Название: El anuncio del jeque
Автор: Sharon Kendrick
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Bianca
isbn: 9788413752105
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–Ay, Caitlin, ¿de verdad eres tan corta de vista? Crees que estoy preparado para un encuentro corto? ¿Cómo si fuera una cita con el dentista? ¿Que me bastarían unas horas para conocer al niño que acabo de descubrir que existe?
Ella no había pensado en ello. Todo había sucedido tan deprisa que se sentía mareada. Y estaba más asustada que antes. Asustada por el poder de Kadir y su potencial para destrozar su vida, pero también por la manera en que él podía hacerla sentir. ¿Cómo era posible que después de todo ese tiempo, ella reaccionara ante él de una manera inadecuada? Su cuerpo había reaccionado bajo su mirada, de una manera que no había reaccionado desde la última vez que él la había mirado. Era como si sus sentidos hubiesen permanecido dormidos todo este tiempo, como los bulbos que permanecen bajo la tierra durante el invierno esperando a despertar bajo los rayos de primavera.
Él la miraba con arrogancia y posesividad y, al experimentar una ola de calor recorriendo todo su cuerpo, ella se percató de que estaba mirando a Kadir Al Marara como si nunca lo hubiera visto antes.
Se fijó en la sombra de su barba incipiente y se preguntó si se afeitaría a menudo. No lo sabía. Igual que no sabía qué le gustaba desayunar, o cómo pasaba los días. No sabía nada acerca de sus padres y muy poco acerca de su difunta esposa. Su esposa, recordó ella con amargura. La mujer con la que estaba casado el día que le bajó la ropa interior y se rio de placer al descubrir que tenía húmeda la entrepierna. El recuerdo provocó que se avergonzara por haberlo hecho y por seguir reaccionando al pensar en ello.
«Este hombre no es más que un desconocido», pensó. «Puede que tenga un hijo suyo, pero yo a él no lo conozco. Ni él a mí. Para él solo soy una mujer con la que se acostó en un pequeño pueblo escocés».
Una mujer que lo abrazó y murmuró contra su boca:
–Por favor… Por favor…
Caitlin se estremeció y deseó que aquel encuentro no hubiese sido más que una pesadilla.
Aunque no habría sido justo para Cameron, ¿no?
No podía continuar ocultándole la verdad sobre su padre, por mucho que ella deseara hacerlo. Ella se había criado sin padre y sabía muy bien el gran vacío que había tenido en su vida. ¿Deseaba lo mismo para su hijo?
Se preguntaba si sus pensamientos se estaban reflejando en su rostro y por eso Kadir le estaba dirigiendo esa gélida mirada.
–Hay algo más de lo que necesitamos hablar, Caitlin –añadió–. Por si acaso estabas planeando desaparecer, te aconsejo que no lo hagas. No solo sería una pérdida de tiempo, sino que me harías enfadar y eso nunca es buena idea. Además, vayas donde vayas con mi hijo, te aseguro que te encontraré.
Capítulo 3
CAITLIN sentía el pulso acelerado cuando salió del hotel para dirigirse a la terminal del ferry que la llevaría de regreso a la pequeña isla donde vivía. Durante las pocas ocasiones que iba a la ciudad solía pasear para mirar los escaparates y tomarse un chocolate caliente con nata y marshmallows, pero ese día no tenía ánimo para hacerlo. ¿Cómo podría relajarse después de lo que le había pasado? Necesitaba irse a casa lo antes posible.
Una vez a bordo del ferry, trató de calmarse. No obstante, nada podía impedir que ciertos pensamientos invadieran su cabeza al contemplar Cronarty en la distancia. Ella había nacido en aquella isla y había visto a su madre perseguir sus sueños en ella. Unos sueños que después fueron machacados una y otra vez, dejando a su madre destrozada. Caitlin había aprendido a asimilarlo sin mostrar sufrimiento, ni siquiera cuando el dolor resultaba insoportable. Y aunque se había alegrado de marcharse a la ciudad cuando terminó todo, Cronarty había sido el único lugar al que deseó volver cuando descubrió que estaba sola y embarazada. La isla le parecía un lugar seguro, con sus acantilados y playas maravillosas contra las que rompían las olas del Atlántico.
