Hacer ciencia en el siglo XXI. Claudia Liliana Perlo
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Hacer ciencia en el siglo XXI - Claudia Liliana Perlo страница 6

Название: Hacer ciencia en el siglo XXI

Автор: Claudia Liliana Perlo

Издательство: Bookwire

Жанр: Социология

Серия: Proyectos de investigación

isbn: 9789874948724

isbn:

СКАЧАТЬ respuestas que quizás no queramos oír. Así y todo creo que debemos sumergirnos en ellas y abordarlas.

      No tenemos respuestas claras y precisas, por ello lo que sigue, son más presunciones y anhelos de cambio.

      El solo hecho de formularse estas preguntas evidencia que quien las formula, ha despertado o está desperezándose y se encuentra epistemológicamente situado fuera del paradigma tradicional. Desde una mirada tradicional positivista hay una perspectiva unívoca de la realidad y del hacer ciencia, que parte de suponer una realidad dada, objetiva, preexistente. En este sentido hacer ciencia supone observar, decodificar, comprobar y medir.

      En los siglos XVI y XVII la visión medieval del mundo, basada en la filosofía aristotélica y la teología cristiana, cambió radicalmente. La noción de un universo orgánico, viviente y espiritual fue reemplazada por la del mundo como máquina y esta se convirtió en la metáfora dominante de la era moderna. (Capra, 1996:39)

      Descartes fue el gran diseñador de esta nueva manera de conocer que generó dos mundos separados e independientes, el de la mente y el de la materia. Este paradigma luego fue completado y reforzado por el modelo mecanicista de Newton.

      Desde nuestra perspectiva, esto es lo que predominantemente se entiende por ciencia hoy y es avalado en las instituciones académicas. La misma ciencia que permitió entrar en la modernidad, para expandirse y profundizar el desarrollo tecnológico innegable y relevante que tuvo la sociedad occidental, al mismo tiempo negó y destruyó física o ideológicamente toda otra forma de pensamiento y de relación con la realidad que no aceptara las premisas científicas establecidas por el racionalismo hegemónico. Históricamente siempre existieron disidentes, la desobediencia académica, considerada herejía (al mejor estilo medieval) fue duramente castigada, significaba el descrédito y el alejamiento de los círculos académicos y la sospecha de irracionalidad. Muchos ejemplos podríamos citar de la historia, uno significativo para mí lo es la ruptura entre Freud y Jung. Freud considerado el padre del psicoanálisis, expresa a su discípulo la intención de que éste continúe su legado, declarándolo su hijo intelectual. Freud sostenía vehementemente que la causa de la neurosis tenía un exclusivo origen en la represión sexual, que habitaba en el inconsciente individual. Jung, encontró estrecha su mirada, considerando que el alíbido no es solo sexual, ni individual, creía que dicha concepción reducía la dimensión humana. Vislumbraba un inconsciente que iba mucho más allá de lo biográfico o personal. Estudió los símbolos, arquetipos, mitología y tradiciones místicas que lo condujeron a concebir el inconsciente colectivo. Tampoco presentó repulsión por el mundo del espíritu, la magia, la cábala y la alquimia, en los que profundizó durante su estado considerado de “demencia”, luego de la ruptura con su maestro.

      No pocos fueron los enfrentamientos y discusiones que Jung tuvo con Freud, ante lo que éste último consideraba tanta supertichería, que terminó con el castigo del hijo rebelde, fue apartado. Así lo expresó Freud en una carta a su discípulo desviado:

      ...En consecuencia, propongo que abandonemos nuestra amistad enteramente, no pierdo nada con ello pues mí único vínculo emocional con Ud., ha sido durante un largo tiempo, un delgado hilo, debido al prolongado efecto de pasados desacuerdos. Freud, Viena, Enero de 1913. (Grimaldi:2012)

      En la actualidad existe una creciente revalorización de la teoría junguiniana, convergente con una fuerte búsqueda del sentido de la vida y un sutil y progresivo acercamiento entre los mundos que hasta ahora aparecían escindidos: materia y mente, cuerpo y emoción, lo natural y lo social, oriente y occidente. Asimismo consecuentemente con la sanción recibida, esta revalorización aparece en primer lugar en el seno de la práctica social psicoterapéutica y de la sociedad en general, antes que en el espacio paradójicamente creado para la generación de conocimientos: la academia y su espacio institucional, la universidad.

