Название: La distancia del presente
Автор: Daniel Bernabé
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Anverso
isbn: 9788446048862
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«Teniendo en cuenta que la manifestación se convoca por un colectivo más amplio que Juventud Sin Futuro, tenemos unas expectativas altas. Es un comienzo de la participación ciudadana, que llevamos esperando desde que comenzó la crisis y que la plataforma ha conseguido tejer unas redes muy amplias»[4], comentaba a El País una portavoz de JSF una semana antes del domingo de marras, en un acto de presentación mediante una performance en Príncipe Pío. Cabe destacar la buena cobertura que otorgó el diario de PRISA en los días anteriores y posteriores al 15 de mayo. Esto, como decíamos en el final del primer capítulo, se debió al olfato periodístico de profesionales como Marta Garijo –redactora o coautora de prácticamente todas las piezas de información de esas jornadas–, a la necesidad informativa de que sucediera algo parecido a las protestas de jóvenes en Islandia, Portugal o Grecia, pero también a una evidente tensión entre PRISA y el Gobierno presidido por ZP, que apostó por Mediapro, con La Sexta y Público como medios afines que liberaran al PSOE de la tutela histórica de El País.
Como bien decía la portavoz de Juventud Sin Futuro, el grupo que anticipó con su manifestación en abril la convulsión de mayo, aquella cita recogía a un sector más amplio del que de alguna manera representaba JSF, que, si bien se podía identificar de una forma más cercana con la izquierda universitaria, había rehuido conscientemente cualquier asociación estética y retórica con la misma. Democracia Real Ya no era en aquel momento más que un sumatorio de gente –gente joven, universitaria, de clase media y con profesiones liberales– que se había conocido a través de las redes sociales, que pasó de ser la Plataforma de grupos promovilización ciudadana, creada el 20 de febrero de 2011, a tener la denominación con la que luego se le conocería a partir del 16 de marzo. DRY no era una organización al uso, con unos estatutos, un programa político, una estructura organizativa o algún tipo de militancia, sino tan solo, más allá de una página de difusión en Facebook, un paraguas en el que se cobijaron distintas personas para convocar públicamente una manifestación. Entre ellas estaba una asociación de desempleados, de limitada representatividad, así como la iniciativa #Nolesvotes, surgida al calor de la oposición a la ley Sinde, promovida por empresarios y comunicadores del ámbito «internetero» como Enrique Dans, profesor de la IE Business School, Ricardo Galli, creador de Menéame, o Julio Alonso Alcaide, fundador de Weblogs. También ATTAC, la Asociación por la Tasación de las Transacciones financieras y por la Acción Ciudadana, con las caras visibles en nuestro país de Juan Torres López y Carlos Martínez Blay.
Echen por un momento el freno de mano e intenten visualizar algo que pueda incluir a enamorados de la economía californiana y el tecnofetichismo, a Ecologistas en Acción, a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, a Intermón, a antiguos trotskistas, a jóvenes educados en el ICADE, a desempleados, a los hackers de Anonymous y a versos libres de Izquierda Unida. Todo esto en el momento previo a la manifestación.
¿Y qué pasó en aquella tarde del domingo 15 de mayo? Pues nada realmente reseñable si se contemplaba de forma superficial. La asistencia fue exitosa, pero ni mucho menos masiva. Recorrido típico por el centro de la capital e incluso los tradicionales incidentes al final de la misma. Algo que de por sí ya resultaba novedoso y reseñable al tener el mismo poder de convocatoria una plataforma creada hacía apenas unos meses que los grandes sindicatos. Además de Madrid también tuvieron manifestaciones de una asistencia considerable Barcelona, Murcia, Granada, Sevilla, Málaga, Alicante y Valencia, lo que nos indicaba que aquello era un fenómeno que trascendía el ecosistema político-activista madrileño a pesar de provenir del mismo. Si la asistencia y la extensión territorial eran notables, si los convocantes y las formas de convocatoria no eran los habituales –página web con una cuenta atrás que aportó una carga dramática de acontecimiento en el que había que estar–, los propios asistentes, para el ojo entrenado en manifestaciones, no eran desde luego los habituales. Aunque evidentemente predominaba la gente joven, allí, literalmente, estaba todo el mundo que de una u otra forma había visto afectada su vida por el volcán económico con el que dimos inicio a esta historia.
