La Lista De Los Perfiles Psicológicos. Juan Moisés De La Serna
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Название: La Lista De Los Perfiles Psicológicos

Автор: Juan Moisés De La Serna

Издательство: Tektime S.r.l.s.

Жанр: Зарубежные детективы

Серия:

isbn: 9788893985949

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СКАЧАТЬ ahorrando casi tres meses para poder tener una velada inolvidable, al final salió perfecto. Lo único que la había dicho a ella es que se vistiese elegante y que pidiese la tarde libre en su trabajo. Y allí le hice la gran pregunta, y desde entonces seguimos juntos ―comentaba el taxista mientras miraba con cariño la foto ya casi desdibujada de su mujer.

      –Bueno yo sí que voy a hacer preguntas, pero no va a ser esa ―traté de aclarar, aunque sin éxito.

      –Ya hemos llegado ―dijo el taxista con una amplia sonrisa―. ¡Buena suerte!

      –Sí, gracias ―acerté a responder sin querer darle más detalles de aquella extraña tarde en el que había acudido a consulta una mujer de improviso con esta caja que ahora portaba hacia una obra de balé que desconocía.

      No es que fuese muy aficionado a este arte, pero en ocasiones, sobre todo cuando acudía a congresos, se organizaban actos culturales alrededor, dignos de contemplarse por el gran esfuerzo que ponían los organizadores de este.

      Me encontraba frente a la puerta de un teatro, algo que me llamó la atención, pues no es el lugar habitual para poder presentar un balé. A la hora de acceder al local presenté la entrada y el portero me dijo:

      –¡Buenas noches!, le esperábamos con cierto nerviosismo.

      –¿A mí? ―pregunté asombrado por aquel saludo tan inusual.

      –Por favor, espere que avisaré al resto.

      Y dicho eso abrió una puerta interna y voceó:

      –¡Ya está aquí!, preparados todos.

      –¿A qué todos se refiere? ―volví a preguntar sin saber bien a qué venía aquel revuelo.

      –¡Pase!, ¡pase! ―dijo una señorita abriendo una puerta lateral que obstaculizaba el paso al lado de la ventanilla de acceso.

      –Gracias, pero no entiendo a qué viene tanta atención ―dije entre sorprendido y abrumado.

      –¡Sígame! ―dijo aquella mujer mientras nos adentrábamos por un estrecho pasillo que desembocó en una pequeña sala.

      –Por favor, venga aquí ―dijo otra persona desde una butaca.

      –¿Por dónde bajo? ―pregunté mirando que me encontraba en medio de un pequeño escenario, mientras aquella mujer se retiraba.

      –A su derecha al final hay tres escalones, no son muy grandes ―repuso la persona que se levantaba de la butaca.

      Una vez encontré el sitio le dije a aquel que me había recibido con la palma de la mano abierta,

      –¿Cuál es mi sitio?

      –¡Cualquiera! ―afirmó con una gran sonrisa.

      –¿Cómo dice? ―pregunté sorprendido de aquello.

      –Sí, el que más le plazca ahora debo retirarme ―dijo mientras subía al escenario por donde yo había bajado, y desaparecía por el mismo sitio que lo había hecho la mujer que me había conducido hasta allí.

      –¡Señores y señoras!, buenas noches, antes de nada, agradecerles su presencia, espero que esta obra sea de su interés. Y sin más dilación empezamos ―dijo el taquillero que ahora llevaba una chaquetilla verde y unas mallas del mismo color.

      Miré a todos lados para ver si había más espectadores en aquella sala, y no conseguí ver a nadie. Aquello me sorprendió pues no comprendía qué es lo que pasaba allí. Estaba seguro de haber llegado al lugar adecuado, la dirección e incluso el taquillero, todo estaba en orden, a excepción de lo que había pasado de puertas adentro.

      En el escenario se simultaneaban y presentaban sucesivamente aquellas tres personas bailando, realizando cambios constantes de vestuario y de entonaciones.

      Al principio me costó un poco saber de qué iba la función, pero rápidamente comprendí que estaba ante una de las obras más representadas de la historia. Una obra calificada como de las más dramáticas a la vez que complejas, llena de amor, odio, venganza y deseo. Pero que es rápidamente conocida por una célebre frase “¡Ser o no ser!, esa es la cuestión”.

      Hamlet, una de las obras trágicas más conocidas de William Shakespeare, pero adaptado a un pequeño pueblo creado en el escenario, en vez de reflejar la nobleza de Dinamarca de sus personajes originales.

      La trama no distaba mucho de los dramas actuales, aunque los bailarines querían mantener esa vestimenta medieval e incluso usaban ese lenguaje rebuscado y poco directo de la obra original.

      Además, como eran pocos los actores-bailarines, ellos mismos representaban varios personajes, siendo el distintivo entre uno y otro la indumentaria que usaban. Así, para que fuese evidente el cambio, los personajes femeninos lo hacían los dos chicos, además de personajes masculinos.

      En apenas media hora habían terminado, y yo me quedé perplejo por aquello. No es que recordase la obra entera, pero sabía que tenía tres o cuatro actos, cada uno bastante extenso en el tiempo, pero esto, fue como un “Hamlet exprés”.

      Cuando quedaron los tres bailarines de pie en el escenario con los brazos arriba tras haber realizado una reverencia doblando el cuerpo, bajando la cabeza casi hasta las rodillas, y deteniéndose a mirarme, no pude por menos que aplaudir.

      –¿Qué le ha parecido? ― dijo el actor-bailarín que había hecho de taquillero.

      –Bien ―dije intentando reponerme de la impresión.

      –¿De veras le ha gustado? ―preguntó la actriz nerviosa.

      –Bueno, en esencia está bien, aunque me ha faltado lo más importante ―dije sin querer desanimarlos.

      –¿Lo más importante? ―preguntó el tercero.

      –Sí, toda la introspección de los personajes, en especial del príncipe Hamlet. Me ha faltado algo de más auto diálogo.

      –¡Lo sabía! ―dijo el primer actor.

      –¡Tranquilo! ―dijo el tercero.

      –¿Cómo cree que lo podríamos mejorar? ―preguntó ella.

      –No sé, yo no es que sea un entendido ni nada de eso.

      –Eso es lo que queremos, de ahí la invitación ―indicó la mujer.

      –¡No entiendo! ―repuse confuso por aquella afirmación.

      –Dejamos una invitación en el parque, para que aquel que quisiera pudiese asistir de forma anónima a nuestra “premier”, para de esa manera conocer de primera mano la impresión que causa nuestra obra en el espectador ―aclaró el primer actor.

      –Bueno, quizás no soy todo lo imparcial que buscabais, soy psiquiatra y tiendo a analizar desde mi profesión todo aquello que veo y oigo, ¡es deformación profesional! ―aclaré con cierto tono de resignación.

      –¡Entonces!, ¿le ha gustado? ―insistió la mujer que iba vestida con una malla y un tutú ambos negros.

      –Sí, creo que es interesante el enfoque que habéis dado, pero se me ha hecho muy corto, y echo en falta algunas escenas importantes de la obra.

      –De СКАЧАТЬ