Sobre lo azul. William H. Gass
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Название: Sobre lo azul

Автор: William H. Gass

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия: Sacacorchos

isbn: 9788412305968

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СКАЧАТЬ revestimos nuestros sujetos sexuales. Es el motivo primigenio por el cual leemos… el único motivo por el cual escribimos.

      Resulta por lo tanto apropiado que azul y revelar (blue/blow) hayan de ser –tan pronto como nos sea posible– del todo confundidos.

      Así que, guardando uno en cada uno de mis cuatro bolsillos mientras otro lo mantengo en la boca, describiré cinco métodos comunes con los que se gana el sexo su entrada en la literatura… como a través de puertas acristaladas y ventanas apalancadas irrumpen los ladrones en nuestros sueños para violar a nuestras mujeres, robarnos las herramientas y vandalizar nuestros sueños. El más común, claro está, es el más desvergonzado: la descripción literal de material sexual –pensamientos, actos, deseos–; el segundo implica el uso de palabras sexuales de varios tipos, y verteré en los apropiados porches de vuestros oídos una de cada vil clase, pues pronunciar y alabar la letra impresa al oído es lo que el ojo adecuadamente alentado hace con gusto. El tercero puede considerarse, en cierto sentido, el corazón mismo de la oblicuidad, y la esencia por tanto del arte del artista –el desplazamiento–: el tránsito de la mente con todos sus azules y elásticos bagajes y su equipaje de vuelo desde húmedas escenas sexuales y cuerpos sudorosos a dormitorios con sus armazones de cama, sus mesillas de noche, sus vasos de agua, sus manuales de instrucciones, y de ahí a las sábanas y las fundas de almohada, y de ahí a las mellas en estas, y a los pliegues, las manchas y otros gritos de pasión que han dejado sus huellas, y por fin al oriental rostro pintado de blanco del aire amorosamente aferrado y a montañas, lagos con lascivia penetrados. Al cuarto me referiré ahora tan solo como al ojo azul cielo (en alguna parte, me parece, ha de haber una breve pizca de suspense), y el quinto, en fin, es en realidad en torno al cual canalizaré toda mi tinta, así que mejor será que lo mencione: el uso del lenguaje como un amante… no el lenguaje del amor, sino el amor del lenguaje, no la materia, sino el significado, no lo que la lengua toca, sino lo que forma, ni labios ni pezones, sino verbos y nombres.

      * * *

      Así que azul, la palabra y la condición, el color y el acto, se las ingenian para contenerse uno al otro, como si la botella del genio fuese su propio vientre, el hálito de la lámpara, el humo del espectro. Está ese aspecto plomizo. Está el plomo en sí, y todos esos que se llevan el plomo (bluey hunters), ladrones, esos que sustraen el metal de los tejados19, y roban también las tuberías. Está la píldora azul que es la punta de la bala20, la nariz, la ciruela, el silbador azul21, y todos los tonos azulados de la muerte.

      ¿Es la visión de la muerte, la idea de morir? ¿Qué nos hunde en una melancolía más profunda: la inconclusión sexual o su espástica conclusión? ¿Qué parece envolver nuestra vida con satén? ¿Qué trae el colorete a nuestras mejillas? Soledad, vacuidad, futilidad, pena… cada una es en nosotros una ausencia. No nos duele, pero hemos perdido todo placer, y el labio que nuestro labio encuentra es siempre la otra mitad del nuestro. Nuestro estado es exactamente el nombre de precisamente nada, y nuestros recuerdos, con respetuosas caras largas, vienen a vernos y a decirse los unos a los otros que jamás hemos tenido mejor aspecto; que al fin se nos ve en paz; que nuestra muerte fue –bueno– triste –tranquila– sin duda era lo mejor (todo esto con un susurro no sea que la muerte tenga oídos). Decepción, pérdida constante, desesperación, un sabor, una suave cualidad del aire, un color, un pálpito: permanentes en su tránsito. No estábamos en condiciones. Se nos escapó. No pudimos retenerla. Nunca volverá. El pesar que quiebra el júbilo continúa su martilleo. O sea que es cierto: Ser sin Ser es azul.

      Lo mismo que el pigmento azul extendido en el lienzo quizás ayude a un pintor a representar la naturaleza con precisión o a proporcionarle a su obra el antedicho cariz, a realzar un área rosa esencial, o a indicar las cualidades del amor celestial, aparecen nuestros colores azules en varias tonalidades y aclaraciones. Tanto Cristo como la Virgen llevan mantos de azul porque cuando las nubes parten, la Verdad aparece. Muchas cosas se etiquetan como azules, se piensan azules, se hacen azules, tan solo porque aquí y allá hay una mota del color en alguna de sus partes como en ese salmón, el reo (bluecap), con su cabeza moteada; o las cosas que sin cuidado se llaman azules porque son violetas o moradas o grises o incluso vagamente rojas, y eso para el ojo abrumado ya se acerca lo bastante, igual que se dice que el halo pardo que rodea la llama de la lámpara de seguridad del minero para advertirle del grisú es también una caperuza azul22. O se les llama con otro nombre por razones más profundas: en el siglo noveno, cuando los escandinavos saquearon África y España, se llevaron hasta Irlanda ejemplares de los hombres azules que allí vivían, y de ahí que aquellos que ya no son vikingos a veces se refieran como azul negrata (nigger-blue) a una oscuridad especialmente resinosa. Y Parridge informa de la expresión: un cielo azul como una cuchilla. Hallamos un ojo tan azul como la propia indecencia, una indecencia tan azul como el humo de batalla, o una batalla tan azul como la pérdida de sangre. Quizás nos quedemos en tales perplejidades: tan azul como… tan azul como… por siempre jamás.

      En cualquier caso, sexto (ya que la primera semana tuvo los mismos días laborables), describiré y distinguiré tres funciones para las palabras azules, modos de producción, los describiría quizás un marxista, y argumentaré que son fundamentales por igual. Por último, trataré de enumerar los principales motivos, desde el punto de vista del lector, de la obra y del escritor, para introducir desde el principio material azul. Como el mato, el damasquino y el aciano, azules. En mi recuento personal, quizás no os sorprenda averiguar, suman dieciséis pensamientos separados que con mi boca manchada de Quink23 espero envolver, claro está, por turnos.

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