Название: La fe ante el peligro
Автор: Jonathan Lamb
Издательство: Bookwire
Жанр: Философия
isbn: 9786124252457
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Aquí es donde Nehemías comienza. De hecho, a lo largo de sus escritos Nehemías frecuentemente hace referencia al Dios poderoso. Afirma constantemente esta realidad cuando se enfoca en el Señor soberano una y otra vez. Encontramos la frase “Dios del cielo” en el capítulo 1 (1.4 y 5), y se repite en el capítulo 2: “El Dios del cielo nos concederá salir adelante” (2.4 y 20). Las referencias al Señor muestran algo de su visión expansiva: Él es “el gran Dios” (8.6), “grande y temible” (1.5; 4.14) y “el Dios grande, temible y poderoso” (9.32). Para Nehemías, esto no es teoría. Para el trabajo que tiene por delante estas verdades necesitan estar en su médula, en lo profundo de su corazón. Él declara que este gran y maravilloso Dios es “mi Dios”, una frase que aparece diez veces en sus escritos.
En el programa de construcción que iba a dirigir, con la oposición que debía confrontar y las reformas que iba a introducir, Nehemías necesitaba depender de Dios a cada paso. La razón para su tenaz determinación era que, como Moisés, “se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible” (Heb 11.27).
A menudo trabajo con cristianos en países donde la comunidad evangélica es una minoría desesperadamente pequeña, donde los recursos humanos y financieros son minúsculos, y donde la tentación de renunciar es diaria. Algunos de nosotros nos sentimos así, y en tales circunstancias necesitamos poder ver al Señor, Yahvé, al Dios del cielo, al Dios grande y asombroso. Ciertamente hay una diferencia en la manera en que oramos si primeramente levantamos nuestros ojos al gran y maravilloso Dios, el Dios que está por encima de cualquier otro.
A.W. Tozer una vez dijo que lo que viene a tu mente cuando piensas en Dios es lo más importante acerca de ti. Pero crecer en nuestro entendimiento de la grandeza de Dios no ocurre automáticamente. ¿Cómo crees que sucede? |
2. El Dios fiel que cumple sus promesas (1.5, 8, 9)
…que cumples el pacto. (1.5)
Recuerda, te suplico, lo que le dijiste a tu siervo Moisés: “Si ustedes pecan, yo los dispersaré entre las naciones: pero, si se vuelven a mí, y obedecen y ponen en práctica mis mandamientos, aunque hayan sido llevados al lugar más apartado del mundo los recogeré y los haré volver al lugar donde he decidido habitar”. (1.8, 9)
Una de las ideas más distintivas del Antiguo Testamento es la persistencia con la que Dios ama a su pueblo, a pesar de la extraordinaria rebeldía de este. Eso es lo que Dios prometió, y él seguirá siendo fiel a esa promesa. La Biblia usa la palabra pacto para describir esa relación, y la oración de Nehemías se basa en ese fundamento: se puede confiar en Dios. Dios será fiel a lo que prometió.
Hace un tiempo escuché sobre un comediante de televisión danés que fue elegido para el parlamento de su país. Tenía un manifiesto inusual. Esto es lo que prometió: mejor clima, viento de impulso para los ciclistas, filas más cortas en las tiendas, y mejores regalos de Navidad. Atrajo unos veinticuatro mil votos. Después de ser elegido, dijo: “Todo fue una broma, en serio. Supongo que la gente me eligió porque mis promesas son tan fiables como las de los partidos políticos convencionales”.
Los pactos del Antiguo Testamento tienen su fundamento en la soberana gracia de Dios. Dios eligió a los judíos; se reveló a ellos; los rescató; y por lo tanto él no los abandonaría. Cuando oramos, podemos estar absolutamente seguros de la capacidad de Dios para cumplir lo que ha prometido. “Recuerda” es una palabra clave en el vocabulario de oración de Nehemías (4.14; 5.19; 6.14; 13.14, 22, 29, 31), y representa un llamado para que Dios intervenga. Nos dice: “si has sido fiel a tu promesa de enviarnos al exilio por nuestra desobediencia, ahora, mientras te obedecemos, cumple tu promesa de llevarnos de regreso y restaurarnos”.
