y la calidad de nuestras vidas. Tus decisiones han definido la dirección y la calidad de tu vida hasta ahora, para bien y para, bueno, tal vez no tan bien. Estás donde estás en gran parte por las decisiones que has tomado.
Así que sí, es tu culpa.
Pensé que deberíamos aclarar eso desde un principio.
Sin embargo, no todo son malas noticias.
El lamento y la decepción no son lo único que se derrama de tu fuente de decisiones, sino también tus más grandes alegrías y logros. Moraleja de esta historia: sin importar cómo estén las cosas o cómo hayan estado, tú eres responsable de ti. Tú escribes la historia.
Si eres como la mayoría de las personas, te gustaría volver al pasado y desharías algunas decisiones, las decisiones que te llevaron a los capítulos de tu vida que desearías volver al pasado y borrarlas; o volver a vivirlas. Probablemente tú saliste de esa etapa no tan gloriosa de la vida comprometido a tomar mejores decisiones en el futuro. Tal vez tú sí. Por extraño que parezca, la mayoría de las personas no.
La mayoría de las personas no aprende de las malas decisiones porque están convencidas de que sus malas decisiones fueron por culpa de otra persona. Así que, siempre y cuando se alejen de la «otra persona», no necesitarán ningún cambio real por su parte. Has visto eso. Es fácil ver cuando se trata de otra persona. Prácticamente es imposible verlo en el espejo.
Más adelante también veremos más sobre eso.
Si recuerdas la última decisión que te gustaría deshacer, no tendrás que recordar algo muy lejano en el tiempo. El desayuno que te saltaste. El almuerzo que comiste. Las clases de crossfit a las que no fuiste. Otra vez. La cama que no tendiste; eso hace que otra persona se sienta como si fuera tu sirvienta.
Seguramente son decisiones de bajo impacto, pero decisiones en las que participaste. De hecho, pasaste por eso a causa de todas tus malas decisiones, y también de las buenas.
Sin embargo, no estás leyendo un libro sobre la toma de decisiones porque has vencido a la bestia. Entonces, volvamos a tu más reciente y no muy buena decisión.
Solo detente.
Deja de tomar malas decisiones.
Las malas decisiones no dan lugar a una buena vida. Las malas decisiones en las relaciones no dan lugar a buenas relaciones. Las malas decisiones financieras no dan lugar a… ya lo sabes.
Así que, detente, y devuelve este libro antes de sentirte tentado a subrayar algo.
Si tan solo fuera así de fácil, ¿verdad? Si fuera así de fácil, no habría una fila tan larga en las heladerías. Te encantan los helados en tu heladería favorita, ¿verdad?
Algunas de nuestras malas decisiones simplemente nos avergüenzan. Otras nos obstaculizan. Algunas nos dejan cicatrices. Otras nos perjudican.
Hacer cuatro pagos de 29,95 dólares por algo que vale 29,95 dólares es ridículo. Sin embargo, una deuda de consumo de 25.000 dólares puede ser enorme.
Elegir una acción cuyo valor supuestamente iba a duplicarse, pero no fue así, al final no es nada más que una historia vergonzosa que contar.
Escoger un cónyuge a pesar de las varias señales de advertencia y las decenas de llamadas telefónicas de tu mamá, es algo completamente diferente.
ES COMPLICADO
Una razón por la que no aprendemos de la experiencia, a pesar de nuestra inteligencia, es que tomar decisiones está fuertemente influenciado por algo más que las experiencias del pasado o incluso las experiencias del pasado de otros. Nuestras decisiones están fuertemente influenciadas por nuestras emociones y nuestros gustos. Las investigaciones sugieren que no podemos tomar decisiones separadas de nuestras emociones. La experiencia confirma que nuestros gustos muchas veces prevalecen sobre nuestra inteligencia; de otro modo, nadie nos tendría que recordar hacer ejercicios y alimentarnos correctamente.
Nunca se toman decisiones en un entorno emocionalmente neutral. En lo que respecta a las decisiones que te conciernen a ti, no hay entornos emocionalmente neutrales. Por eso, muchas veces es más fácil saber lo que tu vecino, tu esposo o esposa o tu compañero de trabajo debería hacer que lo que tú deberías hacer. Por esta razón, decimos cosas como «Fácil para mí decirlo», o cuando hablamos con nuestros hijos: «Hagan lo que les digo, no lo que hago». Eso nunca funciona.
Ambas afirmaciones son admisiones de que sabemos mejor СКАЧАТЬ