España Verde. País Vasco, Cantabria, Asturias y Galicia. Dominique Sellier
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СКАЧАТЬ su carrera en 1891 como profesor de griego en la prestigiosa Universidad de Salamanca. En 1894 se adhirió al partido socialista, pero se apartó de él algunos años más tarde tras vivir una profunda crisis espiritual. Nombrado rector de la unversidad en 1901, ocupó este puesto hasta 1914, cuando fue destituido por su hostilidad con la monarquía. Obligado a exiliarse en las islas Canarias en 1924, volvió a la Península seis años más tarde, tras la caída del régimen de Primo de Rivera. Retomará su plaza de rector en Salamanca tras la proclamación de la República y será diputado socialista en las Cortes. Pero, una vez más, Unamuno, desencantado, reúsa presentarse a las elecciones de 1933. El 12 de octubre de 1936, día de la Hispanidad, pronunció su célebre discurso en la universidad de Salamanca en defensa del País Vasco y de Cataluña —calificadas como «cáncer de la nación» por uno de los profesores presentes— y libró un último combate contra el poder dictatorial. Diez días después, Franco firmó el decreto de su destitución como rector. Tras pasar los últimos meses de su vida en una residencia vigilada, falleció el 31 diciembre de aquel mismo año.

      Desencantado por la situación del país e inmerso en un existencialismo cristiano, Unamuno es considerado como una de las principales figuras de la Generación del 98. Su obra se compone de ensayos, novela, poesía y teatro. Ideó un nuevo género literario, la nivola, que tiene su máximo exponente en Niebla (1914), una novela filosófica en la que el personaje de ficción se revela contra su autor y se niega a desaparecer, evocando el tema de la inmortalidad imposible. En su obra maestra filosófica, Del sentimiento trágico de la vida (1912), Unamuno opone su concepción del hombre y del mundo a la del racionalismo moderno y expone los fundamentos de su filosofía quijotesca: «No puede decirse que la filosofía de don Quijote fuera exactamente el idealismo: no combatía por sus ideas. Era la espiritualidad: combatía por su espíritu.»

      PAÍS VASCO – EUSKADI

      PAÍS VASCO – EUSKADI - País Vasco

      PAÍS VASCO – EUSKADI - Los antiguos de Orduña.

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      El País Vasco ocupa un territorio que se extiende a ambos lados de los Pirineos occidentales. Limita al este con Navarra, al sur con La Rioja y Castilla y León, y al oeste con Cantabria. Al norte está bañado por el mar Cantábrico. Además de sus variados parajes naturales, el País Vasco se caracteriza por tener una historia singular, cuyo origen sigue siendo un misterio. Revela sus secretos con moderación, y debemos el conocimiento de muchos de ellos a José Miguel de Barandiaran, sacerdote y figura emblemática de la investigación sobre el pueblo vasco, autor de una gigantesca colección de publicaciones sobre el tema. El punto más apasionante de la historia del pueblo vasco es el período de la Edad del Hierro, etapa en la que la existencia de las tribus de los vascones ya está certificada en escritos. Como otros pueblos de la protohistoria, nos dejaron como testimonio, además de las huellas escritas, una abundancia de estelas y cromlechs (o túmulos) que nos informan sobre los ritos religiosos paganos.

      Contrariamente a lo que se suele pensar, los romanos se establecieron firmemente en el actual País Vasco, e incluso escribieron algunos de los primeros testimonios hoy conocidos sobre los antepasados de los vascos. Sin temer a las montañas ni a estos pueblos con costumbres supuestamente primitivas, el Imperio Romano colonizó el territorio occidental de los Pirineos a ambos lados de la cordillera. Así lo atestigua el puerto de Oiasso, cuna de la actual ciudad de Irun, donde las excavaciones arqueológicas de la segunda mitad del siglo XX sacaron a la luz no solo estructuras portuarias, sino también termas romanas, una necrópolis y objetos de la vida cotidiana de los romanos. Las tribus locales (vascones, caristios, várdulos, ...) fueron asimiladas completamente por la civilización romana.

      En la época medieval, cada región decretaba su propia organización política. Los jauntxos, señores feudales, dominaban los valles desde sus fortalezas, las casas torres. Vivían en constante conflicto, cada uno protegiendo sus tierras y sus explotaciones. El rey de Navarra, de quien dependían, no tenía poder. En el siglo XIII, incluso perdió su estatus cuando gran parte del País Vasco fue anexionado por Castilla. Los reyes de Castilla, abrumados por la irreductible actitud de la nobleza local, terminaron destruyendo sus casas torres en el siglo XV. A finales del siglo XIX, los fueros —el código legal establecido en el siglo XIV que recoge los derechos y deberes de los vascos— fueron abolidos tras la victoria de Isabel II en las guerras carlistas. Este hecho provocó la alianza de las tres provincias vascas, que ante el conflicto dinástico, intentaron, en vano, recuperar su estatus.

      Ya en el siglo XX es cuando el País Vasco ha tenido sus dos estatutos de autonomía. El primero, en 1936, al inicio de la Guerra Civil, tuvo una vigencia de tan solo unos meses, antes de ser prohibido por el régimen franquista. Después vino la persecución e intento de erradicar el euskera. No fue hasta pocos años después de la muerte de Franco, en 1979, cuando el País Vasco se convirtió oficialmente en una de las diecisiete comunidades autónomas del Estado y su lengua fue reconocida en calidad de cooficial. A lo largo de los siglos, el País Vasco ha logrado conservar con orgullo su fuerte identidad cultural; la población es consciente del origen ancestral de su cultura y de su carácter irreductible, en especial gracias a la lengua (el euskera), cuyo origen y desarrollo histórico los lingüistas aún no han podido aclarar. Los vascos son conocedores del tesoro inestimable que portan y que tienen el poder de transmitir: un patrimonio formado por canciones, mitos, paisajes y mundos pastorales y marinos. Aquí es donde reside su verdadero carácter y singularidad, y eso es lo que apreciará cuando visite esta magnífica región.

      Los imprescindibles del País Vasco

       Pasear por la ciudad de San Sebastián, la perla del Cantábrico, con su emblemática playa de La Concha.

       Visitar los santuarios de Loiola y Aránzazu.

       Descubrir, a bordo de una embarcación, la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, que protege una fauna y flora excepcionales.

       Surfear en Mundaka, uno de los mejores lugares de la costa cántabra para practicar este deporte.

       Visitar el Museo Guggenheim de Bilbao, que exhibe obras de arte moderno y contemporáneo.

       Recorrer las costas del País Vasco, sus acantilados y sus puertos pesqueros.

       Pasear por Vitoria-Gasteiz, la poco conocida y apasionante capital del País Vasco.

       Visitar las salinas y las tierras alavesas, con sus paisajes inolvidables y sus deliciosos vinos.

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