Название: Donde Habitan Los Ángeles
Автор: Emmanuelle Rain
Издательство: Tektime S.r.l.s.
Жанр: Современная зарубежная литература
isbn: 9788835401490
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—Sí, me vendría bien un poco de diversión.
—Es nuestro aniversario, el décimo… Así que hemos pensado en celebrarlo.
—Deberías comprar un gran ramo de rosas rojas —pensó Magda—. Diez años es mucho tiempo. Y también una buena botella de champán para que la bebáis en el hidromasaje… ¡Madre mía! Ya me estoy imaginando la escena.
Mark se rio.
—Me sorprendes, tesoro, no pensaba que fueras tan romántica.
—La verdad es que no lo soy, al menos no por lo que a mí respecta. No quiero complicaciones… pero me gustan las personas enamoradas, y vosotros dos sois una pareja preciosa.
—Tú también podrías enamorarte si hicieras vida fuera de esta tienda y de tu casa… Dime, ¿cómo conocerás a alguien si nunca sales?
—No, gracias. Así estoy bien.
«¡Seguro! Tampoco es que tenga otra elección… Jamás podré estar con alguien», pensó.
El mero pensamiento de que la tocaran le producía náuseas.
«Tiene que haber alguien en quien confíes. Deberás acercarte a alguien tarde o temprano», le dijo Mori en su cabeza.
—¡Pero bueno! ¡Mira quién hay por aquí! No te escuchaba desde hacía un rato.
—¿Cómo dices? —le preguntó Mark.
—Nada, pensaba en voz alta... Escucha, ¿podría cogerme medio día libre? No me siento demasiado bien.
Mark la observó con preocupación.
—¿No habrás pillado la gripe? Es común en esta época.
—No, solo tengo un fuerte dolor de cabeza, nada que una aspirina y una siesta no hagan desaparecer.
—De acuerdo, vete si quieres. Hoy y el lunes no habrá mucha gente, si no, te aviso.
—¿Seguro? Puedo esperar hasta el cierre y cogerme solo la tarde.
—He dicho que te vayas, tranquila. Por una vez, no pasa nada. Relájate y solo preocúpate por recuperarte.
—Mil gracias, Mark. Eres un tesoro.
Cogió la chaqueta y el bolso, y salió de la tienda para dirigirse a casa.
«Mori, ¿estás ahí?».
«Sí, aquí estoy. ¿Dónde quieres que vaya? Escucha, ¿de qué conoces a Jess?».
Magda se detuvo de golpe.
«¿Acaso no lo sabes?».
«¿Y por qué debería?».
«Porque estás en mi cabeza. Probablemente sabrás muchas cosas sobre mí. ¿O me equivoco?».
«No es así cómo funciona. De todos modos, no me atrevería a espiar tus recuerdos, especialmente cuando, según tengo entendido, haces todo lo posible por escondértelos a ti misma...».
«¡Mori! Basta de hablar de mí. No tengo nada que ocultar, aun así, te agradezco que no hayas curioseado».
—¡Eh, Jess! ¿Bajas o qué? La comida está lista.
—Kira, no me jodas... No tengo hambre.
Jess se pasaba una mano entre el denso cabello ondulado mientras iba de aquí para allá en su habitación.
«Todavía no me creo que la haya encontrado. He estado tan preocupado estos últimos años que debo ir a su casa hoy mismo. Debo saber cómo está y qué ha hecho todo este tiempo».
Hablando consigo mismo, caminó hacia la ducha, abrió el grifo y, cuando el agua alcanzó la temperatura ideal, se metió debajo.
Mientras se enjabonaba, notó bajo sus manos las dos cicatrices de la espalda. Ya no tenía sus alas, pero valió la pena. Con gusto habría perdido una pierna o un brazo por salvarla. Lo que le hicieron no tenía nombre: la violaron y golpearon, la traicionaron aquellos que debían protegerla...
Las lágrimas empezaron a bajarle por las mejillas, lágrimas de rabia.
Le habría gustado matarlos a todo, si tan solo... Si tan solo... Ya no importaba. Era un ángel y los ángeles no asesinan, son sus enemigos quienes hacen esas cosas.
Técnicamente, la joven no tenía un ángel de la guardia. Magda contaba con sus espíritus guía, y él no debería haberse metido en su vida, ya que ella, aunque de modo inconsciente, había renegado de su dios. Sin embargo, se sintió atraído por esa chica de ojos verde jade, ojos de otra época, que posiblemente pertenecían a un alma antigua, y se dejó atrapar por ella, por su cabello pelirrojo, por su perfume de canela y miel, por aquella piel tan clara que parecía porcelana. La espiaba de noche mientras dormía y la seguía de día, y cuando las cosas se descontrolaron, poco después de la muerte de su madre, no pudo evitar ayudarla, incluso a costa de sacrificarse, incluso a costa de sacrificar su naturaleza de ángel. Así fue como perdió las alas. Cayó, pero lo habría hecho un millón de veces, habría dado su propia vida por Magda.
Capítulo 3
Una tenue estela
Magda se pasó por el supermercado antes de ir a casa.
Le asustaba el tiempo libre con el que, inesperadamente, se había encontrado aquel día. Tanto tiempo para pensar no le haría ningún bien... de modo que compró unas cuantas cosas y decidió que pasaría la tarde cocinando. Era una actividad que lograba calmarla, aunque casi nunca la ponía en práctica.
Tras pagar, caminó hacia casa.
«Tengo un extraño presentimiento, ¿sabes? No sé cómo explicarlo... Es como si estuviera esperando algo».
«Quizás es justo lo que estás haciendo», le respondió Mori.
«¿Eso crees? Ya veremos... Mientras tanto nos aguarda un aburrido día entre fogones».
Cuando entró a casa, encontró a sus dos gatos, uno gris de pelo largo y una negra de pelaje corto y brillante, durmiendo en el sofá, y también al perro, un mestizo de pelo blanco y negro, acurrucado sobre la alfombra roja.
—¡Hola! Ya estoy en casa —dijo a sus mascotas, las cuales se levantaron y fueron a su encuentro—. ¡Sorpresa! Hoy estaremos juntos más tiempo de lo normal. ¿Contentos?
Jugó un poco con ellos, repartiendo caricias y mimos detrás de las orejas, tras lo cual se preparó para darse una buena ducha y ponerse cómoda.
—Chicos, voy a salir. No sé cuándo volveré. —Jess bajó las escaleras, derecho a la gran puerta de entrada.
—Vas a su casa, ¿no es así? —le preguntó Terence.
—Métete СКАЧАТЬ