La Sombra Del Campanile. Stefano Vignaroli
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Название: La Sombra Del Campanile

Автор: Stefano Vignaroli

Издательство: Tektime S.r.l.s.

Жанр: Историческая литература

Серия:

isbn: 9788835414698

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СКАЧАТЬ es demasiado peligroso ir a aquella zona!

      ―Entonces creo que habrá poco que hacer por el muchacho.

      Por suerte, Alí conocía un pasaje que, a través de los sótanos del palacio, conducía fuera de los muros, cerca de la muralla, donde una corporación de trabajadores del condado, guiados por la familia Giombini, estaban construyendo un nuevo molino para la molienda de los cereales. En cuanto salió de la portezuela que se abría en los muros de levante, bien escondida por un espeso arbusto, se arrepintió a la vista del molino que estaba en construcción, que había sido en parte destruido hasta los cimientos por la furia de los enemigos. Pero no podía pararse en aquel detalle. La estructura semi derruida le ofreció cobijo de la vigilancia de la soldadesca anconitana que continuaba entrando en la ciudad desde Porta Valle. Alí se dirigió con decisión hacia la pequeña iglesia de Sant'Egidio, cerca de donde vivía Annuccia, la comadrona. Ésta última, cuando vio al moro, en ese momento se atemorizó, pensando que entre los invasores hubiera también sarracenos, luego reconoció a Alí y lo hizo entrar en la casa.

      ―¿Te has vuelto loco para deambular por estos sitios? Estaba a punto de dejarte seco con esto ―le dijo Annuccia mostrando el morillo de la chimenea que estrechaba en un puño. ―¡Realmente no estaba dispuesta a rendirme y dejarme violar por esa canalla!

      ―Necesito ayuda para mi señor, Annuccia. Al Capitano lo ha matado el enemigo y el joven señor está herido y necesita urgentemente una cura.

      Después de unos minutos, Alí salía de la casa de la comadrona, custodiando celosamente lo que ésta última le había confiado y por lo que había debido desembolsar unos bonitos tres sueldos de plata. Volvió a alcanzar la portezuela de acceso y regresó al palacio de los Franciolini, entregando a Gallo el valioso paquete. El cirujano cogió la placenta seca, la metió en una cacerola de agua caliente, añadió algunas hierbas, entre las que se encontraba la Garra del Diablo y en aproximadamente media hora obtuvo un emplasto denso, de olor desagradable, que dispuso en un tarro de arcilla. Alí cogió con la mano el recipiente y siguió a Gallo a la habitación de Andrea, donde Lucia estaba acabando de limpiar de sangre el cuerpo semi desnudo del joven. El cirujano desató el rudimental torniquete mientras que la muchacha ponía sobre la herida un abundante estrato de emplasto, enrollando luego una venda muy apretada, pero no demasiado, alrededor del miembro herido. Andrea, en su semi inconsciencia, hizo un gesto de dolor que alegró a todos los allí presentes: todavía estaba vivo y despierto, aunque muy débil.

      ―Más no puedo hacer. Los próximos días necesitará ayuda continua, la fiebre subirá, deberéis refrescarle la frente con paños fríos y hacerle ingerir infusiones de corteza de sauce, esperando que consiga superar no sólo la abundante pérdida de sangre sino también la infección que se formará. Si de esta herida comienza a salir pus verde, podéis comenzar a despediros de él. Si, en cambio, veis pus amarilla, lo que los cirujanos definimos como bonum et laudabile significará que está en el camino de curarse. Pero tú, Lucia, no te quedes aquí mucho tiempo: tu tío muy pronto notará tu ausencia y entonces creo que tendrás problemas. Enseña al moro a asistir a su joven amo y vuelve a casa.

      ―¡Jamás! ―contestó la joven ―Estaré a su lado hasta que se cure. Es mi prometido y quiero estar cerca de él en este momento.

      ―¿Prometido, dices? Boh, creo que la intención auténtica de tu tío era la de no hacerle llegar hasta el altar. No soy un adivino pero pienso que la fiesta de hoy era toda una farsa para que el enemigo encontrase las puertas abiertas y matar al Capitano del Popolo y a su hijo menor. ¿Te das cuenta de que ahora tu tío es la máxima autoridad tanto política como religiosa de Jesi? Haz lo que te parezca pero no creo que el Cardenal se ponga contenta al saber que estás cuidando al hijo menor de la casa Franciolini.

