Sabato. Pablo Morosi
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Название: Sabato

Автор: Pablo Morosi

Издательство: Bookwire

Жанр: Философия

Серия: Historia Urgente

isbn: 9789878303451

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СКАЧАТЬ sus profesores más apreciados: el físico, matemático y astrónomo Enrique Loedel Palumbo, uno de los primeros científicos de Latinoamérica en escribir sobre la relatividad. Como había nacido en Montevideo, durante algún tiempo lo llamaron “el Einstein uruguayo”. Cultivaba la filosofía y la poesía y era, además, un ferviente anarquista.

      Ernesto promediaba la secundaria cuando comenzó a sentirse atraído por las ideas libertarias, a las que se fue acercando guiado por referentes como el propio Loedel Palumbo o el pedagogo José María Lunazzi.

      La discusión de la política universitaria se centraba en los alcances del reformismo. En un extremo del abanico estaban los que defendían exclusivamente la idea de un cambio en la democracia interna de la casa de estudios; en el otro rincón, aquellos que pugnaban por transformar el movimiento en el germen de un cambio social y político más profundo. Esa disputa, que generaba constantes reagrupamientos y pases de uno a otro sector, se sumaba a un debate preexistente en el interior del anarquismo, en el que algunos, sobre todo los activistas de origen universitario, cuestionaban la violencia exagerada e inconducente de algunas acciones a las que calificaban como injustificadas y hasta criminales. Esos mismos sectores criticaban los desvaríos provocados por la falta de organicidad y el nihilismo en el que se extraviaban límites y objetivos.

      Tenía diecisiete años cuando, el 4 de marzo de 1929, inauguró el legajo de alumno N° 2837 al formalizar su inscripción para cursar el primer año en la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la UNLP, por entonces conducida por el ingeniero civil Juan A. Briano, con amplia trayectoria en obras viales y ferrocarriles. Al día siguiente pidió en el Colegio Nacional un certificado analítico con un resumen de las notas de todos los años para acogerse a la normativa vigente que estipulaba la excepción del pago de aranceles a los alumnos con mejores promedios.

      El estudio y desarrollo de las ciencias exactas y naturales, incluyendo la experimentación con nuevas tecnologías y conocimientos científicos, era uno de los pilares centrales del proyecto de universidad que en 1905 había concebido el por entonces ministro de Justicia e Instrucción Pública, Joaquín Víctor González, quien, además, impulsó la creación del Instituto de Física, como un centro de formación de excelencia, alentando la incorporación de un grupo de catedráticos e investigadores europeos de jerarquía para integrar su staff. Entre los contratados que cruzaron el océano Atlántico estaban los alemanes Emil Hermann Bose y su esposa Margrete (luego Margarita) Heiberg, Walther Nernst y Richard Gans, quien dirigió el Instituto en dos temporadas, entre 1911 y 1925 y entre 1940 y 1950. En una serie de cartas intercambiadas por Gans y Walther Gerlach, que dirigía el Instituto de Física de la Universidad de Berlín, se revela que el presupuesto de ambas instituciones era similar. Esa impronta explica, centralmente, el interés de Albert Einstein por conocer personalmente la experiencia del Instituto platense, que visitó el 2 abril de 1925.

      La escasa cantidad de alumnos en los cursos de grado generaba un trato cercano, casi familiar, de parte de docentes de gran reputación, muchos de ellos verdaderos precursores en la historia de la física y la astronomía, como el ya citado Loedel Palumbo, los hermanos Teófilo y Héctor Benito Isnardi, Ramón Godofredo Loyarte o José Bernardo Collo, quien dirigió el Departamento de Física durante casi cuarenta años.

      En la etapa final de sus estudios secundarios, Sabato había sentido el impulso de comenzar a escribir. Desde su llegada a La Plata lo hizo secretamente, durante las noches, cuidándose de que nadie lo descubriera. Su máxima osadía fue participar, usando pseudónimo, de una publicación estudiantil cuyos números se perdieron en la borrasca del olvido. Allí publicó un relato sarcástico sobre las desventuras de un rey imaginario. Cuando ingresó a la facultad mantuvo esa inclinación, pero tuvo que extremar los recaudos: no estaba bien visto en el ambiente académico en el que ahora se movía que un hombre de ciencia perdiera su tiempo con la literatura.

      Para entonces ya se había producido la llegada a La Plata de Arturo, su hermano menor, que, siguiendo sus pasos, cursó el bachillerato en el Colegio Nacional. Entre tanto, Juan se había recibido e iniciado una experiencia de posgrado en la Universidad Técnica de Dresde, Alemania, donde viviría durante varios años perfeccionándose en ingeniería eléctrica. Entonces, algunos de sus escritos secretos, que solo se había atrevido a compartir con Juan, viajaban por correo a suelo teutón.

      Llegó al comunismo en un contexto mundial de gran descrédito del sistema capitalista a partir del estallido de la bolsa de Wall Street, en octubre de 1929. Adhirió con fervor a luchas contra la inequidad social derivada del impacto de la crisis internacional, que perjudicó a nuestro país por la abrupta caída del precio de los productos agropecuarios. La fuerte retracción del mercado interno alimentó un creciente clima de tensión entre los sectores obreros y el gobierno del caudillo radical Hipólito Yrigoyen.

      El primer paso del joven Sabato hacia el marxismo consistió en su adhesión al flamante Partido Universitario de Izquierda (PUI), una agrupación conformada en la UNLP que intentó cohesionar a las diferentes vertientes de la izquierda en un frente estudiantil. No obstante, el sector en el que estaba Sabato emigró rápidamente al Partido Comunista Argentino (PCA).

      El escenario se complicó aún más cuando, el 6 de septiembre de 1930, el teniente general José Félix Uriburu derrocó a Yrigoyen, inaugurando un ciclo de inestabilidad política que se prolongaría por más de medio siglo. Uriburu lanzó una furibunda represión contra los grupos disidentes considerados “elementos nocivos para el orden público”, entre los que se incluía a radicales, comunistas, socialistas y anarquistas, a los que sometió a persecuciones y arrestos arbitrarios. El régimen procedió СКАЧАТЬ