El mismo tema aparece en la oración del capítulo 9. “Descubriste en él un corazón fiel; por eso hiciste con él un pacto” (9.8); “Dios grande, temible y poderoso, que cumples el pacto y eres fiel” (9.32). La oración está saturada con ese tipo de lenguaje: Tu pueblo, nuestro Dios, mi Dios. Te pertenecemos. Por favor se fiel en cumplir lo que nos has prometido: “Restaura, oh Señor, el honor de tu nombre”.
Hay muchas veces que sentimos que no podemos orar porque nos paraliza nuestro sentimiento de fracaso. No podemos imaginar que Dios nos vaya a escuchar, mucho menos aceptarnos de vuelta. Es entonces cuando estas palabras importan: “tú mantienes tu pacto de amor”. Por muy inadecuada que sea mi fe, por leve que pueda aferrarme a Él, Dios no me soltará.
Necesitamos recordar que el mayor pacto de todos se encuentra en Jesucristo. Por fe en él, tenemos una relación de pacto con el Dios viviente y con su familia global, fundada bajo la gracia de Dios. Así que cuando oramos, por inadecuado que sea, podemos acercarnos a Dios sobre la base de que él nos ha elegido, él nos ha recibido en su familia, y nos ha salvado por medio de la obra de Cristo. Decimos lo mismo que dijo Nehemías: te pertenecemos; por favor no te rindas con nosotros; sé fiel en cumplir tus promesas. Por ello es tan importante orar con nuestra Biblia abierta.
Cuando me siento paralizado en mi tiempo de oración, recurro a una oración como la del primer capítulo de Nehemías o a algún salmo que apele a Dios. Spurgeon solía decir que cuando nos resulta difícil orar, “podemos recurrir en cualquier momento a la justicia, la misericordia, la fidelidad, la sabiduría, la longanimidad, la ternura de Dios, y descubriremos que cada atributo del Altísimo es, por decirlo así, un gran ariete con el cual podemos abrir las puertas del cielo”. Cualquiera que sea nuestro estado emocional o espiritual, podemos llegar a Dios sabiendo que su gracia nunca termina. Él es el Dios fiel que cumple sus promesas.
Compartan algunas de las promesas de Dios en las Escrituras que hayan sido alentadoras en sus vidas, especialmente en tiempos difíciles. Conviertan estas promesas bíblicas en oraciones de acción de gracias. |
3. El Dios santo que requiere obediencia (1.5–7)
Señor, Dios del cielo, grande y temible, que cumples el pacto y eres fiel con los que te aman y obedecen tus mandamientos. (1.5)
Te suplico que me prestes atención, que fijes tus ojos en este siervo tuyo que día y noche ora en favor de tu pueblo Israel. Confieso que los israelitas, entre los cuales estamos incluidos mi familia y yo, hemos pecado contra ti. Te hemos ofendido y nos hemos corrompido mucho; hemos desobedecido los mandamientos, preceptos y decretos que tú mismo diste a tu siervo Moisés. (1.6, 7)
Después de revisar las promesas del pacto de Dios, Nehemías pasa a un tiempo de confesión. Porque este también era un pacto de responsabilidad humana: la obediencia a Dios importaba. El juicio de Dios que produjo la destrucción de Jerusalén fue el resultado de su pecado. Entonces se deduce que, si estaba a punto de apelar a Dios por la restauración de la ciudad y su gente, tendría que ser a partir de la confesión de aquellos pecados que habían llevado a su destrucción.
Nehemías no se distancia; se identifica con el pueblo y reconoce su propia pecaminosidad ante Dios. No se perciben en él actitudes farisaicas o de superioridad. Esdras hace algo muy parecido. Al descubrir la infidelidad de la gente, se arrodilla y ora: “Dios mío, estoy confundido y siento vergüenza de levantar el rostro hacia ti, porque nuestras maldades se han amontonado hasta cubrirnos por completo; nuestra culpa ha llegado hasta el cielo” (Esd 9.6). Este tipo de solidaridad es importante. Es muy fácil criticar a la iglesia o distanciarnos de sus fallas, pero cuando el Espíritu Santo trabaja, nos muestra que nosotros también somos culpables.
Si lamentarnos por el estado de nuestra iglesia y nuestro país es una de las lecciones de este capítulo, entonces confesar a Dios nuestros pecados es parte de ese proceso. Nehemías solo conocería la bendición de Dios en cuanto él y el pueblo expresaran un arrepentimiento genuino por su infidelidad.
Una de las características más notorias en los relatos de avivamiento es la conciencia de la monstruosidad del pecado СКАЧАТЬ