E-Pack Jazmín B&B 1. Varias Autoras
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Название: E-Pack Jazmín B&B 1

Автор: Varias Autoras

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Pack

isbn: 9788413487779

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СКАЧАТЬ modo que combinas la oferta de hoy con la de ayer… ¿sexo sin ataduras, mezclado con una unión legal para controlar los daños?

      Aristedes no sabía qué decir. En realidad, eso era lo que le ofrecía, sí, pero en los términos a los que solo un abogado podía reducirlo.

      –Es mucho más de lo que tienen muchas parejas.

      Selene pareció a punto de decir algo, pero después se dirigió a la puerta.

      –Como empresaria, solo me meto en un negocio cuando hay más pros que contras. En tu caso, Sarantos, todos los pros del mundo no podrían contrarrestar los contras. De modo que mi respuesta es no. Y esta negativa no es negociable.

      Aris vio que la puerta se cerraba tras ella y se preguntó qué demonios había hecho.

      –¿Has hecho qué?

      Selene hizo una mueca mientras Kassandra Stavros, su mejor amiga, la miraba como si se hubiera vuelto loca. Kassandra era la única que conocía su secreto, pero no era por eso por lo que le había contado su encuentro con Aristedes Sarantos.

      Se lo había contado porque había entrado en el despacho una hora después de ese encuentro, cuando estaba más angustiada.

      Pero no se lo había contado todo. Desde luego, no había mencionado la locura que la asaltaba cada vez que Aristedes la tocaba.

      Ahora desearía tener la función de rebobinar para borrar lo que le había contado, lo que había pasado con Aristedes y al propio Aristedes de su memoria.

      –Solo una loca rechazaría su propuesta y como sé que tú no estás loca… ah, ya lo entiendo, quieres hacerle sufrir, ¿es eso? Se lo merece por marcharse y no volver a ponerse en contacto contigo.

      –No olvides que ha vuelto por una cuestión de trabajo y así, como por casualidad, me ha propuesto que fuera su aventura en Estados Unidos.

      –Sí, por eso también. Qué cara tiene ese hombre… pero qué hombre –exclamó Kassandra–. Debes admitir que si alguien puede salirse con la suya es Aristedes Sarantos.

      Selene frunció el ceño. Todas las mujeres parecían pensar lo mismo. Y, aunque ella no era celosa, no le gustaría terminar con un hombre al que deseaban todas las mujeres, un hombre que nunca sería suyo.

      Se encontró imaginándose cómo reaccionaría Aristedes ante su amiga de la infancia. Kassandra, la rebelde que se había enfrentado con su anticuada familia para convertirse en modelo y diseñadora de moda, era una diosa. A Aristedes, como a todos los hombres, se le caería la baba ante su esbelta figura, su gracia, su feminidad, su melena dorada y esos ojos verdes del color del Mediterráneo.

      –¿Cuánto tiempo piensas hacerle sufrir? Yo diría que al menos un día por cada mes. Y tal vez una semana más por su última trasgresión…

      –Kass, no voy a hacerlo sufrir, sudar o salivar. Le he dicho que no.

      Kassandra sacudió la cabeza.

      –Es comprensible, pero no es la reacción adecuada.

      –¿Cómo que no?

      –Ya sé que nunca has querido casarte después del fiasco con Steve, por mucho que tu familia insistiera. Creo que ellos han contribuido a tu eterna independencia con esa larga lista de aburridos pretendientes. Pero tienes casi treinta años y no te estás reservando para ningún hombre porque quien te gusta es Aristedes Sarantos… tanto que has tenido un hijo con él, por el amor de Dios. Y como te ha ofrecido matrimonio, ¿qué mejor pretendiente que él?

      –O el peor –dijo Selene–. Ese hombre es enemigo de mi familia. Mi enemigo.

      –Eso es en los negocios.

      –Y personalmente no le importo nada –insistió ella–. Ni Alex tampoco. No sé por qué dice querer casarse conmigo, pero no tiene nada que ver con el afecto o con el amor. Una de las objeciones de mi padre hacia él era cómo trataba a su familia. Tiene seis hermanos a los que paga en lugar de dar afecto. Su hermano menor murió en un accidente y él no se quedó para consolar a su familia ni una sola noche.

      –Pero tal vez contigo sería diferente –objetó Kassandra.

      –No, mejor que Alex no conozca a su padre que tener un padre que no lo quiera.

      –No sabía que fuese tan malo. Pero, oye, también debe de tener cosas buenas.

      –¿Por ejemplo?

      –Un hombre que ha levantado un imperio por sí solo, desde abajo, sin estudios superiores, que empezó con un barco de pesca a los catorce años, tiene que ser alguien especial. Tal vez tenga virtudes que compensen su falta de afecto.

      La insistencia de Kassandra por hacer que viese la parte buena de Aristedes solo consiguió que Selene lo viese todo negro.

      –Según sus hermanos, no las tiene. Además, está el problema que hay entre mi familia y él. Aristedes dice que intentará que nos llevemos bien, pero en cuanto vea las nuevas condiciones del contrato seguramente me mandará al infierno.

      –¿Y por qué no cambias las condiciones?

      –Porque no puedo hacerlo. Además, mis hermanos están que trinan desde que me quedé embarazada. Si descubren que Alex es hijo de Aristedes lo matarán o intentarán obligarnos a contraer matrimonio.

      –Pero si nadie tiene que forzarlo a casarse, ha sido él quien lo ha propuesto.

      –Sí, ya. Y, cuando le dije que no, debió de respirar tranquilo.

      –Por lo menos piénsalo, ¿de acuerdo? Hazlo por mí –le pidió Kassandra–. Me encantaría diseñar tu vestido de novia.

      Selene abrazó a su amiga, que intentaba evitar lo que para ella era un error. Pero el mayor error sería dejar que un hombre frío como Aristedes Sarantos entrase en su vida.

      Selene se despertó después de una noche luchando contra unos tentáculos que parecían querer llevarla a un abismo sin fondo.

      Y la peor parte era que ella había querido sucumbir.

      Suspirando, se dirigió a la habitación de su hijo. Siempre tenía que ver a Alex antes de hacer nada por las mañanas, pero aquel día el deseo era una necesidad.

      Mientras iba hacia su habitación sonó el timbre y Selene se detuvo en el pasillo. Eleni solía llegar a las ocho de la mañana, pero era sábado y la niñera tenía libres los fines de semana porque quería estar sola con su hijo para compensar las horas que pasaba fuera durante la semana.

      ¿Quién podría ser?

      Selene corrió a la puerta, asustada, y cuando abrió…

      Aristedes estaba al otro lado, vestido por primera vez de manera informal con un pantalón vaquero. Sus ojos parecían de hielo bajo la lámpara que iluminaba el lujoso corredor que llevaba a su apartamento.

      Nada había cambiado, nada cambiaría nunca.

      Y, sin embargo, lo único que deseaba era echarse en sus brazos, besarlo y decirle que СКАЧАТЬ