En palabras del Buddha. Bhikkhu Bodhi
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Читать онлайн книгу En palabras del Buddha - Bhikkhu Bodhi страница 18

Название: En palabras del Buddha

Автор: Bhikkhu Bodhi

Издательство: Bookwire

Жанр: Философия

Серия: Clásicos

isbn: 9788499888293

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СКАЧАТЬ la luna y el sol, poderosos y gloriosos como son, no llegan a prevalecer con su luz, allí también apareció un gran resplandor inconmensurable, superior a la divina majestad de los dioses.6 Y los seres que habían renacido allí se percibieron los unos a los otros gracias a aquella luz [y pensaron]: ʻAsí pues, es cierto que existen otros seres renacidos aquíʼ. Y este sistema de diez mil mundos tembló, vibró, fue sacudido, y otra vez un gran resplandor inconmensurable que superaba la divina majestad de los dioses apareció en el mundo”. Esto, venerable señor, también lo considero una cualidad maravillosa y admirable del Bienaventurado.

      8. »Esto lo oí, venerable señor, de boca del Bienaventurado, de su boca lo aprendí: “Cuando, Ānanda, el Bodhisatta entró en el vientre de su madre, cuatro descendientes de los dioses vinieron a protegerlo por los cuatro puntos cardinales, para que ningún ser humano o no humano, o quienquiera que fuese, hiciera daño al Bodhisatta o a su madre”.7 Esto, venerable señor, también lo considero una cualidad maravillosa y admirable del Bienaventurado.

      9. »Esto lo oí, venerable señor, de boca del Bienaventurado, de su boca lo aprendí: “Cuando, Ānanda, el Bodhisatta entró en el vientre de su madre, ella devino virtuosa de forma natural, absteniéndose de matar seres vivos,* absteniéndose de apropiarse de lo que no le es dado, absteniéndose de conducta sensual inapropiada, absteniéndose de mentir y absteniéndose de tomar alcohol, drogas y otras sustancias que causan negligencia”. Esto, venerable señor, también lo considero una cualidad maravillosa y admirable del Bienaventurado.

      14. »Esto lo oí, venerable señor, de boca del Bienaventurado, de su boca lo aprendí: “Ānanda, otras mujeres dan a luz después de llevar al niño en el vientre durante nueve o diez meses, pero no le ocurrió así a la madre del Bodhisatta. La madre del Bodhisatta dio a luz después de llevarlo en el vientre durante exactamente diez meses”. Esto, venerable señor, también lo considero una cualidad maravillosa y admirable del Bienaventurado.

      15. »Esto lo oí, venerable señor, de boca del Bienaventurado, de su boca lo aprendí: “Ānanda, otras mujeres dan a luz sentadas o recostadas, pero no le ocurrió así a la madre del Bodhisatta. La madre del Bodhisatta dio a luz estando de pie”. Esto, venerable señor, también lo considero una cualidad maravillosa y admirable del Bienaventurado.

      16. »Esto lo oí, venerable señor, de boca del Bienaventurado, de su boca lo aprendí: “Ānanda, cuando el Bodhisatta salió del vientre de su madre, le recibieron primero los dioses, después los seres humanos”. Esto, venerable señor, también lo considero una cualidad maravillosa y admirable del Bienaventurado.

      17. »Esto lo oí, venerable señor, de boca del Bienaventurado, de su boca lo aprendí: “Ānanda, cuando el Bodhisatta salió del vientre de su madre, no tocó el suelo. Cuatro dioses lo recogieron y lo dejaron al lado de su madre, diciendo: ʻalégrate, oh reina, que te ha nacido un hijo de gran poderʼ”. Esto, venerable señor, también lo considero una cualidad maravillosa y admirable del Bienaventurado.

      18. »Esto lo oí, venerable señor, de boca del Bienaventurado, de su boca lo aprendí: “Ānanda, cuando el Bodhisatta salió del vientre de su madre, estaba inmaculado, ni empapado en agua, ni sucio con humores, sangre o ningún tipo de impureza. Estaba limpio y sin mancha alguna. Suponed que hubiera una gema envuelta en una tela fina: la gema no se mancharía con la tela ni la tela con la gema. ¿Por qué? Por la pureza de ambas. Así también cuando el Bodhisatta salió… estaba limpio y sin mancha alguna”. Esto, venerable señor, también lo considero una cualidad maravillosa y admirable del Bienaventurado.

