La psicóloga de Medjugorje. Antonio Gargallo Gil
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Название: La psicóloga de Medjugorje

Автор: Antonio Gargallo Gil

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: El psicólogo de Nazaret

isbn: 9788418631092

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      «Ataca ahora —susurró el coronel de la muerte—, no ves que quiere que insistas».

      «Está casada, ¿es que no te das cuenta de que está esquivando tu proposición? Y, por otro lado, deberías respetar ese sacramento sagrado», masculló la suave voz del capitán de la vida.

      «Pero ¿no te das cuenta de cómo te sonríe todos los días? ¿No has visto cómo le ha halagado tu piropo? Es ahora o nunca, imbécil. ¿Acaso crees que vas a volver a tener una oportunidad como la de ahora? El destino ha hecho que os encontréis solos», instó el coronel de la muerte.

      «Cierto, no volveré a encontrar una ocasión como esta», pensó Francisco ante el devenir de sus pensamientos.

      —Sé que no puede facilitar sus datos a ningún interno, pero no se lo diré a nadie… Se lo prometo —espetó Francisco con las cuerdas vocales a ritmo de una lavadora en marcha.

      Cristina se sonrojó. Sin apenas darse cuenta estaba metida en un callejón sin salida, rogando que los otros internos llegasen para zanjar un tema en el que ni siquiera quería entrar.

      —No creo que le hiciese mucha gracia a mi marido —dijo Cristina buscando ser lo más tajante y clara posible, aunque con la educación suficiente para no herir los sentimientos de aquel joven en cuyas venas veía como circulaba la exasperante soledad—. La verdad es que estoy muy ocupada con mis hijos y ni siquiera puedo quedar con mis amigas.

      Las palabras de Cristina atravesaron el corazón de Francisco como flechas infectadas de dolor. La saliva se le convirtió en limón y el aire en plomo, dejándole el más amargo y pesado sentir que había experimentado nunca. La vergüenza le cubría con retales que apenas podía disimular, por ello sus ojos tomaron el brillo de quien desea llorar y no puede.

      Un halo de compasión recorrió el cuerpo de la profesora, convertida en espectadora involuntaria de un corazón en llamas que ardía en angustia a través de la mecha de la soledad.

      Cristina leyó en los ojos de su alumno el clamor de un alma atormentada, moribunda, enterrada en los valles de la oscuridad. Fue entonces, cuando, de forma súbita, un pensamiento le vino a la mente como un rayo de luz en una noche lóbrega: ¡Francisco era la persona a la que tenía que entregar la tarjeta de la psicóloga de Medjugorje! Idea que le inundó de paz, lo que confirmaba y ratificaba que era la persona idónea.

      —Tengo algo para ti —dijo Cristina con voz alegre, echándose la mano derecha en el bolsillo de atrás.

      Francisco extendió la mano y cogió la tarjeta verde pistacho que le extendió su profesora y se quedó mirándola sin entender nada.

      —¿Me manda a una psicóloga? —inquirió tras escrutar la tarjeta—. Sé que no estoy bien, pero si no tengo dónde caerme muerto, ¿cómo voy a pagar a una comecocos?

      —Esta mañana me he encontrado a una psicóloga que me ha entregado esa tarjeta. Me ha dicho que era una tarjeta única y que debía entregársela a uno de mis alumnos —exponía Cristina rememorando la conversación mantenida con aquella dama misteriosa—. Además, también me dijo que la persona a la que se la entregase recibiría la terapia de forma completamente gratuita, así que no tienes que preocuparte por el dinero.

      —¡Qué extraño!

      —Te voy a contar algo muy personal —musitó Cristina con una mirada maternal—. Hace unos años estaba tan triste y deprimida que solo deseaba morirme. Me sentía tan mal que la idea del suicidio rondaba en mi ser como las abejas en un enjambre. Un sisear continuo me decía que debía quitarme del medio para dejar de sufrir —Francisco miraba con ojos de incredulidad las palabras de Cristina. ¿Cómo un ser angelical como ella pudo llegar a sentir los mismos sentimientos que él tenía?

