Название: Flechado Por Mi Pícara Navideña
Автор: Dawn Brower
Издательство: Tektime S.r.l.s.
Жанр: Исторические любовные романы
isbn: 9788835415527
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"Ahora estás exagerando. Nadie haría eso, y un duque no recurriría a la piratería para empezar. No creo que sea tan malo como piensas".
"Está bien, tal vez no sea un pirata de verdad, pero si lo fuera sería de los mejores. Tiene todas las características. No sé cómo mi padre se hizo amigo de él y pensó que sería un buen tutor para mí. Está loco, te lo aseguro".
"Me reservaré mi opinión", dijo Devon. Cuanto más escuchaba sobre este duque que parecía un pirata, más quería conocerlo. No podía creer que fuera tan terrible como lo describía Merrifield.
Adeline estaba usando su vestido más viejo y pidió prestado un delantal a una de las criadas para ponerse a colgar decoraciones en la biblioteca. Era su habitación favorita en la mansión y quería darle algunos toques personales. Se bajó de la escalera después de terminar de colgar ramas de acebo a lo largo de las vigas del techo. Luego se limpió el sudor de su frente y miró fijamente su trabajo. Se veía parejo y hermoso contra la madera oscura. El acebo estaba uniformemente dispuesto. Ahora todo lo que tenía que hacer era colgar el muérdago en el centro de la habitación. Su madre tenía la tonta idea de que necesitaban colgar muérdago en toda la casa. ¿Realmente creía que todos cederían al impulso de besarse por la tradición? Eso sería indecoroso, y Adeline no quería verse envuelta en ningún escándalo. Pero su madre quería que fuese así y Adeline no la decepcionaría.
"Se ve encantador", dijo su madre, Elizabeth, la Duquesa de Whitewood. "Haces verdaderos milagros. Podría hacer que supervises la decoración del salón de baile cuando llegue el momento".
"Si quieres que lo haga, entonces, estaré encantada de ayudar", dijo Adeline sonriendo. "Disfruto siendo creativa".
Su madre se limpió la nariz. "Tienes un poco de polvo en la cara. Deberías terminar aquí y tomar un baño. No me gustaría que parezcas una sirvienta en la cena".
"Un baño estaría bien", admitió. "Tengo unas cuantas cosas más que hacer aquí y luego iré a asearme". Adeline odiaba dejar algo sin terminar. Se volvía loca si algo estaba fuera de lugar o cambiado de sitio. Tenía que arreglarlo todo antes de salir de la habitación.
"Te dejo para que termines. Los invitados están comenzando a llegar y necesito asegurarme de que sean recibidos y conducidos hasta sus habitaciones".
Adeline asintió con la cabeza. "Si necesitas ayuda con algo, házmelo saber. Estaré encantada de entretener a algunos de los invitados". Esta era su casa y quería que todos la amaran tanto como ella. Aunque para ser justos, no creía que eso fuera posible. Había tantos recuerdos en la mansión que no se podrían apreciar a menos que se hubieran experimentado. Nadie la amaría tanto como ella, excepto su familia. Algún día pertenecería a Jamie, y si nunca se casaba no sería más que una solterona dependiente de la generosidad de su hermano.
"Estoy segura de que todo saldrá bien", dijo su madre. "Pero si necesito tu ayuda, enviaré a un sirviente a buscarte", dijo dándole un beso en la mejilla. "Sé una buena chica y ve a arreglarte primero". Con esas palabras su madre se dio la vuelta y salió de la habitación.
"Lady Adeline", dijo Sally, una sirvienta. "¿Es así como quieres que se cuelgue?", la joven se volvió hacia Sally y examinó cómo colgaba el acebo a lo largo de la pared. "Sí", dijo, "Pero enderézalo un poco". Está torcido".
La sirvienta siguió sus instrucciones y quedo perfecto. "¿Así?", preguntó.
"Sí", dijo Adeline. "Así".
"¿Estás segura?", preguntó un hombre. Su tono era rico y cálido, como la miel caliente y el whisky.
