Название: Mis memorias de África
Автор: Jesu´s Sanz Montes
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Actualidad
isbn: 9788428834926
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El catequista fue dando la palabra a varias personas que nos hablaban en su lengua materna, el batonou, y nos lo iban traduciendo. Sus palabras de acogida se hacían oración, deseando que tuviésemos salud, un feliz viaje de regreso y que sobre todo pudiésemos crecer en fraternidad bajo la mirada de Dios formando parte de su pueblo. Así llegó el momento de las peticiones. Y comenzaron por pedirnos una iglesia, una pequeña capilla que les sirviese de lugar de encuentro con Dios y con la incipiente comunidad cristiana. Querían que Dios tuviese casa en su poblado y nos pedían ayuda para construírsela. Nada menos. Una vez más, pidiendo una iglesia estaban pidiendo que Dios tuviera casa entre las de ellos… siendo así nada menos que su vecino.
Luego nos pidieron que les mandásemos a alguien para que enseñara a leer y a escribir a los más pequeños en su lengua local. No quieren que crezcan aislados, sino que puedan abrir sus vidas a todo lo que la cultura, cualquier cultura, puede hacer para dilatar la mirada y ensanchar el corazón. Así de sabios son.
Era un pequeño grupo que se está preparando para el bautismo. Reciben las primeras enseñanzas del catecismo, aprenden las oraciones, e impresionaba verlos rezar el Padrenuestro o el Avemaría, mientras memorizan textos del evangelio cantándolo. Yo les dije que ciertamente estábamos allí porque los queríamos, pero hay alguien que ha venido de tan lejos que ha venido siempre, y que los quiere mucho más que nosotros, sus pobres hermanos: Dios, nuestro Señor. Esa es la Buena Noticia que les anunciamos.
Al final me pusieron en brazos a la pequeña Selifa, una niña de pocos meses, posiblemente musulmana por familia, que no tiene a nadie. Su joven madre acababa de morir y una mujer del poblado la tomó sobre sí para darle el pecho y darle la vida. Le besé en la frente e hice la señal de la cruz para bendecirla. ¿Qué querrá decirnos Dios en la pequeña Selifa tan fuera de todo pronóstico, tan al margen de cualquier proyecto humano o pretensión torcida? Pido por ella, por esa generosa mujer anónima que ha cogido sobre ella el relevo de su malograda mamá haciéndose brazos, labios, pechos, entrañas del mismo Dios para esta pequeña.
En Sebe Nbi esa tarde yo fui tocado por el Señor de un modo extraordinario. No se me apareció nadie especial, sino que tuve delante la vida misma, la realidad sin más, en la que Dios nos susurra, nos grita, nos espera y nos invita a pasar. Alabado seas, mi Señor, por tus hijos más pequeños.
7
LEVANTANDO LA CASA DEL SEÑOR…
Y DE SUS HIJOS
Se nos confió una amplia zona de la diócesis de N’Dali cuando decidimos colaborar con estos hermanos poniendo allí una misión diocesana nuestra. Además de la parroquia como tal que está en la misión, en la capital de Bembéréké, hay muchas capillas en los distintos poblados en donde hay una comunidad cristiana. Frecuentemente se hacen pequeñas enseguida y hay que realizar alguna ampliación o incluso una capilla nueva, lo cual no deja de ser una enorme alegría cuando esas iglesitas se colman más y más de niños, de jóvenes, de adultos y ancianos que alaban al Señor, donde se encuentran como hermanos y donde escuchan la Palabra viva de un Dios que tiene siempre algo que decirnos o una gracia real que repartirnos.
Con el debido permiso del obispo del lugar, Mons. Martin, he podido bendecir y consagrar dos pequeñas iglesias: Mani y Poke. Era vestir de largo la espera de un pueblo que quiere tener a Dios por vecino, hasta el punto de contar con su domicilio en medio de sus calles y plazas. Esto es lo que hizo propiamente el Señor al poner su tienda entre nosotros, como nos dice el prólogo de san Juan. Y esto es el misterio de la encarnación de un Dios que se hace hombre entre nosotros: él ha venido a poner su tienda en medio de todas nuestras contiendas.
