Salto de tigre blanco. Gustavo Sainz
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Название: Salto de tigre blanco

Автор: Gustavo Sainz

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Biblioteca Gustavo Sainz

isbn: 9786078312030

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СКАЧАТЬ no puedo leer las instrucciones, no puedo leer ni mi mano en esta oscuridad. Prende los faros. Así es mejor, baby. Dice aquí. Dice que para coger por ocho horas seguidas, bueno, dice que te embriagues levemente con licor, que añadas el polvo de la yombina de tu preferencia, que te des un toque de la Raya Azul de Nepal, y que tengas el anillo a la mano, eso dice. ¿Nada de beleño, belladona, marihuana, heroína, coca, vaselina, hielo, anfetaminas, aspirinas? Nada de eso, pero todo se puede probar…

      Yo estaba en un café y noté la presencia de una joven que despedía un aire misterioso. También observé a dos hombres mayores mirándola, uno de ellos demostrando un interés más que peculiar. La mujer alta, de piernas largas y pelo negro y lacio, vestida con una minifalda violeta, tenía una mirada serpientegatuna de fugacísimo brillo. Su languidez servía para destacar otras cualidades felinas. Leía o simulaba leer un gran libro, un libro tamaño volumen ilustrado. Era obvio que buscaba un encuentro. Alguien gritó ¡Lorelei! Después de un tiempo el hombre interesado se abrió paso entre las mesitas y llegó hasta ella. Lo vi detenerse levemente para poder leer el título del libro y se marchó. De su caminar se desprendía cierta turbación. Terminé mi demitasse y por simple curiosidad, al salir, pasé por el mismo sitio. Al acercarme supe sin lugar a dudas que era Simone. Se trataba “de un volumen grande, encuadernado, con una brillante sobrecubierta en colores con la reproducción de un cuadro de Leonor Fini, o que parecía por lo menos ser un cuadro de ella. En un lago especular había una mujer desnuda, de gran cabellera platinada contra un crepúsculo rojo, rodeada de lunares pájaros cenicientos, de íctinos y alucinados ojos. El título: Los ojos y la vida sexual (Sabato 376). Georges Bataille me presentó a Simone en los cuentos de su primer libro, Historie de l’oeil, una colección de historias que dejan una sensación peculiar en las partes privadas, al mismo tiempo que cierta vergüenza por la violencia de lo que cuentan. En el episodio titulado “Las patas de la mosca”, por ejemplo, Simone y sus amigos habían torturado sexualmente a un cura llamado don Aminado, ahora bañado en su propio semen. Simone desnuda y sentada en cuclillas en el pecho del cura aplica una fuerte presión fuerte y gradual en el cuello, sobre la garganta, detrás de su manzana de Adán. El cura, ya exhausto, experimenta a pesar de eso otra erección. Uno de los amigos de Simone dirige el pene del cura hacia la vagina de ella, mientras Simone lo estrangula. Cuando el cura está muerto, Simone ve una mosca posada en el ojo abierto del cadáver. Ella decide que quiere tener ese ojo que le parece un huevo. Uno de los amigos saca de su cartera unas tijeritas y con cuidado extrae ese ojo de su cuenca y corta los ligamentos resistentes. Simone juega con el ojo. Lo mete en su vagina y en su ano. Trata de mantener el ojo entre sus nalgas. Los amigos se revuelcan de excitación. Y al fin Simone orina. Chorrean sus orines como si fuesen lágrimas. Estudian el ojo. Los mira desde la mojada y babosa vagina de Simone. La pupila era de un color azul pálido. Y yo estaba segura, completamente convencida de que Simone era esa mujer que estaba en el café. Ella tenía un don para los disfraces. Mientras yo caminaba por la banqueta, recordaba que ella y sus amigos se vestían como curas para viajar por España. Alquilaron un coche. Llevaban maletas enormes para guardar todos sus disfraces. Siempre se burlaban de la policía que no podía encontrarlos. En el pueblito de La Ronda sus amigos se pusieron enormes sombreros negros, sotanas y largas barbas negras. Fumaban puros. Ella se vestía como un seminarista. Por fin llegaron a Gibraltar, adonde compraron un yate equipado con una tripulación de negros…

      Yo me impresioné con el número tan alto de inconvenientes que me fue enumerando. Que mi pene colgaba, oscilaba, vulnerable, pasivo, testarudo, miserable, arrugado, oprimido, perpetuamente frustrado, estúpido, deshuesado, ciego, furioso. Y se levantaba cuando nadie lo llamaba ¿verdad? Se encogía, podía quedarse fofo en los instantes cruciales. Se irritaba. Erguido bajo la ropa dificultaba de pronto la marcha. A veces se balancea en la entrepierna contra los testículos. Si se somete a cierta abstinencia huele mal. Y lo peor es que su potencia es limitada. Sale a escena de vez en cuando rotundo de sangre y deseo, y desaparece entre bastidores apenas acabada la proyección. O apenas empezada, lo que siempre es bastante peor…

