Название: Breve historia de la Arqueología
Автор: Brian Fagan
Издательство: Bookwire
Жанр: Социология
Серия: Yale Little Histories
isbn: 9788417893194
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La civilización maya antigua se vio engullida por la selva después de que los españoles llegaran en el siglo XV. Aun así, los descendientes modernos de aquellos que construyeron Palenque y otros grandes centros ceremoniales aún conservan muchos elementos de la antigua cultura maya, como algunas tradiciones rituales ancestrales. Con sus dibujos y publicaciones, Catherwood y Stephens se aseguraron de que la civilización maya nunca vuelva a desvanecerse en el olvido histórico.
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HACHAS Y ELEFANTES
Según el libro del Génesis: «Al principio creó Dios el cielo y la tierra». Dios terminó la labor en seis días. Luego formó a un hombre, «un ser vivo». Dios puso al primer humano en el Jardín del Edén. Salían cuatro ríos del Edén, dos de ellos eran el Tigris y el Éufrates en Mesopotamia, «la tierra entre ríos».
Y entonces, ¿qué edad tiene la humanidad? ¿Cuánto tiempo lleva existiendo la Tierra?
Hace dos siglos la enseñanza cristiana consideraba que la historia de la creación del Antiguo Testamento era un suceso histórico real, y a partir de las Sagradas Escrituras se calculó que había ocurrido en el año 4004 a.C. Sugerir cualquier otra alternativa implicaba desafiar a las creencias cristianas, una ofensa muy grave.
Pero también había un problema muy conflictivo con esto: ¿era posible que toda la historia humana se desarrollara en tan solo seis mil años?
La cuestión sobre el origen de la humanidad había surgido en la mente de los eruditos desde el siglo XVI. Los anticuarios de Europa rumiaban sobre las colecciones de herramientas de piedra descubiertas en los campos arados, muchas de ellas se consideraban objetos naturales formados por rayos. Después apareció John Frere y todo cambió.
John Frere (1740-1807) era un inglés propietario de tierras en el campo y estaba graduado por la Universidad de Cambridge, donde estudió matemáticas con cierto éxito. Se convirtió en sheriff de Suffolk y fue miembro del Parlamento desde 1799 a 1802, aunque entre sus mayores intereses destacaban la geología y la arqueología. Tenía excelentes contactos políticos y sociales. Fue elegido miembro de la Real Sociedad y de la Sociedad de Anticuarios de Londres, ambas sociedades muy instruidas en la época. Con toda certeza, un hombre encantador, dotado de una profunda curiosidad por el campo que rodeaba su hogar de Roydon Hall en Norfolk, al este de Inglaterra.
En 1797, un grupo de albañiles descubrió hachas de piedra y huesos de grandes animales en una mina de arcilla en Hoxne, una pequeña villa a ocho kilómetros de la casa de Frere, quien cabalgó hacia allá y excavó cuidadosamente en las paredes de la fosa de ladrillo. Descubrió más hachas y los huesos de elefantes que se habían extinguido mucho tiempo atrás (ahora, claro, son animales tropicales) atrapados entre las capas estériles.
Frere reconoció de inmediato que se trataba de algo extraordinario. Hizo lo que la mayoría de los anticuarios hacía en esa época: escribir una carta breve a la Sociedad de Anticuarios de Londres, pues sabía que muchos de sus miembros estaban interesados en el pasado. Como era costumbre, el 22 de junio de 1797 se leyó su breve informe en voz alta para todos los miembros y se publicó tres años después. Uno pensaría que se trató de un evento trivial, pero lo que Frere escribió era verdaderamente memorable. Describió sus hallazgos como «armas de guerra, fabricadas y usadas por un pueblo que no conocía todavía el metal». Hasta ese momento, no había nada particularmente impresionante, pues muchos de sus colegas creían que los antiguos britanos no poseían metal. Pero lo que escribió a continuación en el texto fue verdaderamente notable: «La situación en la que estas armas se encontraron podría sugerir que pertenecieron a un período muy remoto, incluso más allá del mundo presente».
