Название: E-Pack HQN Victoria Dahl 1
Автор: Victoria Dahl
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Pack
isbn: 9788413756462
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Ben inclinó la cabeza y se levantó.
—Bueno, os dejo para que os pongáis al día.
—No tienes por qué… —intentó decir ella, pero él ya estaba alejándose. Molly lo vio marchar con una mirada de pena.
—¡No me digas que Miles ha dado en el clavo!
—¿Qué? —preguntó Molly distraída. Qué trasero tan magnífico tenía aquel hombre, todo músculo y…
—¿Estáis liados Ben y tú? ¿No acabas de llegar al pueblo —preguntó Lori, y miró su reloj— hace setenta y dos horas?
—No —dijo Molly, y se echó a reír mientras Lori ocupaba el taburete que Ben acababa de dejar libre—. Llevo cuatro días enteros aquí. Bueno, espera, ¿cuántas horas son cuatro días? ¿Más de setenta y dos?
—Tomaré lo mismo que ella —dijo Lori rápidamente.
Juan arqueó una ceja mirando a Molly.
—Es un martini con limón —confesó ella en un susurro.
—Perfecto.
—Y he estado esperando diez años para estar con ese hombre, así que no me regañes.
—¿Solo diez? —preguntó Lori, con los ojos brillantes como el jade pulido.
—Bueno, es cierto, más bien doce. Ya no aguanto más. Hay algo que se va a caer si no lo uso ya.
—Oh, no, en eso no tienes mi comprensión, Molly. Llevo en este pueblo toda la vida, y la mayoría de los hombres casaderos piensan que soy lesbiana. Tú te fuiste a Denver y extendiste las alas. Y las piernas.
Molly estuvo a punto de escupir el trago que acababa de tomar al estallar en carcajadas. Juan se había ruborizado, así que debía de haberlo oído, pero bueno, seguramente había oído cosas peores.
Cuando se recuperó, Molly miró la cintura y las caderas esbeltas de su vieja amiga, y después, los rizos de su melena corta.
—¿Y por qué piensa la gente que eres lesbiana?
—En primer lugar, porque en el instituto nunca me enrollé con nadie. En segundo lugar, me negué a hacerle una felación a Jess Germaine en el asiento trasero de su coche cuando por fin comencé a salir con chicos. Y tercero, soy mecánica. Todo encaja.
—Bueno, entonces intentaré que no se me caigan las llaves delante de ti.
—Oh, me lanzaría sobre ti como una loca.
Las dos se desternillaron en voz tan alta que algunos parroquianos las miraron.
—Disculpad —dijo Molly—. No es nada.
Los hombres volvieron a sus cervezas, salvo Ben, que estaba sentado al otro lado de la barra, mirándolas como si fueran una película. Miró con desaprobación su copa, pero Molly pidió otra.
—Me he fijado en que has pintado los camiones del Love’s Garage de color lavanda.
—¿A que están preciosos?
—¿Y a tu padre no le importa? ¿Y cómo está, a propósito?
—Murió hace unos meses, Molly.
—¡Oh! ¡Oh, mierda! Lo siento muchísimo, Lori. No me lo había dicho nadie.
—No pasa nada. Hacía mucho tiempo que no vivías aquí.
—Yo… Lo último que supe es que le iba muy bien. Oh, Lori… Lo siento.
—No, era su momento. Estaba listo. Yo lo veía en su mirada.
Molly asintió.
—Entonces, ¿ahora el garaje es tuyo?
—Sí. El garaje, la grúa, las quitanieves, y la gloria, por supuesto.
El tono de su amiga desdecía sus palabras.
—Es estupendo —dijo Molly cuidadosamente—. Pero… Yo creía que solo ibas a dejar los estudios durante un par de años.
—Yo también.
—¿No habías conseguido una beca para Europa, o algo así?
Lori sonrió, pero tenía una mirada de tristeza.
—Algunas veces, la responsabilidad es un rollo, ¿sabes? —agitó la cabeza, y los rizos se le movieron de un lado a otro—. Bueno, ya está bien de hablar de mí. Vamos a hablar de Ben. ¿Alguna vez tuvisteis algo juntos? Yo creía que salías con Ricky Nowell.
—Sí… Demonios, no seguirá viviendo aquí, ¿verdad?
—No, ¿por qué?
—Porque les he contado a muchas personas lo pequeño que tenía el pene, así que sería algo muy embarazoso.
Lori soltó un resoplido, y el martini se le metió por la nariz. Entonces se pasó un minuto tosiendo y enjugándose los ojos. Todos las miraron de nuevo.
Y después de eso, la cosa solo fue a peor.
Ben asintió hacia las dos mujeres achispadas.
—Creo que será mejor que las lleve a casa, señoritas —dijo, como si solo estuviera siendo amable, y no fuera un oficial de policía.
Molly descartó su ofrecimiento con un gesto lánguido de la mano.
—Oh, yo he venido andando, no te preocupes.
—Entonces, insisto.
—¿Qué pasa? ¿Es que piensas que mañana por la mañana me vas a encontrar enterrada en la nieve?
—Todavía no hay nieve suficiente para eso —dijo él, y la llevó hacia la puerta. Molly consiguió caminar sin tambalearse.
Lori los siguió entre risitas.
—Yo solo estoy a dos calles, Ben. No tienes que llevarme.
—Me sentiré mejor si lo hago.
—Sí —añadió Molly—. Además, todo el mundo hablaría de nosotros si nos fuéramos solos. Lori está loca por mí, Ben. Y tal vez te dejemos mirar si nos lo pides con amabilidad.
Dios Santo. Ni la imagen ni el chismorreo que él necesitaba.
—Trato hecho —dijo—. Vamos a mi casa —añadió, y con eso, le cerró la boca rápidamente. Lori se dejó caer contra su espalda, riéndose a mandíbula batiente, y él no pudo evitar sonreír—. Bueno, chicas. Vamos a ver si puedo llevaros a casa antes de que hagáis algo vergonzoso —dijo, y eso provocó otro ataque de risa en ellas—. Nadie va a vomitar, ¿de acuerdo?
—¡Si solo he bebido tres copas! —protestó Molly, pero cuando él se detuvo СКАЧАТЬ