En Sicilia con amor. Catherine Spencer
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Название: En Sicilia con amor

Автор: Catherine Spencer

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Omnibus Bianca

isbn: 9788413486147

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СКАЧАТЬ como para no comentar nada.

      –¡Por el futuro! –brindó Raffaello.

      –Y por nuestros hijos. En realidad esto versa sobre ellos –comentó Corinne, indicándole que se sentara en el sofá–. ¿Y ahora qué?

      –Mañana obtendré una licencia de matrimonio. Nos casaremos tan pronto como podamos, lo que seguramente será esta semana.

      –¡No seas ridículo! –exclamó ella–. ¡En una semana no tendré tiempo para nada! Tengo que cerrar mi negocio, hacer las maletas, hablar con mi casero…

      –Eso son sólo detalles, Corinne. Ahora que ya has tomado tu decisión, todo lo que debes hacer es decidir qué cosas quieres llevar contigo a Sicilia. Yo me encargaré del resto.

      –Pero…

      –Y estoy seguro de que comprenderás que no quiero estar alejado de Elisabetta durante más tiempo del necesario.

      –Sí claro, desde luego –contestó Corinne, consciente de que si la situación fuera a la inversa ella estaría deseando volver con Matthew.

      Pero aun así le parecía imposible hacer lo que proponía Raffaello en sólo un par de días.

      –Confía en mí, cara mía –pidió él, acariciándole la mejilla.

      –Lo hago –dijo ella, sorprendida al percatarse de que era cierto–. Simplemente no estoy acostumbrada a que se ocupen de mí, eso es todo.

      –Pues acostúmbrate ya que ése será mi regalo de boda –ordenó Raffaello–. Estás frunciendo el ceño, ¿dudas de mi palabra?

      –No. Simplemente me acabo de dar cuenta de algo que hemos pasado por alto. Matthew iba a comenzar el colegio en septiembre, pero no podrá hacerlo en Sicilia ya que no conoce el idioma.

      –Te preocupas por nada, querida. Elisabetta tiene una institutriz que le enseña en inglés aparte de en italiano. Matthew encajará a la perfección y para navidades ya hablará italiano con fluidez. ¿Hay algún otro problema por el que creas que debemos retrasar la boda?

      –No –contestó ella–. Nada.

      Las cosas ocurrieron con mucha rapidez después de aquella conversación ya que, como Corinne aprendió a toda prisa, Raffaello no era un hombre que dejara que los obstáculos se interpusieran en su camino. En muy poco tiempo arregló la situación con su casero, pagó sus deudas y envió un equipo de mudanzas para que embalaran las pertenencias de Matthew y de ella. También lo dispuso todo para que su empresa de catering pasara a ser propiedad de tres mujeres que habían trabajado para ella y que querían hacerse cargo del negocio. Lo único que no consiguió fueron pasaportes para su hijo y para ella… pero eso fue porque Corinne los había conseguido ella misma hacía dos años, cuando había viajado a México.

      Por consiguiente, diez días después de haber conocido a Raffaello, Corinne estaba frente a un juez y se convirtió en la señora Orsini. Ese mismo día por la tarde, acompañada de su recién estrenado esposo y de su hijo, embarcó en un avión de la compañía Air Canada con destino a Roma. Allí comenzaba su nueva vida.

      Capítulo 5

      LAS FOTOGRAFÍAS que había visto de la casa de él apenas hacían justicia al lugar. La Villa di Cascata era, para decirlo claramente, impresionante. Era enorme, lujosa, parecía la residencia de alguien de la realeza y, teniendo en cuenta la manera en la que habían llegado a ella, a Corinne no debía sorprenderle. Habían viajado en primera clase a Roma, donde habían tomado un avión privado que les había llevado a Sicilia. Aquél era un mundo muy distinto al que ella había estado acostumbrada.

      Y esa diferencia se hizo aún más palpable en cuanto llegaron a la villa y él le presentó a su madre y a su tía. Malvolia Orsini y Leonora Pacenzia, dos mujeres extremadamente elegantes, estaban en la gran puerta de entrada de la villa y la miraron de manera precavida.

      –Bienvenida –le dijeron–. Encantadas de conocerla –añadieron, hablando en un inglés casi tan impecable como el de Raffaello.

      Pero aquellas palabras carecían de ninguna calidez y, para ser sincera, Corinne tuvo que reconocer que no podía culparlas si pensaban que era una cazafortunas. Ella misma se había acusado de ello más de cien veces durante la semana anterior.

      A su lado se sentía inepta y muy simple. Su traje de boda, un vestido gris que le había parecido estupendo cuando lo había comprado dos días atrás, en aquel momento le parecía insulso al lado del vestido negro de su suegra. La mujer incluso casi arruga la nariz con desagrado al analizar la falda que llevaba ella, la cual estaba manchada por los dedos pegajosos de su hijo.

      –¿Éste debe ser…? –comenzó a decir Malvolia, refiriéndose a Matthew.

      –Mi hijo –respondió Corinne, incapaz de ocultar su tono de enfrentamiento. No sería responsable de sus acciones si la mujer mostraba el más mínimo signo de desaprobación con respecto a Matthew.

      Fuera cual fuera la opinión que tenía Malvolia de la nueva esposa de su hijo, la impresión que le causó Matthew fue difícil de ocultar. Se agachó hasta poder mirarlo a la cara.

      –Ciao, pequeño. ¡Qué guapo eres! ¿Cómo te llamas?

      –Matthew –contestó el niño, acercándose a ella–. ¿Y tú cómo te llamas?

      –Yo soy la signora Orsini.

      –¿Eres mi nueva niñera?

      –No –contestó la mujer, apartándole el pelo de la frente–. Soy tu nueva abuela, pero puedes llamarme Nonna –entonces se levantó y señaló a su hermana–. Y ésta es tu nueva tía, Zia Leonora.

      La hermana de Malvolia, una mujer levemente menos intimidante que ésta, le dio un abrazo al pequeño y miró a Corinne a continuación.

      –Tiene un hijo muy agradable, signora –le dijo.

      –Estoy de acuerdo –concedió Corinne.

      –Y en alguna parte por aquí yo tengo una hija muy agradable –le comentó Raffaello a su madre, abrazando a Corinne por la cintura–. ¿Cómo es que no está aquí para conocer a su nuevo hermanastro?

      –Le dije que fuera a los establos con Lucinda. Lorenzo prometió darle una clase de equitación.

      –¿Por qué ahora, madre mia? Sabías cuándo llegaríamos y seguramente eres consciente de las ganas que tengo de verla y de presentarla a los nuevos miembros de la familia.

      –Pensé que era mejor no agobiar a tu… esposa con demasiadas cosas tan pronto –contestó Malvolia, poniéndose imperceptiblemente tensa.

      Puso énfasis en la palabra «esposa» para dejar claro que no consideraba a Corinne más que una arribista que no tenía que entrar por la puerta delantera de la villa cuando había una trasera para los sirvientes.

      –Preferirá refrescarse antes de conocer a Elisabetta, ¿no es así, signora? –continuó diciendo.

      –Gracias –respondió Corinne con la misma formalidad–. Así es.

      –Una СКАЧАТЬ