Название: Peces y dragones
Автор: Undinė Radzevičiūtė
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: La principal
isbn: 9788417617400
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Y nada lo consuela.
Castiglione se hunde y se hunde.
El padre Ripa dice: lo más importante es el consuelo espiritual.
Solo hay que alimentar la fe, la voluntad y el amor.
En el interior de uno mismo, dice el padre Ripa.
Alimentar todo tipo de alegría interior que nos acerque y nos empuje a las cosas celestiales.
A las cosas celestiales y a la salvación del alma.
Hay que esforzarse por calmarla, dice el padre Ripa.
No hay palabras, ejercicios u oraciones que ayuden a Castiglione.
Y solo el padre Ripa puede decir qué le ocurre.
Te ha abandonado el espíritu, dice el padre Ripa.
***
Un abandono espiritual es todo lo contrario a un consuelo espiritual.
Comienza el oscurecimiento del alma, dice el padre Ripa.
Está intranquila, se siente atraída por cosas terrenales e indignas.
Empieza a agitarse por todo tipo de tentaciones e infortunios.
Y ahí ya te empuja a la infidelidad.
Y entonces pierdes la esperanza y el amor, dice el padre Ripa.
Y el alma se vuelve perezosa e indiferente.
Y tú mismo te quedas amargado y como aislado.
¿De qué?, pregunta Castiglione.
Del Creador, tu Dios, dice el padre Ripa.
Hay que pensar, dice el padre Ripa.
Hay que pensar que todo no es más que una prueba.
Que Él solo te abandonó para probarte…
Pero serás consolado.
Siempre que luches con todas tus fuerzas contra esa sensación de abandono, dice el padre Ripa.
Si rezas, reflexionas, pones a prueba tu conciencia y te entregas de corazón a la penitencia.
***
Hay tres razones, dice el padre Ripa.
Hay tres razones por las que nos sentimos abandonados, dice el padre Ripa.
La primera es nuestro castigo.
Porque llevamos a cabo nuestros ejercicios espirituales con pereza, con desidia y sin pasión.
Y entonces es solo por nuestra culpa que se aleja de nosotros el consuelo espiritual.
La segunda razón, dice el padre Ripa, es la Prueba.
Porque Él —el padre Ripa señala el cielo con el dedo—, Él quiere que pongamos a prueba nuestras fuerzas.
Cuánto valemos y lo lejos que somos capaces de llegar sirviéndole y glorificándolo, sin ninguna ayuda, ni consuelo ni bendición.
Y la tercera razón, dice el padre Ripa, es la Enseñanza.
A través de ella recibimos el conocimiento exacto y verdadero.
El conocimiento y la sabiduría interior para reconocer lo que no está en nuestras manos, dice el padre Ripa.
En China no hay libros sobre las enseñanzas de Ignacio de Loyola, por eso el padre Ripa intenta transmitirlas de viva voz.
Las palabras del padre Ripa deberían disipar las dudas de Castiglione.
Deberían.
Pero Castiglione todavía duda de su disposición espiritual.
¿Acaso, una vez regrese a Europa, preferiría Castiglione tomar el hábito de los cartujos?, pregunta el padre Ripa.
***
El anciano cuarto emperador de la dinastía Qing encuentra vacías las teorías occidentales y hace ya tiempo que está aburrido de ellas. Sin embargo, siente aún un vivo interés por los logros de Occidente en el campo de la anatomía.
En especial le interesan los venenos y las medicinas occidentales.
Y tiene muchas ganas de probarlos de manera práctica.
Por desgracia, regalarle medicinas al emperador está terminantemente prohibido por los mandarines.
El interés del anciano cuarto emperador por la medicina se habría convertido en un nuevo paso hacia el fortalecimiento de sus relaciones con Occidente.
Si no hubiera sido por esos dominicos.
Si por todos los fracasos de los jesuitas en China hubiera que condenar a un solo culpable, sería probablemente ese español.
El dominico Domingo Fernández Navarrete.
Se negó a discutir con los jesuitas sobre «ritos chinos», abandonó su misión, regresó a Europa y escribió un tratado sobre China y sus costumbres.
El padre Castiglione no ha leído el libro, solo ha oído hablar de él, pero se imagina muy bien qué será lo que describe y de qué manera.
El padre Ripa no deja de repetir: el anciano cuarto emperador era ya casi un católico.
Una vez disertaron incluso sobre el sacramento de la confesión.
Y el mayor sueño del padre Ripa. No solo el suyo, sino el de todos: el de los jesuitas franceses y el de los jesuitas no franceses, y hasta de quienes no son jesuitas.
El sueño de todos: que el emperador dé su permiso para educar a su hijo.
Al futuro emperador.
Y si no hubiera sido por esos dominicos, si no hubiera sido por ese Domingo Fernández Navarrete…
Los dominicos están convencidos: a los chinos solo se les puede transmitir la fe por el correcto camino dominico.
Y la transmisión de la fe en China tiene que ser exactamente igual que en Europa.
Sin interpretaciones.
Ni desviaciones.
De lo que también están convencidos los dominicos: los jesuitas transmiten la fe en sus misiones —en China y en cualquier otra parte— de forma incorrecta.
Incorrecta hasta un punto imperdonable.
Los jesuitas ceden ante los chinos hasta un punto imperdonable, creando СКАЧАТЬ