La casa de las almas. Arthur Machen
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Название: La casa de las almas

Автор: Arthur Machen

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия:

isbn: 9786079889920

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СКАЧАТЬ a la chica en el hombro con delicadeza y sólo sonrió cuando se abrieron sus ojos y, despertando sobresaltada, se levantó con súbita confusión. La señora Darnell regresó a su cuarto y se vistió con calma mientras su marido seguía dormido, y no fue hasta el último momento, mientras se ajustaba el corpiño color cereza, cuando lo despertó y le dijo que el tocino quedaría muy dorado si no se apuraba a vestirse.

      Y la cuestión del cuarto desocupado lo hizo revivir este arrepentimiento en grado exagerado. Se convenció de que las cinco libras extra le hubieran dado un margen suficiente para el desembolso que deseaba hacer, aunque esto era, sin duda, un error de su parte. No obstante, veía con claridad que, bajo las condiciones actuales, no debía haber deducciones de la muy pequeña cantidad de dinero que tenían ahorrado. La renta de la casa eran treinta y cinco, y las tasas e impuestos sumaban otras diez libras: casi una cuarta parte de sus ingresos se iban en vivienda. Mary hacía lo posible por ahorrar en las cuentas de la casa, pero la carne siempre era cara y ella sospechaba que la sirvienta sacaba rebanadas subrepticias de los cortes y se los comía a medianoche en su cuarto con pan y melaza, pues la chica tenía apetitos desordenados y excéntricos. El señor Darnell ya no pensaba en restaurantes baratos ni caros; se llevaba su almuerzo a la Ciudad y después llegaba a merendar con su esposa: chuletas, un poco de filete, o carne fría de la cena del domingo. La señora Darnell comía pan y mermelada y bebía un poco de leche a mediodía. No obstante, con la máxima economía, el esfuerzo por vivir con lo que contaban y ahorrar para contingencias futuras resultaba enorme. Habían decidido aguantar sin un cambio de aires por lo menos tres años, puesto que la luna de miel en Walton-on-the-Naze había costado bastante, y fue a partir de esto que, de manera un tanto ilógica, habían apartado las diez libras, declarando que si no tendrían vacaciones, gastarían el dinero en algo útil.

      Y fue esta consideración de utilidad la que al final resultó fatal para el plan de Darnell. Habían calculado y recalculado el gasto de la cama y la ropa de cama, el linóleo y los adornos, y con grandes esfuerzos el costo total había llegado a tomar la forma de “algo un poco arriba de diez libras” cuando Mary dijo de repente:

      —Pero, Edward, después de todo en realidad no queremos amueblar ese cuarto. Quiero decir que no es necesario. Y si lo hiciéramos, podría llevar a una serie de gastos sin fin. La gente se enteraría y sin duda trataría de hacerse invitar. Ya sabes que tenemos familiares en provincia, y te aseguro que empezarían con las indirectas, al menos los Malling.

      Darnell vio la fuerza de su argumento y cedió, aunque se sentía amargamente desilusionado.

      —Hubiera sido muy lindo, ¿no crees? —dijo con un suspiro.

      —No te preocupes, querido —dijo Mary, que lo notó bastante cabizbajo—. Hay que pensar en otro plan que también sea algo lindo y útil.

      Ella a menudo le hablaba en ese tono de madre bondadosa, aunque era tres años menor que él.

      —Y ahora —dijo ella—, tengo que arreglarme para ir a la iglesia. ¿Vas a venir?

      Darnell dijo que creía que no. Por lo común acompañaba a su esposa al servicio matutino, pero ese día sentía cierta amargura en el corazón y prefería quedarse tranquilo bajo la sombra del gran árbol de moras que se erguía en el centro de su jardín: una reliquia de los prados espaciosos que alguna vez se extendieron, tersos, verdes y dulces, por donde ahora las lúgubres calles se arremolinaban en un laberinto imposible.

      De manera que Mary fue sola y con calma a la iglesia. Saint Paul estaba en una calle vecina, y su diseño gótico hubiera interesado al observador curioso por la historia de ese extraño resurgimiento. Era obvio que en lo mecánico no había nada errado. El estilo elegido era “geométricamente decorado” y la tracería en las ventanas parecía correcta. La nave, los pasillos, el espacioso presbiterio estaban proporcionados de manera razonable y, hablando en serio, la única característica que estaba mal era la sustitución de la mampara del presbiterio con su altillo por un “murete del presbiterio” СКАЧАТЬ