Название: Geopolítica, soberanía y "orden internacional" en la "nueva normalidad"
Автор: Miguel Ángel Barrios
Издательство: Bookwire
Жанр: Социология
isbn: 9789876918756
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Fue Nicolás Maquiavelo quien, a comienzos del siglo XVI, ideó una estrategia basada en el ejército dedicado a la búsqueda de la unidad de Italia, para lo cual organizó la milicia florentina. En su libro Del arte de la guerra estableció las normas de funcionamiento e instrucción de dicho ejército como forma de garantizar la seguridad de la República Florentina frente a las amenazas que asomaban en los pequeños Estados italianos. Esta obra está considerada el primer tratado militar de la Edad Moderna y tuvo gran influencia hasta el siglo XIX. En El príncipe el florentino expuso la concepción estratégica que debe tener el gobernante, y para ello analizó las condiciones que deben prevalecer en un conductor.
Maquiavelo fue un precursor del rescate estratégico y del uso estratégico del poder, pero esa línea no tuvo continuidad. Así, la teoría de la estrategia se refugiará en el campo militar y la teoría del poder, en el campo jurídico-político. Podemos afirmar que todavía hoy el concepto de estrategia sigue siendo tributario del pasado y el presente militar, y que el concepto de poder permanece encerrado, de manera reduccionista, en lo económico y lo jurídico, aunque hubo significativos hallazgos y razones de rescate.
La palabra “estrategia” deriva del término griego estrategos, que significa caudillo o jefe de la fuerza. Está formada por dos raíces, estratós (ejército) y agein (conductor). La estrategia en su origen era conocida como “la ciencia del general” (Ballesteros Martín, 2016: 35).
En China, en el siglo V a.C., Sun Tzu escribe El arte de la guerra, un tratado de estrategia militar ampliado a otros campos del conocimiento.
Uno de los grandes exponentes de la concepción estratégica fue Carl von Clausewitz (1780-1831). Este militar y teórico prusiano estableció una clara vinculación entre la estrategia y la guerra, pero también un orden de subordinación. De ahí su famosa sentencia: “La guerra es solo la continuación de la política por otros medios” (Clausewitz, 1978: 291).
Clausewitz definió la guerra como un acto de violencia destinado a obligar al adversario a hacer la voluntad propia. Lo que distingue a ese conflicto de los demás, añadió, es que la solución pasa por el derramamiento de sangre. También postuló que la estrategia es la instancia más abarcativa y que se refiere específicamente al conflicto. Este se basa en, e implica, el enfrentamiento de voluntades. Desde aquí se diferencia entre táctica y estrategia. La táctica funciona en un mayor nivel de concreción: se refiere al combate, y ese combate se corresponde en consecuencia con el enfrentamiento de fuerzas. Voluntad y fuerza, conflicto y combate, caracterizan los dos niveles en los que se desenvuelve la guerra.
Sin duda, Clausewitz fue el gran pensador de la estrategia. Su estudio y sus reflexiones sobre la guerra, su análisis minucioso sobre las campañas de Napoleón y su experiencia de combate explican la importancia de su obra. Hasta mediados del siglo XIX fue el autor que más profundizó en el conocimiento de la estrategia mediante su análisis, así como de las operaciones y las tácticas de las guerras napoleónicas y de sus antecedentes. En general, la estrategia de la que trata posee un eje de reflexión: la batalla principal y sus consecuencias, lo que denominó “auténtico centro de gravedad de la guerra” (Clausewitz, 1978: 53).
Clausewitz decía que la guerra no pertenecía al campo de las artes o de la ciencia, sino al de la existencia social. “Es un conflicto de grandes intereses”, resuelto con derramamiento de sangre, y solamente en eso se diferencia de otros conflictos. Sería mejor si, en vez de compararlo con otra arte, lo comparamos con el comercio, que es también un conflicto de intereses y actividades humanas. Y se parece mucho más a la política, la que a su vez puede ser considerada una especie de comercio en gran escala. Más aún, la política es el seno en el que se desarrolla la guerra (Clausewitz, 1978: 91).