      Yo le pregunté si podía ir al jardín… Dijo que sí… Me recosté allí en un sillón, en medio de toda esa claridad y empecé a llorar… Vinieron Gorgonzola, el doctor y Zanahoria, un alcohólico… Luego Langosta… ¿Tú por qué estás aquí?… Porque… Demasiado bla, bla, bla… Me llevaron a clase de francés… Je m´appelle Jacqueline, ¿et vous?… De pronto me sentí muy triste y lloré de nuevo… Me sentí muy cansada y salí otra vez al jardín a leer los reglamentos del Instituto… Al rato se acercaron otro doctor y una enfermera… Amables… Me preguntaron si tenía frío… Sí, le dije, y la enfermera fue por un suéter… Me trajo el suéter… Un suéter bonito… Le platiqué cómo me tomé los fenobarbitales y me dormí… Me acompañó a mi cuarto… Un bonito cuarto… Desempaqué… Entró Piña Colada… Háblale a mi doctor, pregúntale… El secuentex… Han pasado ocho días de mi ciclo… ¿Qué hago?… El doctor dijo que estaba bien, que empezara a tomarlo desde hoy… Piña Colada me llevó al salón de rehabilitación… Quería hacer algo… Pedí una libreta y una pluma… Estaban en clase de inglés con Rice Crispies… Divertida… Hacen juegos de salón… Aprenda inglés jugando… Pero estoy tan cansada… Es hora de cenar… Me siento con Mermelada… Le digo que cuando salga de aquí se puede hacer rica fabricando ropa desechable de papel… Le parece muy buena idea… Le llevo una charola de comida a Chocolate que apenas puede hablar, come un poco, murmura gracias… Estoy tan fatigada que digo ya me cansé… Alguien me toma de la mano y lleva a mi cuarto… Me acuesto… Empiezo a hablar y me pongo a llorar… Al carajo con mamá… La enfermera me deja hablar… Le explico que la vivacidad de mamá y todas las cosas interesantes que ha hecho en la vida son como una barrera que ni siquiera mi brillante hermano ha podido franquear, y que yo represento un peligro y una amenaza para mis hijos, que mi propia vitalidad y fuerza les puede impedir competir y rebasarme… Y mi desmedida lujuria… Por eso debo morir… Duermo mal porque aún me duele mucho la garganta. Me metieron muchas sondas… No sé qué hora es… Soñé mucho con mi marido… Lo quiero… No sé si lo quiero… Todavía lo quiero… Ya no lo quiero… No me importa… Me besó… Casi nunca me besa… A veces pasan hasta seis meses y no me besa…

      Yo soy inasible en la inmanencia… ¿Soy claro? Pues yo resido igualmente en los muertos que en los seres que todavía no han nacido…

      Yo veo claramente dos caminos: cambiar mi modo de ser o seguir igual. Cambiar lo veo difícil, me rebelo ¿por qué ser como los demás creen que debo ser? Con esta actitud corro el riesgo de perder a Alguno. ¿Importaría? He pasado ya tantas veces por esta situación que perder a Alguno no me causaría especial dolor, estaría triste “pero siempre estoy triste” (otra vez Neruda). Pero ¿dónde me lleva todo esto? Debo intentar algo. Debo intentar amar. Después de todo, en el fondo, anhelo desesperadamente amar y ser amada. Intentaré, pero no será fácil. Sólo me queda esperar de Alguno una gran comprensión y una infinita dulzura cuando trate conmigo. No quiero perderlo. Debo darme esta oportunidad a mí misma. Pero no deseo pasarme la vida explicando por qué actúo de determinada manera. No lo deseo. Por ello, repito, sólo me queda esperar una gran dulzura y comprensión de Alguno. Ojalá, ¡ojalá las tenga! En cuanto a por qué soy así, por qué guardo silencio, o por qué no soy cariñosa, no vale la pena atormentarme. Soy así porque tengo miedo, porque siento inseguridad. No sé cuándo ocurrió, no sé cuándo empezó a ser así, tal vez desde siempre, tal vez desde la adolescencia. No sé. Ocurrió simplemente. Debo superarlo. Lo haré. Sé que será lentamente, muy lentamente. Pero lo haré. Ojalá y tenga Alguno la paciencia de tolerarlo, la calma suficiente para comprenderme. Será gradual y dulcemente, no de golpe. No puedo desprenderme de mis terrores en un día, o de un día para otro. Llegaron conmigo a la existencia. Debo abandonarlos muy lentamente. De otro modo no podría. No puedo de un día para otro tener gestos de cariño cuando siempre los he evitado. No puedo de la noche a la mañana dejar que todo lo oculto en mi corazón salga a flote. No puedo. Tardaría tiempo. ¡Ojalá lo entendiera! El miedo que siento de amar para que todo finalice en un adiós, no puedo reprimirlo, borrarlo con sólo desearlo. Lo haré, pero poco a poco. ¿Esto es muy difícil de entender? ¿Es difícil de comprender СКАЧАТЬ