Ruina y putrefacción. Jonathan Maberry
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Ruina y putrefacción - Jonathan Maberry страница 14

Название: Ruina y putrefacción

Автор: Jonathan Maberry

Издательство: Bookwire

Жанр: Книги для детей: прочее

Серия: Ruina y putrefacción

isbn: 9786075572116

isbn:

СКАЧАТЬ Ése es el resultado de una enfermedad, alguna clase de radiación o algo más que no entendemos. No soy científico, Benny. Sólo soy un hombre ordinario haciendo un trabajo.

      —¿Sí? Quieres sonar noble, pero igual los matas —Benny tenía lágrimas en los ojos.

      —Sí —dijo Tom suavemente—. Lo hago. He matado cientos de ellos. Si soy listo y cuidadoso, y si tengo suerte, mataré a cientos más.

      Benny lo empujó con ambas manos. Lo hizo retroceder solamente medio paso.

      —¡No entiendo!

      —No, no entiendes. Pero espero que llegues a hacerlo.

      —Hablas de respeto por los muertos e igual los matas.

      —Esto no se trata de matar. No se trata, ni se debe tratar nunca, de matar.

      —¿Entonces qué? —se burló Benny—. ¿El dinero?

      —¿Somos ricos?

      —No.

      —Entonces, obviamente, no se trata del dinero.

      —¿Entonces qué?

      —Se trata del por qué se mata. Se mata por los vivos… y por los muertos —dijo Tom—. Lo que se busca es un cierre.

      Benny sacudió la cabeza.

      —Ven conmigo, niño. Es hora de que entiendas cómo funciona el mundo. Es hora de que aprendas cuál es verdaderamente el negocio familiar.

      8

      Caminaron varios kilómetros bajo el sol abrasador. El gel de pimienta se diluía con el sudor y debía aplicarse cada hora. Benny estuvo en silencio durante la mayor parte del camino, pero a medida que sus pies empezaban a dolerle y su estómago empezaba a gruñir, su temperamento fue empeorando.

      —¿Ya vamos a llegar?

      —No.

      —¿Cuánto falta?

      —Un tanto.

      —Tengo hambre.

      —Pronto nos detendremos.

      —¿Qué hay de comer?

      —Frijoles y carne seca.

      —Odio la carne seca.

      —¿Trajiste alguna otra cosa? —preguntó Tom.

      —No.

      —Entonces será carne seca.

      Los senderos que Tom elegía eran estrechos y con frecuencia pasaban de asfalto a grava y a tierra.

      —No hemos visto un zom en un par de horas —dijo Benny—. ¿Cómo es posible?

      —A menos que escuchen o huelan algo que los atraiga, tienden a quedarse cerca de casa.

      —¿Casa?

      —Bueno… de los lugares en los que solían vivir o trabajar.

      —¿Por qué?

      Tom dedicó a eso un par de minutos.

      —Hay muchas teorías, pero eso es todo lo que tenemos: teorías. Algunas personas dicen que los muertos no tienen la inteligencia para pensar que existe algo más que la tierra donde están parados. Si nada los atrae o los mueve, simplemente se quedan donde están.

      —Pero necesitan cazar, ¿no?

      —“Necesitar” es un concepto complejo. La mayoría de los expertos está de acuerdo en que los muertos atacan y matan, pero no se ha comprobado que realmente cacen. Como dices, cazar deriva de una necesidad concreta, y no sabemos que los muertos necesiten algo en realidad.

      —No entiendo.

      Llegaron a la cima de una colina y miraron hacia un camino de tierra, sobre el que una vieja gasolinera se alzaba debajo de un sauce llorón.

      —¿Alguna vez has oído que alguno se quede sin comer y muera de hambre? —preguntó Tom.

      —No, pero…

      —La gente del pueblo cree que los muertos sobreviven comiéndose a los vivos, ¿no?

      —Bueno, sí, pero…

      —¿Qué “vivos” crees que se coman?

      —¿Eh?

      —Piénsalo un poco. Hay poco más de trescientos millones de muertos vivientes sólo en Estados Unidos. Agrégale unos treinta y tantos millones más en Canadá y ciento diez millones en México, y tienes algo así como cuatrocientos cincuenta millones de muertos vivientes. La Caída ocurrió hace unos catorce años. Así que… ¿qué es lo que comen para mantenerse con vida?

      Benny lo pensó.

      —El señor Feeney dice que se comen unos a otros.

      —No lo hacen —dijo Tom—. Una vez que un cuerpo empieza a enfriarse, dejan de comerlo. Por eso hay tantos muertos vivientes parcialmente comidos. No se atacan ni se comen unos a otros, incluso si los encierras en la misma casa durante años. Hay gente que lo ha hecho.

      —¿Qué les pasa?

      —¿A los atrapados? Nada.

      —¿Nada? ¿No se pudren y se mueren?

      —Ya están muertos, Benny —una sombra pasó sobre el valle y oscureció momentáneamente el rostro de Tom—. Pero ése es uno de los misterios. No se pudren. No por completo. Se deterioran hasta cierto punto, y luego simplemente dejan de pudrirse. Nadie sabe por qué.

      —¿Qué quieres decir? ¿Cómo puede algo nada más dejar de pudrirse? Eso es estúpido.

      —No es estúpido, niño. Es un misterio. Tanto como el misterio de por qué se levantan los muertos. Por qué atacan a los humanos. Por qué no se atacan entre ellos. Todo eso es un misterio.

      —Quizá comen, no sé, vacas y esas cosas.

      Tom encogió los hombros.

      —Algunos lo hacen, si pueden atraparlas. Mucha gente no lo sabe, por cierto, pero es verdad… Comen cualquier cosa viva que puedan atrapar. Perros, gatos, pájaros… hasta insectos.

      —Ah, bueno, entonces eso explica…

      —No —lo interrumpió Tom—. La mayoría de los animales son demasiado rápidos. ¿Has intentado atrapar un gato? Ahora imagínate hacer eso si sólo eres capaz de caminar arrastrando los pies y no puedes pensar para diseñar una estrategia. Si un montón de muertos llegara hasta unas vacas en un corral o un campo cercado, podrían ser capaces de matarlas y comérselas. Pero todos los animales de corral escaparon hace mucho, o murieron en los primeros meses. No… Los muertos no necesitan alimentarse en absoluto. Simplemente СКАЧАТЬ