Название: Irresistible
Автор: Andy Stanley
Издательство: Bookwire
Жанр: Религия: прочее
isbn: 9781646910854
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Aquí es en donde la mayoría de nosotros se confunde. ¿Por qué abandonarían unos esclavos recientemente liberados al Dios que los liberó? ¿Cómo podrían adoptar como objeto de adoración algo que vieron ser creado ante sus propios ojos? Es confuso para nosotros porque crecimos creyendo en un Dios invisible que está en todo lugar al mismo tiempo. Pero eso era territorio nuevo para el pueblo de Israel. No tener un objeto para adorar, era tan confuso para ellos, como para nosotros sería, adorar una vaca. Necesitaban algo tangible. Visible. Inmóvil. Este episodio en la historia de Israel no terminó bien. Al final, Moisés tuvo que volver al monte Sinaí para recibir tablas nuevas.
Pero bueno, así Israel comenzó su relación formal con el Dios invisible y móvil de Abraham. Liberados de sus capataces egipcios y armados con nuevas reglas para vivir, se prepararon para levantar el campamento y comenzar su travesía al norte, hacia la tierra prometida. Pero antes de olvidarse de Sinaí por completo, Moisés ordenó la construcción de una tienda de campaña llamada el tabernáculo para albergar y transportar las sagradas tablas de la ley. Cuando se completó la construcción de esta tienda y las tablas de piedra descansaban a salvo en la caja de madera construida para ese propósito, sucedió algo extraordinario. Moisés lo describe de esta forma:
En ese instante la nube cubrió la Tienda de reunión, y la gloria del Señor llenó el santuario. Moisés no podía entrar en la Tienda de reunión porque la nube se había posado en ella y la gloria del Señor llenaba el santuario.10
Dios estableció su residencia.
Nadie llevó una estatua al tabernáculo para ponerla en un pedestal, como era la costumbre en las naciones paganas. Cuando el Dios de Israel estuvo satisfecho con que todo estuviera como debía estar, eligió habitar en el tabernáculo. Lo llenó con su gloria. Su presencia. Bajo sus términos.
Pero incluso con la presencia de Dios en medio de ellos, Israel aún no estaba en posición de “bendecir” a todas las naciones de la tierra.
Pregúntale a Faraón.
Nadie en Egipto se sintió “bendecido”, en ese momento en particular.
UNA COSA MÁS
Además de los múltiples viajes de Moisés al monte Sinaí, hay algo más que a los lectores modernos de la Biblia se les puede escapar también. El contenido, la redacción y el arreglo de las instrucciones de Dios para Israel están en forma de contrato legal. Los eruditos se refieren a esta plantilla como un tratado de suzeranía o tratado de suzeranía bilateral. Esta forma de acuerdo era usada por dos partes desiguales cuando definían los términos y condiciones de su relación. En un tratado de suzeranía, el poder mayor, el soberano, dicta los términos del poder inferior, el vasallo.
Algo así como las reglas de nuestros papás.
El punto es que los Diez mandamientos fueron más que eso. Fueron parte de un extenso contrato legal o pacto entre Dios (el Soberano) y la nación. Aquí hay un fragmento de la redacción original:
El Señor le dijo a Moisés: —Pon estas palabras por escrito, pues en ellas se basa el pacto que ahora hago contigo y con Israel.11
Los acontecimientos del monte Sinaí señalaron la inauguración de una relación de pacto entre Dios y la nación de Israel. Como descubriremos, este pacto definiría y gobernaría la relación de Dios con la nación de Israel por los siguientes mil y tantos años. Los términos y condiciones principales se hallan en Éxodo 19 al 24. Se repiten, se expanden y en algunos casos se esclarecen en Levítico, Números y Deuteronomio. Pero los siguientes tres versículos resumen muy bien los puntos del acuerdo:
Ustedes son testigos de lo que hice con Egipto,
y de que los he traído hacia mí
como sobre alas de águila.
Si ahora ustedes me son del todo obedientes,
y cumplen mi pacto,
serán mi propiedad exclusiva
entre todas las naciones.
Aunque toda la tierra me pertenece,
ustedes serán para mí un reino de sacerdotes
y una nación santa.12
Esto era un clásico tratado de soberanía del tipo: “yo haré esto, si ustedes hacen lo otro”. Guarden mis mandamientos y yo los mantendré a salvo. El acuerdo era bilateral y condicional. Si la nación de Israel no mantenía su parte del acuerdo, Dios no tenía la obligación de mantener la suya.
¿Está claro?
Sigamos adelante.
AÑOS DESPUÉS
A la larga, Israel llegó a salvo a la tierra prometida. Una vez que llegaron, sin embargo, no comenzaron a bendecir a todas las naciones que habitaban esa tierra. Al contrario, las conquistaron, y en ocasiones las saquearon hasta dominar la región.13 Después de varias generaciones operando como una teocracia poco organizada, regulada por jueces, los ancianos de la nación decidieron que era hora de algo nuevo. Era tiempo de que Israel creciera y comenzara a actuar “como todas las naciones”.14 Eso requeriría un rey. Un rey visible.15
REY DE CORAZONES
Nunca fue la intención de Dios que Israel tuviera otro rey aparte de él. Pero los israelitas sentían que, como estaba de moda tener rey, ellos deberían tener el suyo. Así que los ancianos y los líderes de la nación confrontaron al profeta Samuel e insistieron en que nombrara un rey. Samuel le preguntó a Dios y recibió esta respuesta:
Hazle caso al pueblo en todo lo que te diga. En realidad, no te han rechazado a ti, sino a mí, pues no quieren que yo reine sobre ellos.
¡Desechado, eso duele!
Te están tratando del mismo modo que me han tratado a mí desde el día en que los saqué de Egipto hasta hoy. Me han abandonado para servir a otros dioses. Así que hazles caso, pero adviérteles claramente de cómo el rey va a gobernarlos.16
Samuel regresó con los ancianos e hizo como Dios le había instruido. Hizo su mejor esfuerzo por explicarles porqué una monarquía no era el mejor de los gobiernos, pero sin resultado.
El pueblo, sin embargo, no le hizo caso a Samuel, sino que protestó: —¡De ninguna manera! Queremos un rey que nos gobierne.17
Lo que dijeron a continuación, estableció el escenario para lo que sucedió después.
Así seremos como las otras naciones, con un rey que nos gobierne y que marche al frente de nosotros cuando vayamos a la guerra.18
El problema, por supuesto, era que Dios no planeó que Israel fuera como las otras naciones. Dios tenía la intención de que Israel destacara del resto de las naciones, porque estaba planeando hacer algo, a favor de todas las naciones, a través de ellos.
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