Название: El Tesoro de Gastón: Novela
Автор: Emilia Pardo Bazán
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
isbn: 4057664095817
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Y volviendo á apoderarse de la mano convulsa de Gastón, añadió bajo, casi al oído del mozo:
—Tú puedes hacer que Dios me perdone esta debilidad... Eres cristiano, hijo mío... Usa del tesoro, no como pagano, sino como cristiano... Las riquezas son un depósito... No abuses, no derroches, reparte con los infelices... y acuérdate también del alma... de la tuya... de la mía... ¡y sobre todo de la de mi pobre padre!... Esto último no te lo encargo, que te lo mando... ¿lo oyes? Te lo mando con un pie en la sepultura...
—Prometo á usted hacer lo que desea,—declaró Gastón subyugado, lleno de fe en el tesoro.
Y tomando la cajita, apresuróse á desenrollar el papel que contenía, con ansia de leerlo. Antes de que lo hiciese, recordó de súbito y exclamó:
—Mire usted, tía, que usted habló de dos papeles... y aquí hay uno, uno no más.
Indescriptible expresión de pena cavilosa oscureció el mirar de doña Catalina. Su cabeza tuvo un temblequeteo senil y sus manos se enclavijaron, como si pidiese misericordia.
—¡Yo, yo destruí el otro!—gimió desconsolada.
—¿Usted? ¿Por qué?... ¿Lo destruyó usted á propósito? ¿Qué era?
—Era el que más valía... ¡Era el plano!...
—¡El plano!—repitió Gastón.—¿Un plano del castillo, sin duda?
—Del castillo y de sus alrededores... Con tinta azul, y señalcitas de puntos encarnados... Hecho por él mismo... ¡Si tenía una cabeza, un saber de todo!
—¿Pero y cómo destruyó usted ese documento... cómo fué?...
—Porque... ¡Verás!... Yo, en el mundo, padecía síncopes... y unas congojas... así como convulsiones... Cuando me encerré sola á quemar aquellas cartas... ¡las de las esencias! mientras ardían, abrí la caja esta de plata... saqué los papeles... los estuve mirando... Y cátate que de improviso me da el ataque... no quiero llamar, porque las cartas no las debía ver nadie... lo pasé allí, sin auxilio... caigo junto al fuego... el plano enrollado rueda á la chimenea... ¡y gracias á Nuestra Señora, que no ardí yo... pero se me tostaron las suelas de los zapatos! Milagrosamente me salvé.
—Y el otro papel... no el plano... ¿Á ver qué dice?—exclamó Gastón sin acertar á reprimir su impaciencia.
Y desenrollando el papelito, vió que sólo contenía escritas en muy clara letra, estos renglones:
«Hallarás lo que buscares, si guiado por el Norte sigues el camino de los antiguos en peligro de muerte. Las piedras viejas son las más preciosas, y el que se humille se ensalzará.»
—¿No sabe usted qué significa esto?...—interrogó el mozo, que encontró el texto, más que oscuro, negro como boca de lobo.
—No, hijo mío... Con el plano, de seguro se entendía... Yo no hice nada, y ahora mi cabeza... Ya ves... ¡Los años!... Pero en Landrey lo entenderás perfectamente, tú que eres muchacho y listo... Guarda esa cajita ¡guárdala! y véte, que es cerca de mediodía, se acaba la hora de locutorio, y vendrán á llamarme... Y si cumples lo que me ofreciste... ¡Dios te bendiga!...
Doña Catalina alargó sus brazos flacos y cogió la bonita cabeza pelicastaña de Gastón, pegando el rostro á la blanca frente juvenil del último de su linaje. Un hielo mortal serpenteó por las venas del mozo; pensó que acababa de besarle un fantasma sin labios.
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