Название: Neoliberalizando la naturaleza
Автор: Arturo Villavicencio
Издательство: Bookwire
Жанр: Математика
Серия: Ciencias Sociales
isbn: 9788432320217
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La idea de las asociaciones público-privadas no es, de ninguna manera, una respuesta local ante la crisis de un modelo económico centrado en la administración (despilfarro) y distribución de la renta petrolera y que se agotó definitivamente al momento del colapso de los precios internacionales del petróleo. Este nuevo ropaje del neoliberalismo es promovido y auspiciado de manera entusiasta desde hace algunos años en varios países de la región por organismos internacionales y multilaterales. Los objetivos de este nuevo recetario neoliberal son claros:
Está surgiendo en América Latina el interés en intervenciones públicas proactivas más sistémicas, que puedan ayudar al sector privado a superar las restricciones estructurales a la innovación, la transformación productiva y el desarrollo de la exportación. En principio, el cambio de orientación favorable a la aceptación de un Estado más proactivo –intensificado ahora por el impacto de la gran recesión económica mundial de 2008-2009– constituye un paso útil hacia el pragmatismo en la política pública, tras muchos años de preponderancia del fundamentalismo del mercado inducido por el consenso de Washington, en que el Estado se convirtió en un tipo de bien de inferior (Moguillanski y Devlin, 2010).
Es decir, después de más de dos décadas de haber predicado la reducción del Estado, de pronto los ideólogos del sistema descubren que «la mano visible» de la intervención pública es una condición absolutamente necesaria para el funcionamiento del capitalismo. Ahora el discurso se centra en el «Estado proactivo», en «intervenciones selectivas del Estado», en la creación de un «entorno macroeconómico habilitante para las empresas»; es decir, un nuevo lenguaje, que nuevamente en nombre de la eficiencia, competitividad y el mercado, encubre la transferencia de bienes y servicios del Estado a la esfera privada. Aunque con escaso éxito[19], por el momento, el Gobierno de la revolución ciudadana empezó la subasta de una costosa (por los sobreprecios de construcción y condiciones de financiación) infraestructura de transportes (puertos, aeropuertos y carreteras), energética (centrales hidroeléctricas, refinación y comercialización de derivados de petróleo, explotación de hidrocarburos) y servicios (comunicaciones)[20].
Todo este proyecto ha venido acompañado de una oleada de destrucción creativa de las instituciones y estructuras regulatorias del aparato gubernamental (Peck, 2004: 396). Las nuevas modalidades de neoliberalización emprendidas por el gobierno de la revolución ciudadana han exigido reformas y modificaciones de todo un andamiaje legal y regulatorio cuyas repercusiones en la institucionalidad del Estado recién empiezan a aflorar[21]. No se trata, como se señaló anteriormente, de una estrategia de reducción de la capacidad de intervención del Estado en la economía, sino de un proceso de rerregulación que debe ser interpretado como una reconfiguración del papel del Estado para asegurar la continuidad del funcionamiento de la acumulación capitalista (Bakker, 2005).
¿La aplicación de estas medidas y leyes neoliberales fue una reacción desesperada a la crisis o una consecuencia inevitable del modelo aplicado en estos años? Esta fue la pregunta que oportunamente planteaba J. Cuvi[22] a propósito de la expedición de la ley sobre incentivos para las alianzas público-privadas. La dificultad en la respuesta a esta interrogante consiste en la ausencia de un modelo explícito con perspectivas a medio plazo para el pretendido cambio de un modelo de acumulación. En el mejor de los casos, se puede afirmar que la política económica del gobierno de la última década transitó dubitativamente entre intentos fallidos por establecer desde un modelo económico autoritario regulador y productor hasta un modelo centrado en una relación entre las agencias gubernamentales y los grupos empresariales enfocada en asistir a estos últimos a «lograr las economías de escala y externalidades positivas que les permitan competir en el mercado internacional»[23]. De todas maneras, si el gobierno anterior estuvo siempre atrapado en las contradicciones internas entre un Estado «custodio/demiurgo» (custodian/demiurge) o un Estado «comadrona» (midwife), de acuerdo a la tipología de Evans (1995), sobre el involucramiento del Estado en los procesos de desarrollo económico, la estrategia del gobierno actual, con la promulgación de la Ley de Fomento a la Producción, continúa y fortalece el proceso de implantación de un proyecto neoliberal iniciado por la administración anterior[24]. Bajo el obsceno membrete de «monetización», el actual gobierno se apresta a malversar los bienes públicos del país; no se trata de una simple privatización, sino, como califica J. Stiglitz estos procesos, de un verdadero proceso de sobornización.
Los análisis y críticas del neoliberalismo tienden a enfocarse en las reformas de programas gubernamentales de carácter social, en la flexibilidad laboral y políticas de apertura al comercio, privatización de servicios públicos, regulaciones monetarias y control de la inflación, entre otras. Escasa atención se ha prestado y se presta al nexo entre el mundo biofísico y la realización del proyecto neoliberal. Se olvida que el neoliberalismo es necesariamente un proyecto ambiental, es decir, un proyecto en el que, a parte del resto de sus dimensiones (las que sean), el mundo geofísico es la parte clave de su racionalidad (Castree, 2008). Esta reflexión es relevante en este punto porque todo el programa de revigorización neoliberal en marcha al que nos hemos referido, involucra una peligrosa y preocupante producción intensiva de la naturaleza (Smith, 2007: 16) en la expansión del capital en el Ecuador.
En 2015, luego de nueve años de anunciar reiterativamente un nuevo modelo de desarrollo para el país, el gobierno, en las postrimerías de su mandato, presentó al país una «Estrategia Nacional para el Cambio de la Matriz Productiva». No sería este el espacio apropiado para referirse a este tema si no fuese porque todo este plan, retomado con entusiasmo por el actual gobierno, tiene, ahora sí, como pilar fundamental el aprovechamiento «de nuestra mayor ventaja comparativa»: la naturaleza. Toda la reactivación productiva que nos llevará al cambio de un modelo extractivista de acumulación, pasa por el desarrollo de la industria minero-siderúrgica, la instalación de plantas de refinación de cobre y aluminio, la producción de celulosa, megaproyectos que implican, entre otros, la explotación de las vastas reservas de hierro y cobre, gas natural (este último por descubrirse), el uso del inmenso potencial hidroeléctrico que dispone el país y la incorporación de extensas áreas para plantaciones forestales. En otras palabras, esta vez son los ríos, cuencas hídricas, ecosistemas, páramos y la riqueza del subsuelo los elementos que entran directamente en la ecuación de un nuevo modelo de acumulación del capital. La contradicción naturaleza-capital ahora excede los tradicionales problemas ambientales puntuales asociados al desarrollo económico, un río contaminado aquí, o un ambiente degradado allá. Esta vez, las escalas tempo-espaciales sobrepasan se magnifican y son extensas áreas del territorio nacional las que se incorporan en la dinámica de acumulación neoliberal. La salida de la crisis consiste entonces en la puesta en marcha de un patrón ya conocido, pero que esta СКАЧАТЬ