Las palabras de Frere entraban en conflicto directo con las enseñanzas religiosas y debieron caerle a la Sociedad de Anticuarios como un jarro de agua helada. Sus miembros eran personas cautelosas y respetables, incluso formaban parte de la misma varios sacerdotes, por lo que discretamente publicaron el texto de Frere… y lo olvidaron. El descubrimiento de Frere fue ignorado durante sesenta años.
Incluso antes de los hallazgos de Hoxne, ya habían aparecido algunos descubrimientos de huesos de elefantes junto con las herramientas de piedra que usaban los humanos. Esto era sorprendente, pues en el siglo XIX no había elefantes en Europa. Mientras más elefantes y herramientas de piedra salían a la luz, paulatinamente fue más evidente que los humanos habían vivido en Europa mucho antes de que alguien hubiera usado el metal, y habían habitado ahí junto a animales extintos hace mucho tiempo. Aparentemente, incluso los habían cazado. ¿Hicieron todo esto antes de la creación bíblica de hace seis mil años?
Esos seis mil años de existencia humana ya estaban muy abarrotados; por ejemplo, ¿cómo podían explicarse los círculos megalíticos de Avebury y Stonehenge? Estos ya eran antiguos cuando el general romano Julio César invadió Britania, apenas hace dos mil años. La gente comenzó a preguntarse algo hasta ese momento inimaginable: ¿el mundo había existido desde antes de la creación? Las enseñanzas cristianas consideraban un pensamiento así tan irresponsable como criminal.
Tendemos a pensar que la arqueología es solo el estudio de las sociedades humanas antiguas. Pero este punto de vista tan sesgado es erróneo porque no es posible basarse únicamente en las excavaciones arqueológicas y en los restos hallados para reconstruir el pasado. La arqueología se desarrolló junto con otras disciplinas, como la biología y la geología. Todas ellas convergieron cuando los científicos comenzaron a cuestionar asuntos tan duros como el comienzo de la humanidad. No es posible comprender nuestros orígenes sin estudiar tanto los fósiles de animales como la geología de la Tierra. Para demostrar que los humanos habían ocupado la Tierra mucho antes del año 4004 a.C., era necesario comprobar que habían vivido al mismo tiempo que los animales extintos que yacían en las rocas estratificadas de la Tierra.
La geología y la religión entraron en un grave conflicto. Las enseñanzas cristianas de la época declaraban que Dios había creado las capas geológicas de la Tierra en diferentes actos divinos. Hubo varias creaciones separadas por diferentes catástrofes. Algunos de estos sucesos llevaron a los animales a la extinción. El último fue el Diluvio Universal y Noé. Desde el punto de vista bíblico, los humanos y los animales extintos no tenían nada que ver los unos con los otros. Sin embargo, la arqueología encontraba evidencia de que coexistían en niveles geológicos obviamente muy antiguos, cada vez con mayor frecuencia.
John Frere desenterró sus hachas de piedra y huesos de elefante en Hoxne en un momento de muchos cambios en Gran Bretaña. Las ciudades estaban en expansión. La creación de canales y otros proyectos de construcción a gran escala desvelaron muchos metros de capas geológicas en todo tipo de lugares. Mientras que la Sociedad de Anticuarios dejó el trabajo de Frere en el olvido, un humilde experto en canales de nombre William Smith (1769-1839) revolucionó la geología con sus observaciones de campo, mientras trazaba las rutas de los ríos navegables por el campo. Smith registró las formaciones rocosas a lo largo de distancias prolongadas e identificó secuencias, que evidentemente se habían formado con el paso de extensos períodos de tiempo. Su entusiasmo por las formaciones geológicas era contagioso y pronto se le llegó a conocer como «Smith Estrato» (estrato es el término geológico que se refiere a capas o niveles).
Este notable geólogo también fue un ávido coleccionista de fósiles. Su vasta experiencia sobre las capas de la Tierra le ayudó a darse cuenta de que muchos de los niveles contenían fósiles distintivos, y que los cambios en los fósiles significaban СКАЧАТЬ