Antes de Clausewitz hubo pensadores de la guerra, pero más volcados a la naturaleza táctica, los tableros estratégicos, la base de operaciones, los factores logísticos, las líneas interiores. La táctica buscaba diseñar una disposición que funcionara eficientemente en el combate. Friedrich von Bülow y el barón Antoine-Henri Jomini, entre otros antecesores de Clausewitz, intentaron formalizar la conducción del combate (Delamer, 2005: 4).
El suizo Antoine-Henri Jomini fue un destacado estudioso de la guerra y un profundo analista de las campañas de Napoleón. Dividió “el arte de la guerra” en cinco ramas generales: “Estrategia, gran táctica, logística, táctica de detalle, y arte del ingeniero y del artillero” (Jomini, 1991: 98-99). El teórico prusiano Bülow, en su libro El espíritu de la guerra moderna, de 1799, dice:
El arte de la guerra tiene dos ramas: la estrategia y la táctica. La primera es la ciencia de los ejércitos fuera del campo visual. Comprende todas las operaciones de la guerra y es parte de la ciencia militar, cuyas relaciones se encuadran con la “política y la administración”. El estratega es el arquitecto, el albañil, el veterinario. (Bülow, 1968: 164)
Consideramos a Jomini y Bülow como teóricos de la táctica en el campo de batalla y a Clausewitz como el continuador de Maquiavelo.
Ya en el siglo XX, otro teórico militar de la estrategia es el general francés André Beaufre, quien desarrolló su teoría en tres libros principales. En el primero de ellos, Introducción a la estrategia, la definió de esta manera: “Es el arte de la dialéctica de las voluntades que emplean la fuerza para resolver los conflictos”. Encontraba similitud entre este concepto y el de praxeología, “empleado por Raymond Aron en su trabajo Paz y guerra entre las naciones” (Beaufre, 1965: 16). Beaufre (1973: 71) sumó precisiones al concepto de estrategia y señaló que, además de los componentes de fuerza y violencia, hay que contar con “la elección de los medios tendientes a alcanzar los objetivos fijados por la política”.
En Estrategia de la acción Beaufre trató de atender a las capacidades para hacer a pesar del otro. Allí insistió en la capacidad de operar sobre la realidad pese a las oposiciones del adversario. Disuasión y estrategia completa el tríptico. En esa obra abordó las capacidades de impedir que otros realicen lo que no se acepta. Hay que acumular poder en la magnitud necesitada para desalentar al enemigo mediante la potencia y la amenaza potente. La suma de estos ingredientes compone la llamada “estrategia total”. Luego, todo se reduce a “hacer” más “impedir hacer a otros”, mediante la convergencia de los distintos tipos de estrategia (Beaufre, 1966: 49).
Para Labourdette (1999a), que nos sirve de marco comprensivo e interpretativo de lo que estamos exponiendo, está claro que la línea argumental de Beaufre sigue con todo su desarrollo el camino que trazara Clausewitz: para Beaufre la estrategia es un arte que permite, con independencia de toda técnica, dominar los problemas que conlleva toda confrontación para, precisamente, permitir el empleo de las técnicas con la máxima eficacia. La define como “el arte de la dialéctica, de las voluntades que emplean la fuerza para resolver los conflictos” (Beaufre, 1965: 49).
Siguiendo a Beaufre también podríamos decir que la estrategia es el arte que, siguiendo un método de pensamiento, permite clasificar y jerarquizar los acontecimientos, para luego escoger los procedimientos más eficaces para alcanzar los objetivos establecidos por el nivel superior. (Ballesteros Martín, 2016: 44)
Felipe Quero Rodiles (2002: 200) señala que Beaufre considera “que, directamente debajo de la política, existe una pirámide de las estrategias en cuyo vértice está la estrategia total combinando las estrategias generales y operativas de cada ámbito (político, económico, diplomático y militar)”. En esta concepción, la estrategia militar no es más que una de esas estrategias generales СКАЧАТЬ