Название: Bruce Lee
Автор: John Little
Издательство: Bookwire
Жанр: Сделай Сам
Серия: Karate
isbn: 9788499109237
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Abrí una verdulería en Oakland, a la que Bruce venía a menudo a visitarme. Recuerdo una ocasión en la que Bruce estuvo en la tienda durante ocho horas esperando a Linda para darle una sorpresa por su cumpleaños. Utilizando papel de carnicería, comenzó a esbozar unas bonitas formas de kung-fu. Al final del día las tiró. Ahora me arrepiento de no haberlas cogido del cubo de la basura. No tendría precio para mí, no por la fiebre por Bruce Lee –la colección de fetiches ha crecido rápidamente desde que falleció–, sino por los recuerdos que ahora representa aquella vez en la que pasé con mi amigo todo un día en la verdulería.
Bruce solía decirme que su nombre sería famosísimo, “como Coca-Cola”, y eso es lo que ha pasado. En todos los viajes que he hecho, he comprobado que el nombre de “Bruce Lee” es conocido en todo el mundo, desde Norteamérica hasta cualquier lugar de Europa y Asia. Hay que entender que ha logrado lo que pretendía al ser reconocido en países como China, sumido en una represión; incluso si menciono el nombre de “Bruce Lee” en una ciudad como Shanghái, automáticamente se enciende una bombilla en la mente de sus habitantes.
Repasando algunos de estos puntos, me doy cuenta de lo fácilmente que llegan a mi mente las anécdotas sobre Bruce, pero así es como era con él. El tiempo se paraba cuando estaba cerca. Era tan inspirador y alegre… Cuando yo me sentía mal, Bruce siempre me animaba y me hacía sentir mejor. Podía ser una persona seria en un momento y un bromista después. Nunca se iba de casa sin mostrarle a mi mujer lo duro y plano que tenía el vientre –como una tabla–. Siempre nos dejaba con agujetas en el vientre debido a su sentido del humor y sus divertidos chistes. Espero que estos recuerdos que estoy compartiendo con los lectores les transmitan la impresión de cómo era Bruce y lo entusiasmados que estábamos al conocerle.
Debo reconocer el mérito de John Little al aceptar esta tremenda tarea de documentar el trabajo de Bruce. John ha sacrificado mucho para permitirnos leer y considerar con especial cuidado el legado de Bruce. En su biblioteca de doce volúmenes, John nos enseña que Bruce era realmente un hombre del Renacimiento: un pensador, un filósofo, un artista, un gran ejemplar físico y un ser humano realizado. Era multifacético y multidimensional. John nos ofrece la oportunidad de apreciar las muchas capas de las que se compone Bruce. En muchos sentidos, con el dinamismo y la determinación que ha mostrado al retratar al hombre que le inspiró cuando era un niño, John me recuerda a Bruce.
También merece mi reconocimiento la mujer de Bruce, Linda. Cuando Bruce y Linda se acababan de casar, ella sólo tenía unos veinte años y ni siquiera sabía cocinar. Cuando llegaron a Oakland le enseñé a cocinar algunos de los platos chinos que le gustaban a Bruce. Linda se convirtió en una de las mujeres más afables que he conocido. Sé que Bruce atribuía gran parte de su éxito a Linda y, gracias a su fuerza y perseverancia, se creó Jun Fan Jeet Kune Do, una organización compuesta por varios estudiantes directos de Bruce dedicada a preservar y perpetuar su arte y filosofía. Bruce estaría muy feliz si conociera la dedicación de Linda.
Shannon, la hija de Bruce y Linda, sólo era una niña cuando Bruce murió. Sin embargo, con la creación de Jun Fan Jeet Kune Do, Shannon aprendió cada vez más sobre su padre a través de los recuerdos de muchos de los estudiantes y amigos íntimos de Bruce. Con lo que Shannon hace, personal y profesionalmente, Bruce volvería para abrazarla orgulloso de ella y le daría una palmadita en la espalda para hacerle saber que siempre será su niñita.
Para terminar, sugiero que lea este libro y lo utilice para motivarse y alcanzar las metas que persiga en su vida. Nos encontramos ante muchas páginas de información sobre un hombre que tuvo que sortear sus propios obstáculos en la vida, un hombre que alcanzó el éxito porque creía en sí mismo. Quizás pueda usted inspirarse en esta obra para alcanzar su propio éxito. Incluso ahora siento la presencia de Bruce y a día de hoy todavía me motiva. Cuando estoy levantando pesas (todavía lo hago dos o tres veces por semana) maximizo mi entrenamiento haciendo una repetición más por el “viejo de arriba” y luego hago una más por Bruce. ¡Nunca falla!
