Amor apasionado - Princesa de incognito. Victoria Pade
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Amor apasionado - Princesa de incognito - Victoria Pade страница 12

Название: Amor apasionado - Princesa de incognito

Автор: Victoria Pade

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Omnibus Julia

isbn: 9788413489476

isbn:

СКАЧАТЬ es un lugar muy pequeño y no habría podido estafar a Theresa sin que se supiera.

      Wyatt arqueó las cejas..

      —Puede que hubiera algo más bajo la apariencia legal de la transacción —comentó él—. Ayer pregunté a mi abuela sobre sus motivos para volver a Northbridge y mencionó a un hombre. No quiso decirme cómo se llamaba, pero insistió en que él le había dicho que todo saldría bien y que ella recibiría su parte.

      —Si se refería a Hector, ¿qué pudo hacer que fuera legal y ocultara algo bajo cuerda?

      —No tengo la menor idea. Ni siquiera tenemos la seguridad de que el tal Hector sea el hombre al que mi abuela se refería. Podría ser cualquier otro… deberíamos hablar con ella otra vez.

      Neily notó que Wyatt siempre hablaba en plural, incluyéndola a ella, en las cuestiones que afectaban a Theresa. El descubrimiento no sirvió precisamente para tranquilizarla, pero en ese momento llegó la camarera con las ensaladas que habían pedido y ella decidió aprovechar la ocasión para cambiar de tema.

      —¿Qué es eso que le dijiste a Sela sobre tu visita a la biblioteca?

      —Fui a ver si había algo sobre mi abuela o sus padres —respondió tras probar su ensalada—. Pero la venta de las tierras no debió de ser importante, porque en los periódicos de la época no se dice nada al respecto ni aparece ningún comentario que relacione a Hector Tyson con Theresa. Lo único que había era la noticia del nacimiento de mi abuela y una historia sobre la muerte de sus padres.

      —Y Sela tenía razón al decir que murieron congelados, ¿verdad?

      —Según los periódicos, sí. Mi abuela tenía dieciséis años entonces.

      —¿Se marchó inmediatamente de Northbridge?

      —Ahora que lo mencionas, no. Ella siempre nos ha dicho que tras la muerte de sus padres se marchó a vivir con una tía suya de Missoula. En el autobús conoció a mi abuelo y se gustaron tanto que se casaron al cabo de tres meses… justo el día en que cumplía los dieciocho.

      —En tal caso, pasó por lo menos un año entre la muerte de sus padres y su marcha —reflexionó—. Es extraño que se quedara sola tanto tiempo en Northbridge.

      —En efecto. Sus padres fallecieron a mediados de diciembre y ella nació en febrero, luego cumplió los diecisiete al año siguiente. Pero no se marchó a Missoula hasta tres meses antes de cumplir los dieciocho.

      —Y supongo que no sabes lo que estuvo haciendo hasta entonces…

      —No. Tenemos alrededor de once meses en blanco.

      —Y tampoco sabemos si efectivamente estaba sola.

      —No, tampoco lo sabemos. Pero todo esto es bastante raro, ¿no te parece? Especialmente si tenemos en cuenta que en algún momento vendió las propiedades a Hector Tyson por un poco de calderilla, como dijo Sela.

      La camarera llegó con sus pizzas y las sirvió.

      —Parece que tendré que investigar un poco más —añadió él.

      Neily no supo por qué, pero se sintió decepcionada al oír que hablaba en singular.

      —Eso parece.

      Wyatt probó un pedazo de pizza y preguntó:

      —Dime una cosa… ¿cómo es que te has especializado en trabajar con ancianitas?

      Neily sonrió.

      —No es mi especialidad. Los casos de geriatría forman parte de mi trabajo, pero aunque parezca lo contrario, sólo son una parte pequeña —puntualizó—. Tú no me has visto en acción con otras cosas…

      Neily se dio cuenta de que su última frase había sonado a coqueteo. Y al parecer, él también lo notó, porque le dedicó una sonrisa y preguntó:

      —¿A qué otro tipo de acción te dedicas?

      Ella tuvo que contenerse para contestar de forma profesional y no seguir con el juego.

      —Soy la única asistente social de Northbridge, así que me encargo de todos los casos que se presentan.

      —¿Por ejemplo?

      —Básicamente, me llaman si hay sospechas de negligencia o abusos y me encargo de que la gente reciba los servicios que necesita. Incluso he llegado a ayudar a personas que habían perdido sus propiedades en un incendio o por culpa de los bancos —respondió Neily—. Pero también soy consejera matrimonial y familiar, echo una mano en la escuela, apoyo a enfermos con desórdenes emocionales, organizo grupos de socialización en las guarderías…

      —¿Grupos de socialización en guarderías? ¿Para qué? Los niños son niños. Juegan, aprenden a distinguir los colores…

      —Los niños tienen problemas como todo el mundo —declaró con una sonrisa—. Les hablo sobre el valor del compromiso, de compartir las cosas y tener empatía. Y claro… también jugamos a cosas como qué es comida y qué no lo es.

      —¿Cómo?

      —Ya sabes, yo preguntó si la pizza es comida y tú respondes…

      —Que sí.

      —¡Excelente! —dijo con el mismo entusiasmo que dedicaba a los niños—. Luego pregunto si los sacapuntas son comida y tú contestas…

      Wyatt soltó una carcajada.

      —Que no.

      —¿Lo ves? Si fueras un niño pequeño, habrías aprendido que los sacapuntas no se comen. Pero también les hablo de cosas que probablemente no querrás saber.

      —No, probablemente no —comentó él, todavía riendo—. Pero vale, ya veo que no te dedicas sólo a las ancianitas… sin embargo, he notado que se te dan muy bien.

      Neily se sintió muy halagada por el comentario. No lo pudo evitar. Como tampoco podía evitar sentirse a gusto en su compañía ni divertirse con él.

      Por suerte, ya habían terminado de comer. Ahora tenía la excusa para marcharse.

      —Bueno, debo irme a casa. No he estado allí desde que amaneció…

      —Un día muy largo —comentó—. Pero me he divertido mucho contigo. Lamento haber alargado tu jornada laboral.

      —No la has alargado. Terminé hace un buen rato, pero ya es hora de que me marche.

      Wyatt pagó la cuenta a pesar de las protestas de Neily. Salieron del restaurante y caminaron hasta el juzgado, donde habían dejado los coches.

      —¿Ya has invitado a cenar a todos los que estuvieron trabajando en la casa el domingo pasado? —preguntó él.

      —A la mayoría. Pero no te preocupes… varias personas han quedado en avisar a los demás. La casa de tu abuela se llenará de gente.

      Neily abrió la portezuela de su vehículo y lo miró. La calle estaba bien iluminada, СКАЧАТЬ