Sin embargo, de pronto ya no le parecía un lugar seguro.
Ella negó con la cabeza, como si así pudiera disipar el recuerdo del jeque, pero su imagen estaba bien arraigada en su mente.
Al bajarse del ferry, Caitlin comenzó a caminar hacia su casa. A veces, Morag llevaba a Cameron hasta el barco para recibirla, pero ese día no la esperaban hasta más tarde. ¿Qué diablos iba a decirles? ¿Cómo podría explicarle a la niñera sensata de su hijo que el padre era un poderoso jeque del desierto con el que tuvo una aventura de una noche? ¿Y más importante todavía, cómo iba a decírselo a Cameron? Se mordió el labio inferior. Ella no le había mentido. Nunca. Siempre le había respondido a las preguntas que él le había hecho. Aunque no eran muchas. El pequeño estaba muy ocupado jugando a la pelota o bañándose en el agua helada de mar como para prestar mucha atención a sus antepasados. Los niños de esa zona rural no jugaban con tabletas ni con teléfonos móviles. ¡Si ni siquiera tenían un televisor!
Y en Cronarty existía la lealtad, así que cuando Caitlin Fraser regresó a la isla embarazada, nadie le preguntó quién era el padre. En cierto modo, vivir allí era como vivir en una cápsula donde no pasaba el tiempo. Cameron no había comenzado el colegio en la península, así que podía tener una infancia tradicional de la isla. Y sí, ella estaba segura de que la gente se preguntaba por qué Caitlin Fraser, siendo de piel clara, tenía un hijo de piel bronceada y cabello oscuro. Sin embargo, nunca se lo habían preguntado.
¿Y entonces?
Caitlin miró al cielo y se fijó en las nubes que cubrían el horizonte.
Entonces, el mundo exterior estaba a punto de irrumpir en la tranquilidad de su vida. Su hijo descubriría que su padre era uno de los jeques más poderosos del desierto y, al día siguiente, volarían hasta Londres para conocerlo. ¿Cómo podía haberse imaginado algo así?
Durante años se había sentido culpable al pensar que Cameron no tenía una figura paterna en su vida, un sentimiento de culpa que se aligeraba cuando recordaba que Kadir estaba casado y que los hombres eran capaces de grandes engaños. No obstante, la esposa de Kadir había fallecido. Ya no existía motivo por el que su hijo pudiera mantenerse apartado de su padre. Ni siquiera servía su propio sufrimiento por haber sido engañada de esa manera
Al ver su casa en la distancia, Caitlin se estremeció. De pronto, no era su casa lo que estaba viendo sino un paisaje completamente diferente. Un paisaje sin árboles y con montañas distantes. Y una mujer que soñaba con convertirse en una exitosa fotógrafa y cuya vida estaba a punto de cambiar por completo.
Ella se había apoyado en una verja para estabilizar su mano mientras esperaba para sacar una buena foto del águila real que volaba en círculos sobre su cabeza. Tenía perfectamente enmarcada la toma cuando se oyó una voz exótica que provocó que él águila se apartara. Caitlin se giró para protestar, pero al ver al hombre que había hablado se quedó sin habla.
¿Quién no iba a quedarse sin habla al encontrarse frente a un hombre como Kadir Al Marara? Un hombre que acababa de salir de la nada. Un hombre alto, de cabello oscuro y piel bronceada, cuya mirada tenía una expresión irreconocible y que ella pensó que estaba encantada. Fue después cuando se percató de que igual tenía razón. Él la miró un instante, y ella se sintió como si llevara toda la vida esperando a que un hombre la mirara de esa manera.
–La he molestado –había comentado él.
–Sí. Ha espantado al águila.
–Volverá СКАЧАТЬ