Название: E-Pack Jazmin Especial Bodas 2 octubre 2020
Автор: Varias Autoras
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Pack
isbn: 9788413752334
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Su corazón pertenecía a Cisco.
–Me alegra que nos hayamos encontrado… precisamente te iba a llamar porque no podré salir el viernes que viene –le informó–. Lo siento mucho, Trace. Tenía ganas, pero estoy demasiado ocupada.
Él pareció decepcionado.
–No te preocupes; nos veremos otro día. El cine no va a dejar de proyectar películas, y en cuanto a la reserva en el restaurante Jackson Hole, se puede anular… Pero ¿qué ha pasado? ¿Va todo bien?
Easton pensó que todo iba mal. Trace era el hombre que le convenía; un hombre seguro y muy atractivo que se preocupaba sinceramente por ella y por la comunidad en la que vivían. Sin embargo, ya no se podía engañar a sí misma. Nunca se enamoraría de él.
Justo entonces, Cisco apareció. A pesar de estar pálido y de tener ojeras, se las había arreglado para parecer tan rebelde y peligroso como de costumbre, con el pelo revuelto y su barba de tres días. El contraste con Trace, tan rubio y tan repeinado, no podía ser mayor.
–Hola, Bowman…
Trace no se alegró de ver a Cisco.
–Hola, Del Norte –dijo con frialdad–. ¿Qué haces aquí? Me habían dicho que estabas encerrado en una cárcel de Guatemala.
Easton se llevó una sorpresa. No sabía nada de ninguna cárcel de Guatemala.
–Me soltaron por buen comportamiento –ironizó.
La animosidad que se profesaban los dos hombres era tan obvia que hasta la pequeña Isabela lo sintió.
–Ya he terminado, East. ¿Nos vamos a casa? –dijo Cisco.
Easton no era tan ingenua como para no darse cuenta de que la mención de la casa tenía la intención de molestar a Trace.
–Sí, claro… Pero antes tengo que recoger las cosas de Isabela.
–Te esperaré en el coche.
Cisco salió de la clínica. Caminaba con aparente normalidad, pero Easton se dio cuenta de que sus movimientos eran más precisos de lo normal.
Cuando se quedaron a solas, Trace frunció el ceño.
–Veo que no bromeabas al decir que la historia es larga de contar. Los asuntos concernientes a Francisco del Norte suelen estar tan retorcidos como una escala de cuerda en mitad de un vendaval –afirmó.
–Lo siento.
Easton ni siquiera supo por qué se disculpaba. Ella no tenía la culpa de lo sucedido; a decir verdad, ni siquiera era culpable de haberse enamorado de Cisco durante su adolescencia y de seguir enamorada de él.
Trace la acompañó a la salida y le abrió la puerta. La tarde olía a lilas y a primavera.
Mientras caminaban hacia el aparcamiento, Trace comentó:
–Ten cuidado con Cisco. Siempre se mete en problemas.
Ella asintió, pero no dijo nada.
–¿Se va a quedar en el rancho?
Easton volvió a asentir.
–Sí, pero solo durante unos días. Está convaleciente de una herida y va a llevar a la niña con su familia, que vive en Boise –respondió–. Estoy segura de que no se quedará más de una semana. Nunca se queda más tiempo.
Trace apretó los dientes.
–¿Por qué se tiene que alojar en el rancho? ¿Es que no tiene adónde ir?
–El rancho Winder es su hogar. Jo y Guff le dejaron parte de las acciones, al igual que hicieron con Quinn, Brant y yo misma.
En realidad, no eran propietarios con los mismos derechos. Easton tenía el cincuenta y uno por ciento de las acciones y Quinn, Brant y Cisco se repartían el cuarenta y nueve restante. Era lo más razonable; al fin y al cabo, ella se encargaba de todos los asuntos del rancho desde la muerte de Jo.
–Sobórnalo para que se marche. Seguro que necesita dinero.
Ella ya había considerado esa opción. Podía hacerle una oferta y adquirir su parte de las acciones, pero tenía un buen motivo para desestimarla; si se las compraba, cabía la posibilidad de que no se volvieran a ver.
Nerviosa, decidió cambiar de conversación.
–Siento no poder verte el viernes. Te prometo que te llamaré en cuanto las cosas se tranquilicen –declaró.
Por la expresión de Trace, Easton supo que se había quedado con ganas de decir algo más; pero, afortunadamente para ella, se mordió la lengua.
Un segundo después, la besó. No era la primera vez que la besaba, pero nunca lo había hecho con tanta pasión; era como si quisiera demostrarle que pertenecía a él.
Easton intentó dejarse llevar, pero no pudo. El regreso de Cisco lo había cambiado todo.
Rompió el contacto y dio un paso atrás, perfectamente consciente de que el amor de su vida los estaba mirando desde el interior del coche.
–Será mejor que me marche.
–Está bien, pero llámame cuando puedas –dijo Trace con una sonrisa encantadora–. Estoy deseando volver a verte. De hecho, llámame en cualquier momento si me necesitas… estaré en tu rancho en un abrir y cerrar de ojos.
Easton asintió.
–Gracias, Trace.
El policía se marchó y ella sentó a la niña en la sillita que había instalado en el asiento trasero. Después, se sentó al volante y arrancó.
Ya habían salido del pueblo cuando Cisco rompió el silencio.
–¿Estás saliendo con Bowman?
Ella apretó las manos en el volante.
–Hemos salido unas cuantas veces, sí, pero no sé hasta dónde llegaremos –respondió, escueta–. Es un buen hombre. Me gusta.
–Y se nota que tú le gustas a él. Te ha besado como un perro marcando el territorio.
–Una metáfora encantadora –ironizó ella–. Pero exageras.
–¿Tú crees?
–Yo no soy el territorio de nadie.
Easton se dijo que ella solo se pertenecía a sí misma.
Con la salvedad del trocito de su corazón que pertenecía a Francisco del Norte.
Capítulo 4
CISCO pensó que aquello era el paraíso.
Viajaba a lomos de su caballo preferido, Russ, cabalgando por un camino precioso desde СКАЧАТЬ