Название: Déjame en paz…, y dame la paga
Автор: Javier Urra
Издательство: Bookwire
Жанр: Сделай Сам
Серия: Harpercollins Nf
isbn: 9788491395751
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Habla sobre la amistad, la diferencia abismal entre ser amigo, compañero o colega. Ten presente que buena parte de los comportamientos de riesgo acontecen con el grupo de amigos, por tanto, es esencial fortalecer su asertividad, su capacidad para resistir las presiones de grupo, a veces insanas o claramente atentatorias contra las normas familiares o los valores que quieres transmitirles.
La presión del grupo de amigos para un adolescente es muy fuerte, y, por tanto, has de anticipar posibles situaciones, hablarlas, plantear alternativas y salidas, y ayudarle a sentirse más seguro para afrontarlas.
Cuando las actividades, los horarios o el lugar no son adecuados para tu hija o para tu hijo, por el riesgo evidente para su seguridad o para su salud, di categóricamente no y de manera innegociable.
Claro que supervisar las actividades, los horarios y los amigos es necesario. Tiene que ser consciente de que vas a intentar saber desde la confianza qué está haciendo y con quién lo está haciendo, pues no dudes de que resulta preventivo, ya que se implicará en menos actividades de riesgo. Y si desconfías de alguno de sus amigos, has de transmitir tus percepciones, las razones, limitar los tiempos y las actividades con ese o esos amigos.
Todo adolescente debe tener un verdadero amigo, una verdadera amiga, que lo es del alma, que es insustituible. Quien no tiene un amigo verdadero, debe ser motivo de preocupación.
Los adolescentes a lo que tienen miedo es a la exclusión, a ser señalados por la mayoría como distintos. Fíjate si es así, que a muchos progenitores no les gusta tener un hijo con comportamientos o conductas que sean excepcionales.
De los padres esperan respeto, que mantengan la distancia óptima, que los trasmitan equilibrio y seguridad, que les den buen ejemplo, que les apoyen y los escuchen, que les indiquen cómo afrontar la realidad, los conflictos, cómo anticipar los acontecimientos. Solo el veinte por ciento de los adolescentes cuenta sus problemas o preocupaciones a sus padres.
Podríamos definir a los adolescentes como el cristal, duros, pero frágiles. Quieren querer, pero no saben cómo. Quieren ser atendidos, pero también estar aislados. Quieren que se respete su intimidad, que se les deje respirar, que se les deje vivir.
Es en la adolescencia cuando se capta por primera vez la vulnerabilidad.
Además, y desde hace un tiempo, se ha corrido la voz de algo que, sin ser cierto, se le da carta de naturaleza, y es que un menor es un intocable. Y algunos de ellos, desde esa patente de corso, abusan de sus padres sin darse cuenta de que al hacerlo también se dañan a sí mismos.
Hay un aspecto nuclear que se refiere a la sexualidad de los adolescentes, y es que en ese paso de la niñez a la edad adulta brota la sexualidad de forma imperiosa, ya sea individualmente o en pareja. Por supuesto es un derecho, pero que debe utilizarse desde el conocimiento de los riesgos, como son las enfermedades de transmisión sexual, o la utilización por parte de adultos, o unir sexo y violencia o procurar embarazos no deseados.
No sé si sabes que uno de cada cuatro adolescentes que mantienen relaciones sexuales no utiliza anticonceptivos. En los barrios más deprimidos, el número de embarazos adolescentes comparado con los barrios ricos se multiplica por cuatro. Es la falta de educación sexual y el escaso uso de los métodos contraceptivos los que explican una tasa elevada de abortos entre jóvenes.
Los adolescentes nos mantienen a los adultos actualizados en lo que a la tecnología, música y moda se refiere, y también aportan de manera positiva a la familia su alegría, su ilusión, su humor. La verdad es que te ríes mucho con ellos. Su ternura, esos momentos sensibles, cariñosos que añaden ese puntito que aún les queda de niños. Su capacidad para debatir, el equilibrio que confieren al tener intereses distintos a los que son propios de nuestra edad, y desde luego no negaremos el compartir momentos cálidos de comidas, de salidas, de viajes. Tienen menos prejuicios que sus padres, poseen una gran energía —a veces—, son críticos con el mundo, viven con mucha intensidad y son sentimentales y creativos. En la adolescencia es fácil encontrar la inspiración. Son, en general, tolerantes. Les encanta, pese a lo que pudiera parecer, hacer cosas en familia.
En la adolescencia hemos de querer a quien más lo necesita cuando de verdad menos lo merece.
TIPOLOGÍAS DE ADOLESCENTES
Hay algunas, podríamos decir, «tipologías de adolescentes», por ejemplo: los huidizos, los introvertidos e indescifrables. Estos están desconectados, normalmente con cascos de música, esconden sus cosas, se refugian en su cuarto. Son esos que sus padres dicen «la verdad es que no sé qué piensa y realmente no sé conocerle, me preocupa».
Otros serían los cien por cien grupales, los que viven para y por los colegas, y se activan solo con ellos. Son indescifrables para los adultos y parece que conectan y están en sintonía con sus iguales.
Están los maltratadores de los hermanos pequeños o también pueden serlos de la madre. En ese caso, generalmente, es que el padre varón está desaparecido. Son esos jóvenes que gritan, que golpean, que insultan, que vejan, que se dejan llevar por un carácter irascible y les funciona.
Otro grupo sería el de los psicopáticos. Son esos que desde niños aprendieron a ser insensibles, lejanos, duros, digámoslo sinceramente, a deshumanizarse. Su principio filosófico es «primero yo, luego yo». Mantienen esa actitud tiránica, dictatorial, distante, incapaces de empatizar, de mostrar afabilidad, ternura, de transmitir sensibilidad y de pedir perdón.
Otro problemático sería el de los drogodependientes. Desde el que va a consumir habitualmente droga, que busca un euforizante o drogas de síntesis, hasta el consumidor de alcohol de tipo nórdico; es decir, de alta graduación. Al final, lo que busca es alejar la consciencia de lo que le rodea.
Un grupo más sería el de los enganchados a, pudiera ser, el ordenador o el teléfono móvil, y los que se inician en la ludopatía y los compradores compulsivos. Y para finalizar este pequeño repaso, también tenemos al adolescente con graves problemas de conducta, a veces, no siempre ni mucho menos, afectado de una enfermedad mental.
3
NOS QUEREMOS, PERO NO NOS SOPORTAMOS
Mi hijo ya es adolescente.
He tenido una charla sobre sexo con él,
y he aprendido mucho.
No deberíamos hablar de adolescente problemático, sino de familia con problemas. En un hogar con uno o más adolescentes se impone, en ocasiones, la incomprensión como axioma. A veces, los gritos, la discusión. Otras, unos silencios clamorosos. Cuando no portazos y momentos duros y difíciles.
Las discusiones nacen de unas familias que educan en modelos sobreprotectores o de autoritarismo, cuando los padres que han sido los entrenadores de sus niños en todo momento y lugar son despedidos por los adolescentes. Estamos hablando de un seísmo relacional, de un tsunami vivencial, pues padres e hijos deben compartir los mismos espacios, generándose en algunas situaciones una relación tóxica, cuando no injusta, que deja heridas y secuelas no siempre imperceptibles.
Hablar «de padre a hijo» cuando ya han surgido los conflictos no siempre da resultado. Intentar seducirlo, buscar su complicidad, es lo que menos precisa y en el fondo desea. Esta tonta actitud les impele a huir, a liberarse СКАЧАТЬ