Aquello de «Nobody Expects the Spanish Revolution», además de ser un lema inflamado, era poco cierto. The Washington Post informó de las manifestaciones el lunes 16 de mayo «El domingo, decenas de miles de estudiantes, grupos sociales y españoles desempleados se manifestaron en más de 50 ciudades para protestar contra las medidas de austeridad del Gobierno y el papel que los bancos y los partidos políticos han desempeñado en la crisis financiera»[5]. Parece bastante obvio que una manifestación en un país periférico como España no suele despertar la atención de un periódico norteamericano. Las vicisitudes económicas por las que atravesaba España hicieron que precisamente todo el mundo esperara, si no la Spanish Revolution, sí una convulsión social notable. Los medios nacionales se hicieron eco de igual manera de las manifestaciones del 15 de mayo. El conservador ABC destacaba las palabras de Fabio Gándara –aunque no hay culpables claros de la situación política y social actual, hay que articular una respuesta frente a una ley electoral falsa, que condena al país al bipartidismo–[6], que junto con Pablo Gallego y Jon Aguirre Such, un joven arquitecto también vinculado a la plataforma DRY, se hicieron a partir de ese día las caras más visibles del escenario mediático.
Pero ¿por qué se eligió ese domingo de mayo para lanzar aquella manifestación? La respuesta la encontraríamos en el domingo siguiente, ya que el 22 de mayo de 2011 estaban convocadas elecciones autonómicas y municipales. La intención de los organizadores era obtener una mayor difusión al entrar de una u otra forma en medio de la campaña. Sin embargo, el hecho de que tan solo faltara una semana para la cita electoral desencadenó algo por lo que probablemente hoy recordamos esta manifestación, a estas plataformas y a estos protagonistas. Una vez desconvocada la marcha, una vez incluso disuelta la sentada en la plaza de Callao que pretendió cortar la Gran Vía, y terminados los incidentes en el laberinto de calles que une el centro con Lavapiés, con un saldo de una veintena de detenidos, un grupo de jóvenes se organizaron espontáneamente en la Puerta del Sol para pasar la noche, al margen de los planes de los convocantes.
«Unas horas después, entrada la madrugada, una veintena de personas ha montado varias tiendas de campaña en la Puerta del Sol en un intento de establecer allí un foco para seguir con la protesta hasta las elecciones del próximo domingo, según Radio Nacional»[7]. Aunque la primera noche nadie hizo caso a las cuatro decenas de acampados de Sol, en la mañana del lunes 16 las redes sociales hervían con la aventura de la tarde anterior, la primera en el terreno político para muchas de las personas que asistieron a la convocatoria, la segunda para unos pocos que estuvieron en las protestas para destinar el 0,7 por 100 del PIB a la ayuda al desarrollo de los países pobres en los años noventa. De hecho, a las dos de la tarde, la etiqueta de #acampadaensol era tendencia mundial en Twitter, lo que implicaba una altísima participación en redes y parecía una constatación de las posturas, de gran éxito aquel entonces, de que el presente de los movimientos sociales pasaba irremisiblemente por lo digital.
El panorama de la política institucional, sobre todo en el lado progresista, veía con cierta preocupación el nuevo frente interno que se acababa de abrir, otro más sumado al exterior:
Al respecto se han pronunciado hoy los candidatos a la alcaldía de Madrid de PP, PSM e IU, Alberto Ruiz-Gallardón, Jaime Lissavetzky y Ángel Pérez, respectivamente […] los tres han coincidido en que las protestas por la crisis deben articularse de forma democrática y Gallardón y Lissavetzky han incidido en su condena a los actos vandálicos. IU, por su parte, ha dicho que «entiende perfectamente las causas que lo motivan» pero considera que deben desembocar en «alternativas claras que se articulen democráticamente en la sociedad. Protestar sin alternativa es simplemente resistencialismo y eso no es suficiente», СКАЧАТЬ