El Asesor Vidente. Juan Moisés De La Serna
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Название: El Asesor Vidente

Автор: Juan Moisés De La Serna

Издательство: Tektime S.r.l.s.

Жанр: Детская проза

Серия:

isbn: 9788835414216

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СКАЧАТЬ al taller, con la orden judicial oportuna, y ahí nos dimos cuenta de que el vehículo no estaba ahí por lo que nos había dicho, sino que había solicitado que le rectificasen el cuentakilómetros.

      »No sé muy bien qué pretendería con ello, pero eso no nos hizo más difícil nuestra labor, ya que el taller había registrado el número de kilómetros antes de realizar la manipulación solicitada.

      ―Miramos minuciosamente el maletero, y no encontramos ninguna huella, ni la más mínima, ni un solo cabello, pero bueno, había que intentarlo.

      »Así que nos centramos en donde usted nos dijo, por la velocidad, la dirección y la distancia, y hemos estado peinando la zona en las últimas horas, hasta que hemos dado con el cuerpo.

      ―Vaya, pues sí que son ustedes efectivos ―comenté con asombro.

      ―Solo hacemos nuestro trabajo, pero ahora tenemos un problema.

      ―¿Un problema? ―pregunté extrañado, pues me había dicho que ya habían atrapado al culpable y que habían recuperado el cuerpo.

      ―Sí, tenemos que demostrar que fue él y no otra persona quien lo echó a la laguna.

      ―¿Y eso del ADN que tantas veces he visto en la televisión?

      ―Nada de ADN, por lo menos que hayamos encontrado. En su casa no hay ni rastro, en el vehículo tampoco y lo único que tenemos es el cuerpo y el cuchillo, que eso ya lo sabía cuándo le enseñé las pruebas del caso, tampoco tiene ni huellas ni ADN del agresor.

      ―¿Y qué quiere que yo haga? ―pregunté desconcertado.

      ―Necesitamos algo, por poco que sea, algo que nos sirva para atraparle, si no, en menos de 24 horas tendremos que dejarle suelto y eso a pesar de tener el cuerpo.

      ―Entonces ¿usted me cree?, sí piensa que es él.

      ―Sí, le creo, no sé cómo lo ha hecho, pero le creo. Su testimonio no se mantiene, nos ha estado mintiendo desde que le apresamos, y nadie es capaz de situarle el día y la hora del crimen, es decir, no tiene coartada, pero tampoco le podemos situar allí.

      ―Quizás sí ―dije tras recordar brevemente el sueño.

      ―¿Cómo?

      ―¿Recuerda que le comenté que había sacado el cuerpo por una puerta del parque?

      ―Sí, ¿y qué de eso?

      ―Pues que el coche estaba allí aparcado, alguien lo debió de ver, y con eso lo pueden situar en las inmediaciones.

      El policía sin decir nada salió de la sala y se puso a dar voces, tal y como lo hubiese hecho unas horas antes.

      Después de una hora aproximadamente volvió a entrar y dijo con una gran sonrisa.

      ―Le tenemos.

      ―¿Alguien vio el vehículo aparcado?

      ―Mejor, hay una joyería cerca, y tienen una cámara grabando el expositor, ¿y a que no sabe qué?, se le ve sacando el cuerpo, bueno la bolsa y depositándolo en su vehículo.

      ―Vaya, que suerte por tener esa cámara.

      ―Sí, con esto es suficiente para encausarle, pues hay pruebas para procesarle por el delito.

      Aquel fue mi primera contribución a la resolución de un caso, la primera de tantas que ya ni recuerdo el número.

      Lo que no me dio tiempo a explicar en esa oportunidad ni en las sucesivas en las que tuve ese tipo de sueño, es lo que veía a posteriori. No sé por qué esa parte ya no le interesaba, es como si la policía solo quisiera saber qué había pasado con el cuerpo, o dónde estaba la persona secuestrada, pero nada del resto que veía.

      Pero para mí, aquello era lo más enriquecedor, si es que se puede llamar así, saber que, sean cuales sean las circunstancias del último momento de vida, luego se sigue viviendo, o al menos así lo había experimentado.

      Una vida fuera del cuerpo, pero no como cuando soñamos, y pensamos que estamos volando, algo que algunos llaman un desdoblamiento o una salida de una parte de uno.

      Esto era otra cosa, es como si la persona, realmente estuviese viva, pues pensaba y sentía, veía y escuchaba, pero ya sin cuerpo.

      No sé por qué, pero aquello que entendía que debía de ser lo más importante, apenas nadie me prestó atención cuando traté de contarlo, argumentando que mi misión, si es que se puede llamar así, o mi colaboración había finalizado desde el momento que había dado respuesta a lo solicitado, es decir, descubrir quien había sido, o donde estaba secuestrada la persona o el cuerpo de la víctima.

      A decir verdad, después de un tiempo colaborando con distintas autoridades, ya no había mucho que me sorprendiese, sí que cambiaban los nombres y apellidos de los implicados, y quizás también los métodos, pero las motivaciones, por así decirlo, eso no cambiaba.

      De ahí aprendí que no somos tan diferentes de los animales a pesar de lo que podamos pensar, y que nuestros instintos rigen buena parte de nuestro comportamiento, sobre todo aquel que se puede considerar como desviado.

      Y, sobre todo, ese mal invisible del que nadie habla ni quiere hablar, la salud mental, y sus enfermedades.

      No conozco el dato, ni el porcentaje, pero la mayoría, por no decir todos los que estaban implicados en este tipo de actos, no sé cómo los definiría, pero muy bien no estaban.

      Desconozco qué fue primero, si esos actos contranatura o el problema de salud mental, lo que sí me quedó claro es que muy normal no estaban, y eso quedaba evidenciado, por ejemplo, cuando les habían atrapado y trataban de… no sé cómo decirlo, justificar sus actos con excusas que no se sostenían de ninguna forma, ¿cómo justificarías un secuestro, o un asesinato?

      Personalmente creo que actos así no tienen ningún tipo de justificación por mucho que la otra persona hubiese hecho algo o dejado de hacer antes.

      Supongo que no todo el mundo ve las normas sociales de la misma manera, pero están ahí precisamente para protegernos unos de otros, para evitar los problemas de convivencia, y es algo que todos aprendemos desde pequeño.

      De nada serviría comprar un vehículo si cuando quiere alguien viene y se lo lleva porque así se le antoja, o, por ejemplo, ¿quién iría a trabajar, si luego el empresario puede decidir no pagar porque ese día ha tomado esa decisión?

      Las leyes y las normas están ahí para algo, y la policía para hacerlas cumplir.

      A decir verdad, en más de una ocasión he tenido problemas con la policía, no porque haya hecho algo indebido, sino porque sabía demasiado y claro, se pensaban que yo podía ser el artífice, el cómplice o al menos la cabeza pensante de aquel acto del que daba aviso a la policía para que, en la medida de lo posible, pusiesen de su parte para prevenirlo, porque eso sí, podría decir que tenía dos tipos de experiencias, bueno, eran las mismas y con el mismo contenido, solo que unas eran antes de que sucediese el acto y otras después.

      Con las primeras era con las que me costaba más que la policía me hiciese caso, no porque ellos no quisieran proteger a la ciudadanía, sino porque СКАЧАТЬ