1 “My Chief Definite Aim” (Mi principal objetivo).
LA PREPARACIÓN ENCUENTRA LA OPORTUNIDAD
Linda Lee Cadwell
Permítame que le describa un día normal en la vida de Bruce Lee; un día en el que no consiguió alcanzar el nivel de expectación que se había propuesto; un día que marcó un cambio decisivo en su vida.
La etapa del drama que voy a relatar se desarrolló en el Instituto Jun Fan Gung Fu de Broadway en Oakland, California, un gimnasio para entrenar creado por Bruce y James Y. Lee. Como yo estaba embarazada de ocho meses de Brandon, recuerdo con bastante claridad que los acontecimientos se desarrollaron a finales de diciembre de 1964 o principios de enero de 1965. Testigos de este hito en la historia fuimos Jimmy Lee, yo y muchos expertos en artes marciales de San Francisco, cuyos nombres nunca supe, a pesar de que resultaron ser viejos maestros. Los participantes especiales eran Bruce y un luchador de artes marciales chino más joven que los maestros, que había sido escogido, sin duda, para representar los intereses del grupo de San Francisco.
La argumentación del tema que nos llevó a este encuentro podría ser un ensayo, si se mira desde la perspectiva de los encuentros chinos con Occidente, volviendo al menos a la rebelión de los bóxers. En este caso, los maestros entrenados en kung-fu no veían con buenos ojos que Bruce enseñara artes marciales a los occidentales o, en realidad, a nadie que no fuera chino. Albergaban tan profundamente su creencia históricamente arraigada, que supuso un reto formal para Bruce, que insistía en participar en una confrontación, cuyo resultado decidiría si podría continuar enseñando a los “diablos extranjeros”. La filosofía de Bruce se hace eco de Confucio: “Al enseñar no deben existir distinciones de clases”. Por eso, sin ninguna duda, Bruce aceptó el reto y se fijó una fecha.
La pelea que se celebró es más importante por el efecto que tuvo sobre el curso de la vida de Bruce que por el resultado de la confrontación real. De todos modos, esto es una breve descripción de la acción física: en el momento en el que se inició el enfrentamiento, el luchador de kung-fu chino había empezado a correr en círculo por la habitación. Había una puerta que conducía a una pequeña habitación trasera y luego otra que llevaba a la habitación principal. Completó el círculo varias veces y Bruce le iba siguiendo de cerca. Finalmente Bruce tiró al hombre al suelo y le sujetó para que no pudiera moverse mientras gritaba en chino: “¿Te rindes?”. Tras preguntárselo dos o tres veces, el hombre se rindió y los partidarios de San Francisco se fueron rápidamente.
El combate completo duró unos tres minutos, por lo que James y yo nos quedamos pasmados al ver lo pronto que se resolvió, pero Bruce no. Lo recuerdo como si fuera ayer: Bruce está sentado en los escalones traseros del gimnasio con la cabeza entre las manos; no estaba satisfecho con la técnica que había empleado para terminar con su adversario y su resistencia falló al intentar capturarle cuando corría en círculos. Probablemente era la primera vez en su vida que Bruce flaqueaba. En lugar de celebrar su victoria, se lamentaba de su estado físico y de que con su entrenamiento en kung-fu no había alcanzado sus expectativas. Este trascendental acontecimiento constituyó el impulso para la evolución del jeet kune do y el nacimiento de su nuevo régimen de entrenamiento.
He de subrayar el hecho de que, para mí o para cualquier otro, a principios de 1965 Bruce parecía estar en perfecto estado físico. Había crecido en Hong Kong y no era un jovencito genéticamente bien dotado. De hecho, su madre me contó que Bruce había sido un niño esquelético cuyo horario para asistir al colegio durante el día, y a menudo trabajar en películas tarde y noche, no le aportaba un estilo de vida muy saludable. Sin embargo, a los treinta años, cuando comenzó a estudiar Wing Chun con el maestro Yip Man, Bruce entrenaba constante y arduamente a diario, así que cuando le conocí СКАЧАТЬ