      —Mire —dijo Francisco arremangándose la camisa para mostrarle su piel completamente erizada—. Ayer mismo estuve pensando precisamente eso —confesó sin pudor—. Pero yo tengo motivos porque nadie me quiere, al fin y al cabo no soy más que un pobre desgraciado, una escoria de la sociedad sin presente ni futuro.

      —¡Eso mismo pensaba yo! Lo cierto es que llevaba una venda en los ojos que hacía que todo lo viese distorsionado y en blanco y negro, hasta que alguien me enseñó a ver los colores de la vida. Fue un auténtico punto de inflexión —añadió Cristina con los ojos luminosos—. Realicé una terapia poco convencional que transformó mi vida. Fíjate, ¿quién me iba a decir que ahora estaría felizmente casada, con tres hijos y con un trabajo maravilloso? Soy inmensamente feliz y solo de pensar todo lo que me podría haber perdido, si hubiese llevado a cabo aquella locura, hace que me estremezca.

      —¡Qué fuerte lo que me está contando!

      —Algún día te contaré la historia que tuve con el psicólogo de Nazaret, donde todo comenzó con una tarjeta de color verde pistacho como esa que tienes entre tus manos. Una historia que se repite, aunque de manera diferente —Las palabras de Cristina eran tan alentadoras que Francisco sintió vibrar su corazón—. Lo único que puedo asegurarte es que esa terapia te salvará la vida y pasarás de la noche oscura en un gélido desierto a la arena luminosa de la playa de un paraíso.

      —¡Ya estoy deseando comenzar la terapia! —exclamó Francisco con sinceridad—. ¿Y dónde se encuentra esta psicóloga… porque aquí no pone ninguna dirección?

      El rostro de Cristina cambió tras una pregunta a la que no tenía respuesta. Solo sabía que tenía que entregarle la tarjeta, el resto era todo un enigma que él mismo tendría que resolver.

      —No lo sé.

      —¿Entonces?

      —Tendrás que averiguarlo por ti mismo.

      Francisco clavó los ojos en la tarjeta intentando descifrar aquel enigma infinito.

      —La psicóloga de Medjugorje —leyó en voz alta—. Pero ¿qué es Medjugorje? —inquirió pensativo—. ¿Se trata de algún barrio de por aquí?

      —En realidad no —negó Cristina con la cabeza—. Medjugorje es una pequeña población en Bosnia-Herzegovina.

      —Usted es muy culta, conoce hasta los pueblos de los pequeños países —expuso Francisco con admiración.

      —Hace unos años escribí un libro y para ello realicé una profunda investigación con el fin de seguir las huellas de Jesús de Nazaret. Fue un trabajo muy laborioso, aunque emocionante. Quise escuchar vivencias personales sobrenaturales que pudiesen darme pistas para ir encajando las piezas de un puzle tan misterioso como apasionante, lo que me permitió llegar al testimonio de la famosa escritora María Vallejo Nájera, una atea convencida que tras visitar Medjugorje tuvo una experiencia mística que le hizo convertirse al catolicismo. Una historia conmovedora de una mujer que quedó a las puertas de ganar el Premio Planeta y cuyo libro sería publicado. Según comentaba la autora, creó un personaje con el fin de desprestigiar a la Iglesia y atacarla con furia. Tras su conversión consideró que lo que había escrito era tan dañino y mezquino que decidió comprar todos los libros publicados para así destruirlos. Desde entonces solo escribe para Dios.

      —Interesante historia… ¿Y qué tiene de especial ese lugar?

      —No lo sé porque nunca he estado allí, pero dicen que se aparece la Virgen desde 1981.

      —Ah, se han inventado un cuento de hadas para promocionar el pueblo —farfulló Francisco con cierto desdén СКАЧАТЬ