Adeline se dio la vuelta y se quedó maravillada. Ante ella estaba el hombre más guapo que había visto en su vida. Su cabello era de un rico marrón bruñido que parecía besado por el sol incluso en pleno invierno, y sus ojos tenían el color del oro, tan impresionantes que la hipnotizaban. "Mis disculpas", comenzó. Su voz se quebró un poco al hablar. "¿No crees que se ve bien?".
"Oh", dijo él con una gran sonrisa. "Se ve bien. No sabría decir si está mal o no. Sólo te pregunté si estabas segura de que así es como lo quieres. Te mordisqueabas el labio inferior como si quisieras arreglarlo tú misma. Fue realmente adorable".
Por lo general los caballeros no hablaban con ella y la ignoraban, por ello Adeline no supo cómo reaccionar ante esto. Aunque para ser justos ella raramente asistía a los bailes o socializaba. Tuvo una temporada terrible y se había rendido. Socializar no era para ella, siempre todo le salía mal. "Estoy segura de que luce como yo quería". De alguna manera se las arregló para evitar que su voz se quebrara mientras hablaba. Eso en sí mismo era un verdadero milagro. "¿Estás perdido?”, dijo ella pensando que su pregunta era estúpida... "Quiero decir, ¿ya te han mostrado tu dormitorio?".
"¿Se ofrece a acompañarme hasta allí?", dijo él levantando una ceja en forma sugestiva. "Podría fingir que estoy perdido si quieres acompañarme".
Adeline abrió la boca y la cerró varias veces. ¿Acababa de proponerle matrimonio? Sus mejillas se calentaron y seguramente estaba tan roja como las cintas que decoraban las ramas de acebo. "Umm...", no pudo encontrar palabras. Su cerebro se había quedado completamente en blanco. "Señor...".
"Devon", dijo. "Por favor, llámame Devon. Creo que seremos demasiado íntimos para las formalidades".
Era un pícaro... Ella apostaría toda su herencia por eso. Se aprovecharía de ella y la usaría de la peor manera si ella lo permitiera. ¿Era terrible que la tentara? "Soy Addie", dijo. "Y estoy de acuerdo en usar tu nombre de pila, pero eso será lo más íntimo que tendremos".
"Ya veremos", dijo él le guiñándole un ojo. "Bonita Addie, mi dulzura, ya veremos". Luego se dio la vuelta y salió de la biblioteca. Ella parpadeó varias veces pensando que debía haber imaginado todo el encuentro. Devon era malvado, y demasiado guapo para su propio bien, y ella tenía la sensación de que él tenía razón. Él podría robar su corazón y romperlo; sin embargo, esto no la asustaba. A ella le gustaría vivir la experiencia, aunque fuera por un instante, y nada más. Sólo por una vez le gustaría sentirse amada, y podría ser que el deseo que había pedido un par de noches atrás, estuviese a punto de cumplirse. No iba a desperdiciarlo...
CAPÍTULO DOS
Devon silbaba mientras se dirigía a la sala de juegos. Aceptó encontrarse con Merrifield allí para jugar al billar después de que se instalaran. La mansión era más grande de lo que Devon esperaba, y por eso no pudo evitarse perderse. Se alegró de haberlo hecho o nunca habría descubierto la adorable decoración de la biblioteca. Ella era una belleza dorada que le hacía arder la sangre. Quizás esta fiesta no sería tan mala después de todo. Podría llevarse a Addie a la cama y eso aliviaría su aburrimiento.
Ella se había sonrojado cuando él coqueteó con ella. Esto lo entusiasmaba. Eso significaba que no entregaba sus favores a la ligera, y también la hacía más atractiva para él. Devon no tendría problemas en seducirla y hacerla suya. Ella era un regalo que él no esperaba encontrar, pero que apreciaría de todos modos.
Dobló una esquina y encontró la sala de juegos. Devon abrió la puerta y entró en la habitación. Merrifield se encontraba allí en medio de una profunda conversación con un hombre mayor. Tenía el cabello rubio dorado y lo llevaba atado con una cinta de cuero, СКАЧАТЬ