      19. »Esto lo oí, venerable señor, de boca del Bienaventurado, de su boca lo aprendí: “Ānanda, cuando el Bodhisatta salió del vientre de su madre, aparecieron dos chorros de agua que caían del cielo, uno frío y otro caliente, para que se pudieran bañar el Bodhisatta y su madre”. Esto, venerable señor, también lo considero una cualidad maravillosa y admirable del Bienaventurado.

      20. »Esto lo oí, venerable señor, de boca del Bienaventurado, de su boca lo aprendí: “Nada más nacer, el Bodhisatta se puso en pie, manteniéndose erguido con los pies sobre el suelo, dio siete pasos mirando hacia el norte cubierto por un parasol blanco, miró hacia cada uno de los cuatro puntos cardinales y dijo estas palabras de bravura: ʻSoy el primero del mundo; soy el mejor del mundo; soy el más fuerte del mundo. Éste es mi último nacimiento; ya no hay más devenirʼˮ.8 Esto, venerable señor, también lo considero una cualidad maravillosa y admirable del Bienaventurado.

      21. »Esto lo oí, venerable señor, de boca del Bienaventurado, de su boca lo escuché: “Cuando, Ānanda, el Bodhisatta salió del vientre de su madre, un gran resplandor inconmensurable, superior a la divina majestad de los dioses, apareció en este mundo con sus deidades, sus Māras y Brahmās, con esta población de ascetas y brahmanes, con sus dioses y humanos. E incluso en aquellos abismales espacios vacíos entre un universo y otro, pura tiniebla y completa oscuridad, donde la luna y el sol, poderosos y gloriosos como son, no llegan a prevalecer con su luz, allí también apareció un gran resplandor inconmensurable, superior a la divina majestad de los dioses. Y los seres que habían renacido allí se percibieron los unos a los otros gracias a aquella luz [y pensaron]: ʻAsí pues es cierto que existen otros seres renacidos aquíʼ. Y este sistema de diez mil mundos tembló, vibró, fue sacudido, y otra vez un gran resplandor inconmensurable que superaba la divina majestad de los dioses apareció en el mundo”. Que cuando el Bodhisatta salió del vientre de su madre, un gran resplandor inconmensurable, superior a la majestad divina de los dioses, apareció en el mundo… esto, venerable señor, también lo considero una cualidad maravillosa y admirable del Bienaventurado».

      22. «Siendo así lo que dices, Ānanda, considera esto también como una cualidad maravillosa y admirable del Tathāgata: He aquí, Ānanda, que el Tathāgata sabe cuándo se originan las sensaciones, sabe cuándo están presentes y sabe cuándo desaparecen; sabe cuándo se originan las percepciones, sabe cuándo están presentes y sabe cuándo desaparecen; sabe cuándo se originan los pensamientos, sabe cuándo están presentes y sabe cuándo desaparecen.9 Esto, Ānanda, considéralo también una cualidad maravillosa y admirable del Tathāgata».

      23. «Venerable señor, que el Bienaventurado sepa cuándo se originan las sensaciones, sepa cuándo están presentes y sepa cuándo desaparecen; sepa cuándo se originan las percepciones, sepa cuándo están presentes y sepa cuándo desaparecen; sepa cuándo se originan los pensamientos, sepa cuándo están presentes y sepa cuándo desaparecen; esto también lo considero una cualidad maravillosa y admirable del Bienaventurado».

      Así habló el venerable Ānanda, y el Maestro le dio su aprobación. Los monjes se alegraron y se deleitaron con las palabras del Venerable Ānanda.

      (MN 123: Acchairya-abbhūta Sutta, abreviado; III 118-20; 122-124)

      3. LA BÚSQUEDA DE LA ILUMINACIÓN

      (1) Buscando el Estado supremo de la paz sublime

      5. «Monjes, existen estos dos tipos de búsqueda: la búsqueda noble y la búsqueda innoble. ¿Y cuál es la búsqueda innoble? He aquí, monjes, un hombre que estando él mismo sujeto al nacimiento busca lo que está sujeto al nacimiento; estando él mismo sujeto al envejecimiento, busca lo que también está sujeto al envejecimiento; estando él mismo sujeto a la enfermedad, busca lo que también está sujeto a la enfermedad; estando él mismo sujeto a la muerte, busca lo que también está sujeto a la muerte; estando él mismo sujeto al sufrimiento, busca lo que está también sujeto al sufrimiento; estando él mismo sujeto a las impurezas, busca él mismo lo que está también sujeto a las impurezas.

      6-11. »¿Y qué diríais, monjes, que está sujeto al nacimiento, al envejecimiento, a la enfermedad y a la muerte; sujeto al sufrimiento y a la impureza? Esposa e hijos, esclavos y esclavas, СКАЧАТЬ