Amor y Pedagogía. Miguel de Unamuno
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Название: Amor y Pedagogía

Автор: Miguel de Unamuno

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

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isbn: 4057664151353

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СКАЧАТЬ Índice

      Hipótesis más ó menos plausibles, pero nada más que hipótesis al cabo, es todo lo que se nos ofrece respecto al cómo, cuándo, dónde, por qué y para qué ha nacido Avito Carrascal. Hombre del porvenir, jamás habla de su pasado, y pues él no lo hace de propia cuenta, respetaremos su secreto. Sus razones tendrá cuando así lo ha olvidado.

      Preséntasenos en el escenario de nuestra historia como joven entusiasta de todo progreso y enamorado de la sociología. Vive en casa de huéspedes, ayudando con sus sabias disertaciones de sobremesa, y aun de entre platos, la digestión de sus compañeros de alojamiento.

      Vive Carrascal de sus rentas y ha llevado á cima, á la chita callando, sin que nadie de ello se percate, un hercúleo trabajo, cual es el de enderezar con la reflexión todo instinto y hacer que sea en él todo científico. Anda por mecánica, digiere por química y se hace cortar el traje por geometría proyectiva. Es lo que él dice á menudo: «sólo la ciencia es maestra de la vida» y piensa luego: «¿no es la vida maestra de la ciencia?»

      Mas su fuerte está en la pedagogía sociológica:

      —Será la flor de nuestro siglo—dice de sobremesa, mientras casca unas nueces, á Sinforiano, su admirador;—nadie sabe lo que con ella podrá hacerse...

      —Hay quien cree que llegará á hacerse hombres en retorta, por síntesis químico-orgánica—se atreve á insinuar Sinforiano, que está matriculado en ciencias naturales.

      —No digo que no, porque el hombre que ha hecho los dioses á su imagen y semejanza, es capaz de todo; pero lo indudable es que llegará á hacerse genios mediante la pedagogía sociológica, y el día en que todos los hombres sean genios...—engúllese una nuez.

      —¡Pero qué teorías, don Avito!—prorrumpe, sin poder contenerse, el matriculado en ciencias naturales.

      —¿Usted sabe, Sinforiano amigo, cómo hacen su reina las abejas?

      —No, todavía no hemos llegado á eso...

      —Entonces no sé si debo... porque el método...

      —¡Oh, sí, sí, don Avito, sí! ¡qué teorías! ¡qué teorías!

      —Pues es el caso que cogen un huevecillo cualquiera de hembra, uno cualquiera, uno como los demás, fíjese bien en esto, Sinforiano, un vulgar huevecillo de hembra, y mediante un trato especial y régimen de distinción, alimentando á la larva con pasta real ó regia, mediante una acertada pedagogía abejil, ó, si hemos de hablar técnicamente, melisagogía, sacan de él la reina...

      —¡Qué teorías! ¡oh, qué teorías!

      —No, amigo Sinforiano, no; son hechos. Y lo que hacen las abejas con sus larvas, ¿por qué no hemos de hacer con nuestros hijos los hombres? Tómese un niño, un niño cualquiera, con tal que sea niño y no niña...

      —Me permite usted, don Avito—y ante el silencio del teorizante, prosigue Sinforiano:—¿por qué ha de ser precisamente niño?

      —¿Y por qué ha de salir la reina precisamente de hembra? En la especie humana el genio ha de ser por fuerza masculino.

      —¡Qué teorías!

      —Tómese un niño cualquiera, digo, tómesele desde su estado embrionario, aplíquesele la pedagogía sociológica y saldrá un genio. El genio se hace, diga el refrán lo que quiera; sí, se hace... se hace... y ¿qué no se hace? Y lo demostraré...

      Y ante el silencio de Sinforiano, que mira y calla, añade Carrascal rompiendo una nuez:

      —¿Que cómo lo demostraré? ¿Cómo? ¡Pues... con hechos!

      —¡Oh, los hechos!—suspira Sinforiano.

      —¡Los hechos...!—repercute Carrascal, y quedan ambos mirando á la patrona, que pasa con un flan para el Delegado, que come aparte, en su cuarto.

      —¿Están buenas las nueces?—les pregunta doña Tomasa.

      —El hecho es que las más de ellas están huecas—contesta Carrascal.

      —No puede ser, don Avito, porque son recientes y de veinticuatro perras celemín...

      —No puede ser, señora doña Tomasa, ¡pero es!—responde con energía Carrascal.

      Y así que ha despejado el campo doña Tomasa, yéndose envuelta en su prosaico vaho de cocina, Avito continúa:

      —Con hechos, sí, amigo Sinforiano, ¡con hechos!

      —¡Oh, los hechos!

      —Tiempo hace que maduro un vasto plan para llevar á la práctica mis teorías, aplicando mi pedagogía sociológica in tabula rasa...

      —¿Se va á hacer maestro?

      —Algo más hondo.

      —¿Más hondo?

      —¡Más hondo, sí, voy á hacerme padre!

      «¿Se hace uno padre ó le hacen tal?» piensa el matriculado en ciencias naturales, traduciéndolo en esta frase:

      —Qué teorías, don Avito, ¡oh, qué teorías!

      Y se levantan de la mesa, para madurar su plan el uno, para estudiar el otro la lección del día siguiente. Porque Sinforiano, como buen chico que es, se lleva siempre una lección por delante y unas cuantas por detrás.

      Medita, en efecto, Carrascal buscar mujer á él y á su obra adecuada, y con ella casarse para tener de ella un hijo en quien implantar su sistema de pedagogía sociológica y hacerle genio. Por amor á la pedagogía va á casarse deductivamente.

      Porque es de saber, antes de proseguir nuestro relato, que los matrimonios pueden ser inductivos ó deductivos. Ocurre, en efecto, con harta frecuencia, que rodando por el mundo se encuentra el hombre con un gentil cuerpecito femenino que con sus aires y andares le hiere las cuerdas del meollo del espinazo, con unos ojos y una boca que se le meten al corazón, se enamora, pierde pie, y una vez en la resaca no halla mejor medio de salir á flote que no sea haciendo suyo el garboso cuerpecito con el contenido espiritual que tenga, si es que le tiene. He aquí un matrimonio inductivo. En otros casos acontece que al llegar á cierta edad experimenta el hombre un inexplicable vacío, que algo le falta, y sintiendo que no está bien que esté el hombre solo, se echa á buscar viviente vaso en que verter aquella redundancia de vida que por sensación de carencia se le revela. Busca mujer entonces y con ella se casa en matrimonio deductivo. Todo lo cual equivale á decir que, ó ya precede la novia á la idea de casarse, conduciéndonos aquélla á ésta, ó ya el propósito del casorio nos lleva á la novia. Y el matrimonio del futuro padre del genio tiene que ser, ¡claro está!, deductivo.

      Y como un hombre moderno, por mucho que en la pedagogía sociológica crea, no puede dejar de creer en la ley de la herencia, cavila noche y día Avito acerca del temperamento, idiosincrasia y carácter que su colaboradora ha de tener. Porque eso de que el huevecillo del futuro genio haya de ser un huevecillo como los СКАЧАТЬ