El amor de sus sueños. Julie Cohen
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Название: El amor de sus sueños

Автор: Julie Cohen

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: elit

isbn: 9788413489599

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СКАЧАТЬ es la taquilla y ahí está la tienda de palomitas y refrescos. El alicatado original está casi intacto aunque en algunos sitios tendrá que ser reemplazado –dijo pasando su mano por los azulejos azules del mostrador de la tienda–. Allí está el lavabo de hombres y al otro lado el de mujeres. Y en el centro del vestíbulo está la trampilla rota que da al sótano. Que he estado examinando muy de cerca, como ya sabes.

      Jack la miró a la cara, pero seguía sin expresar nada y sin mirarlo a los ojos. Reanudó la marcha y llegó hasta unas puertas de madera. Las abrió. Daban a un corto y oscuro pasillo al final del cual había otras puertas.

      –Esto se llama una trampa de luz. Es para que la luz no entre en la sala donde se está proyectando la película cada vez que pasa un cliente. Las puertas principales del cine tienen vestíbulos como éste pero creo que es para que no entre el frío en invierno.

      Abrió las otras puertas para que pasaran Kitty y Oz.

      –Y éste es el verdadero corazón del Delphi –dijo.

      El orgullo, la ilusión y la expectación hicieron que sonriera mientras encendía las luces. Puede que Kitty Giroux no se dejara impresionar por él, pero ese sitio seguro que la dejaba sin palabras.

      Y así fue.

      Las filas de butacas creaban un complicado diseño, como las escamas de un pez de terciopelo rojo. Bajaron por el pasillo hacia el escenario, donde una gran pantalla blanca estaba flanqueada por enormes pilares de oro. Hojas doradas, frutas doradas, flores doradas y llamas doradas adornaban las paredes allá donde miraba, trepando por los paneles de caoba hasta un techo pintado en azul y con miles de estrellas plateadas.

      Era el templo de ilusiones. Un palacio de visiones. El mejor sitio del mundo.

      –Es precioso –murmuró ella, de nuevo con dulzura en su voz.

      Jack la miró a la cara, buscando asombro en su expresión. Y allí estaba. Tenía la boca ligeramente abierta, los ojos enormes, sin querer perderse un detalle. Dio un paso adelante y acarició el terciopelo de una de las butacas, después hizo lo propio con la siguiente.

      Viéndola, Jack no pudo evitar fijarse en la sensualidad de sus caricias, en cómo sus dedos tocaban el suave tejido, el sitio donde cientos de cabezas habían descansado, perdiéndose en las fantasías que ofrecía la pantalla un sábado por la tarde.

      Podía imaginarse cómo sería tener esos dedos sobre la piel, cómo recorrerían su cara y después su cuerpo.

      No pudo evitarlo y le tocó el brazo, justo por encima del codo, hablándole muy cerca del oído.

      –Este sitio hace que sientas que tus sueños pueden hacerse realidad, ¿verdad? –le susurró.

      Kitty se contrajo al instante. Se movió para zafarse de su mano.

      –Así es –repuso ella con la misma dureza del principio–. Pero necesita mucho trabajo.

      Esas palabras hicieron que la ilusión se desvaneciera en el aire y Jack pudo ver de nuevo los desgarros en el terciopelo rojo, las sospechosas manchas, la raja en la pantalla y las pintadas de graffiti en una de las paredes. El aire olía a moho y humedad y probablemente hubiera ratones.

      Sabía que Kitty también veía todo eso o incluso más.

      Llenó sus pulmones de aire y lo soltó poco a poco. De repente se sintió muy cansado. Ese sitio no era una película, era la pura y dura realidad. Tenía mucho trabajo. Iba a tener que invertir mucho dinero en ese proyecto y probablemente dejarse la piel en él.

      Y aunque Kitty Giroux era preciosa y despampanante, había estado equivocado. No era la mujer de sus sueños, sólo era una antigua amiga del instituto, con la que ni siquiera se había llevado bien antes de graduarse.

      Lo único que le pasaba era que llevaba demasiado tiempo sin estar con nadie. Era frustración sexual. Pensó que tendría que darle la razón a Oz.

      –Sí –repuso él por fin–. Necesita mucho trabajo. ¿Sigues interesada, Kitty?

      –Ahora prefiero que me llamen Katherine –dijo ella saliendo de nuevo al vestíbulo–. Entonces, quiere restaurarlo y dejarlo más o menos como estaba, ¿no? Quiere que compre los muebles y accesorios que faltan, ¿verdad?

      Jack asintió. Aún estaba recuperándose de su contestación. No sabía por qué le importaba tanto. Si no era la mujer de sus sueños, no iba a tener nada con ella, por mucho que lo atrajese.

      –Quiero que este sitio vuelva a tener su gloria y brillo original, pero con la tecnología y comodidad de hoy en día –le dijo él.

      –Exacto. Tendré que hacer un trabajo de investigación además de diseño. Y me imagino que habrá muchas cosas que habrá que encargar para que nos hagan a la medida. Será todo un reto pero creo que los resultados serán espectaculares. Si es que está de verdad comprometido con la idea, claro. Y dispuesto a gastarse el dinero.

      –Estoy más que comprometido y tengo el dinero necesario para este proyecto –repuso Jack.

      Ella sonrió de nuevo, esa vez con más dulzura.

      –Muy bien, señor Taylor. Entonces, estaré encantada en aceptar su proyecto.

      –¡Genial! –contestó él con una sonrisa de oreja a oreja.

      Se sentía defraudado porque ella no fuera la mujer que estaba buscando pero, aun así, y aunque ella pareciera despreciarlo, le gustaba que viera las posibilidades que había en el Delphi. Sabía que ella lo ayudaría a conseguir su sueño de recuperar el esplendor del cine. Y podrían volver a ser amigos de nuevo.

      Le extendió la mano.

      –Estoy deseando trabajar contigo. Y, por favor, llámame Jack.

      Ella se la estrechó y esa vez sus dedos estaban algo más cálidos. Jack los rodeó con la mano, saboreando la sensación de sentir su piel contra la suya, incluso llegó a tirar de ella, acercándola más a él. No iba a tener nada con aquella mujer pero, aun así, estaba empeñado en que su relación laboral fuera por buen camino.

      Entonces, Kitty, aún sonriéndole, lo miró por primera vez a los ojos. Jack se quedó helado, fulminado por algo tan fuerte como un rayo. Sus sentidos desaparecieron, igual que el suelo bajo sus pies. Y todo él se quedó ensimismado observando los ojos que lo miraban.

      Sus ojos eran verdes. De un verde primaveral. De un verde que invitaba a la vida y a las promesas eternas.

      Era ella.

      Fue una conmoción, un sobresalto. Se quedó sin aliento y se le erizó cada vello del cuerpo.

      –Jack.

      Su rico tono de voz dotaba de sonoridad a su nombre. También había sido así en su sueño. Al oírla, la electricidad que lo había sacudido con la fuerza de un rayo se volvió puro fuego.

      La deseaba. Era más que eso. La necesitaba. Con una urgencia que nunca antes había sentido, después de toda una vida jugando.

      Inspiró profundamente y cada átomo de ese aire iba cargado de su esencia. Su entrepierna respondió al instante, endureciéndose y latiendo.

      Su СКАЧАТЬ