Esta buena gente, tras haber hecho un camino de catequesis y haber recibido los primeros sacramentos, tras haber experimentado cómo el amor concreto a Dios se traduce también en el amor concreto al hermano, desean contar con ese lugar especial en donde todos estén en la casa de todos por ser ese el hogar del Señor, su capilla parroquial. Y te muestran su pequeña capilla o las dos que con un cierto volumen pude bendecir y consagrar, como algo de ellos, algo que les pertenece como un hogar común al ser el lugar donde el Señor habita en medio de su pueblo.
Cuando fui rociando con el agua bendita las paredes, las puertas, las imágenes, el techo y el suelo, y a toda la gente allí reunida con evidente emoción, les decía después que ellos formaban parte de ese nuevo templo, como piedras vivas que son en la construcción de una casa para Dios. Allí traerán a sus pequeños al nacer para hacerlos cristianos con el bautismo, como se ve que hacen, y siguen participando según su edad en las celebraciones junto a sus padres y los demás miembros de esa comunidad. Allí recibirán la primera comunión y todas las que luego le sigan. Allí pedirán perdón por sus pecados, como he visto que hacen buscando al sacerdote a fin de recibir la absolución individual, tanto en las confesiones personales como en las celebraciones comunitarias de ese importante sacramento de sanación que es la penitencia. Allí serán confirmados por el obispo recibiendo el don del Espíritu Santo. Allí también se celebrarán los esponsales de un matrimonio diciéndose el hombre y la mujer su sí ante el sí grande de Dios en su Iglesia. Allí serán despedidos al final cuando la comunidad se reúna para pedir por el eterno descanso de un hermano que murió en el Señor.
Más cotidianamente, en la capillita se proclama la Palabra de Dios –y se celebra la eucaristía cuando puede ser–, pues con los pocos sacerdotes que tenemos en la misión diocesana de Oviedo en Bembéréké no les da más para acudir los sábados o domingos a todas las capillas que están bien diseminadas por estas sabanas y forestas. Y allí también el catequista reunirá a la comunidad para seguir su formación cristiana y la celebración de la fe. ¡Qué importantes son los catequistas en todos los sitios, y cómo estamos en deuda con estos generosos hombres y mujeres que trabajan por Dios y por su Iglesia, pero especialmente en estas tierras de misión!
La cigarra nos aportaba una especie de «hilo musical» continuo que nos advertía sin cesar de las altas temperaturas que estas gentes, y nosotros con ellas, soportan día y noche. Pero llega un momento en el que cualquier inconveniente que pudiésemos señalar en comparación con la habitual comodidad que a todos los niveles tenemos en el llamado clasistamente Primer Mundo cede completamente cuando te encuentras con personas concretas que acaso son más pobres que tú en esas ventajas de modernidad técnica, pero que son mucho más ricas en tantas cosas en las que tú eres un verdadero mendigo.
Los cantos y las procesiones de entrada u ofrendas hacían de esta celebración de bendición de capilla una verdadera fiesta. Particularmente vistosos los trajes de las señoras y jovencitas, con unos tocados a juego que escenificaban su delicado sentido de la belleza y la armonía. Con todo el respeto por una expresión religiosa que no es la mía habitual, reconozco que tiene su hondura, su alegría limpia y sincera en donde se vuelca el modo de ser africano, su concepción de lo extraordinario y su claro agradecimiento a Dios y a su Iglesia.
Tras la segunda bendición habían quedado para comer todos juntos. Todos, absolutamente todos los que participaron en las celebraciones, e incluso algunos que no pudieron por motivos de trabajo, se unieron a esa comida popular. Me interesé por el dato y me aseguraron los misioneros que estaban invitados también los musulmanes, y no faltaron a la cita de la comida, e incluso algunos acompañaron a los cristianos en la celebración. Es hermosa esta fraternidad respetuosa que se da entre la comunidad cristiana y la musulmana en estos lares. Por el momento no parece que podamos temer cosas peores, aunque se nota de un tiempo СКАЧАТЬ