      De manera muy similar, fue tomada como alocada la idea de la teoría de la deriva continental, originalmente propuesta por Alfred Wegener en 1912. Quien formuló la misma, a raíz de numerosas observaciones que indicaban que los continentes estuvieron unidos en eras geológicas pasadas. Estas evidencias incluyen la manera en que parecen encajar las formas de los continentes a cada lado del Océano Atlántico, como por ejemplo África y Sudamérica. Por supuesto que la idea fue originalmente descartada como ridícula por sus colegas, quienes no encontraron rigurosidad en sus argumentos. La idea recién fue tomada en cuenta en Europa, en los años cincuenta y confirmada por la comunidad científica una década después.

      El desarrollo científico propio de la edad moderna desarrolló la lógica del pensamiento racional adulto y “consciente”, como la única y exclusiva forma de percibir la realidad. Por un lado, intuir e imaginar pareciera ser cosa de niños y eso no es cosa seria. Por otro, cualquier otro estado de conciencia que no respondiera a estas características era/es considerado una patología. El desarrollo científico se ha basado en la lógica racional, ahora bien, ya no podemos ocultar lo que la historia de las ciencias nos muestra. Ya no podemos desconocer el papel que juegan la intuición, la corazonada, y hasta lo que pareciera “demencia”, en los grandes descubrimientos científicos.

      No ponemos en cuestión la necesidad de buscar argumentos y construir datos que nos permitan explicar la realidad. Sí nos preguntamos ¿Qué hubiera sido del desarrollo del conocimiento si no hubiéramos contado con seres humanos valientes y osados, dispuestos a pasar el ridículo y perder “prestigio” en pos de seguir adelante con sus intuiciones?

      Está visto que, así como pensar distinto fue peligroso en el medievo, no fue/es muy diferente el riesgo en la época moderna. Por lo que para algunos, la búsqueda de alianzas y negociaciones para salvar la reputación y el pellejo constituyó una estrategia adecuada.

      En este caso, la separación de la Iglesia de la producción de conocimiento al final de la edad media y en el ingreso a la modernidad, que en primer lugar constituyó un quiebre entre ciencia y fe, no tardó en derivar en una interesante alianza. Divididas las “unidades de negocio”, la ciencia ganó autoridad en el desarrollo de las cuestiones de la tierra y la iglesia se apropió de las cuestiones del cielo. De este modo la ciencia se ocuparía del cuerpo, la mente, la naturaleza y la Iglesia del alma y las cuestiones del espíritu. Asimismo la fuerte atmósfera positivista sedujo la ambición de la iglesia de “demostrar” su propia verdad y condujo a que ésta no se contentara con la eseidad del espíritu, doblegándose prontamente a participar bajo “las reglas del método”. Ejemplo de ello es la necesidad de la iglesia de justificar científicamente los milagros, a través de la recolección de evidencias y pruebas que “demuestren” la veracidad del poder del espíritu sobre la materia, aún con las gafas claras y objetivas con que se observa ésta. El milagro en primera instancia es sospechado, requiere de procesos probatorios de laboratorio para ser creído. La Iglesia se somete al tribunal científico, para hacer “fiable” sus datos, para no caer en la irracionalidad. De este modo va censurando a lo largo de su historia, la eseidad del milagro y racionalizando la fe, empobreciéndolos, transformando lo sobrenatural en natural, construyendo una religión aliada a la investigación científica. No nos faltan ganas, pero sería extenso adentrarnos aquí, (el lector puede suponerlas) en los profundos motivos por las cuales la iglesia se encontró a salvo en el refugio de la razón y no expuesta a la sensación del cuerpo e infinitud del alma.

      En el siglo XXI, СКАЧАТЬ