      Gallo recogió su instrumental, lo limpió con cuidado, lo puso de nuevo en la bolsa, se despidió de la muchacha con una sonrisa y del moro diciendo un:

      ―Salam Aleikum, la paz sea contigo, hermano, y gracias por tu valiosa ayuda.

      ―Aleikum as salam, gracias a ti por las valiosas curas que has dado a mi señor, estoy seguro que saldrá de esta.

      ―Quizás de las heridas ―sentenció Gallo, cerrando el pesado portón a su espalda ―Pero no ciertamente de las garras del Cardenal Artemio Baldeschi.

      En los siguientes cuatro días Andrea fue aquejado por la fiebre acompañada por escalofríos y delirios. Lucia había estado a su lado todo el rato, haciendo exactamente todo lo que le había aconsejado Gallo y todo lo que sabía por haberlo aprendido de la abuela Elena. Mientras deliraba, Andrea a menudo nombraba a la bruja Lodomilla, hablaba de los símbolos extraños dibujados en la baldosa del portal junto con el pentáculo de siete puntas, hablaba de un hebreo que lo había iniciado en una forma de conocimiento particular, nombraba a veces al rey bíblico Salomón, a veces a una de las mujeres del Emperardor Federico II, Jolanda de Brienne. A menudo pronunciaba, entre otras palabras confusas, el nombre de un lugar, también conocido por ella: Colle del Giogo. Aquella localidad, que se encontraba en el cercano Appennino, a un par de días de viaje de Jesi, le hacía recordar el rito con el cual, algunos meses antes, había entrado oficialmente a formar parte de la secta de las brujas adoradoras de la Buena Diosa. Algunos días antes del equinoccio de primavera, la abuela había dicho a Lucia que estuviese preparada, ya que la noche del 21 de marzo, irían con las otras adeptas y adeptos de la congregación al Colle del Giogo, en las montañas de Apiro.

      ―El tío dice que son ritos paganos, que la mayor parte de los adeptos son herejes y brujos para enviar a la hoguera ―Lucia tenía un poco de miedo pero la curiosidad prevalecía sobre el temor ―¿No crees que será peligroso participar en esta reunión, en este Sabbath, como lo llamas?

      La abuela había encogido los hombros, como diciendo que le daba lo mismo lo que pensase el hermano, y le había respondido con mucha naturalidad.

      ―Cuando hablamos de divinidades hablamos de entidades sobrenaturales que, con su infinita bondad, pueden señalarnos el camino a seguir, vías que sólo con nuestros ojos no conseguiríamos ver jamás. Ahora, si el verdadero Dios es el Padre Omnipotente proclamado por tu tío, el Jahvé invocado por el hebreo que habita en la cabaña más cercana al río, el Alá en el que creen los musulmanes, el Zeus de los griegos o el Júpiter de los antiguos romanos, ¿dónde está la diferencia? Cada uno puede llamar a Dios a su manera y recibir de él los mismos favores, independientemente del nombre con el que se dirige a él. Y si existen hombres y mujeres aquí en la tierra, también en el cielo o en el Olimpo o en el jardín de Alá, habrá divinidades que sean mujeres. La que nosotros adoramos como la Buena Diosa era conocida por los romanos con el nombre de Diana. Mira, observa la fachada de nuestro palacio. Observa arriba: ¿qué es lo que ves en un nicho entre las ventanas del último piso?

      ―La imagen sagrada de la Madonna, de María, de la madre de Gesù, acompañada por la frase Posuerunt me custodem, me pusieron a mi para proteger esta morada.

      ―Por lo tanto, es la Madonna, la Santa Madonna a la que adoramos. Pero recuerda que todos nuestros lugares sagrados, que nosotros definimos como cristianos, católicos, han sido erigidos sobre antiguos templos paganos y las antiguas divinidades han sido sustituidas por las nuevas. La misma catedral, aquí al lado, ha sido edificada encima de las antiguas termas romanas, y la posición de la cripta corresponde a la ubicación del templo que los romanos habían dedicado a la Dea Bona, otro nombre de Diana. Como puedes ver, tienen muchas cosas en común las distintas religiones. En el mismo lugar donde nos reuniremos dentro de unos días, la imagen antigua de la Buona Dea ha sido sustituida por una estatua de la Madonna, en el interior de un tabernáculo. El lugar es, lo mires como lo mires, sagrado y mágico y siempre hay alguien que adorna la imagen con lirios frescos y de colores. Es nuestra forma de continuar adorando a la Diosa, aunque bajo la imagen de María, madre de Jesús.

      Lucia СКАЧАТЬ