La Santa Biblia - Tomo III. Johannes Biermanski
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Название: La Santa Biblia - Tomo III

Автор: Johannes Biermanski

Издательство: Автор

Жанр: Религия: прочее

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isbn: 9783959633420

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СКАЧАТЬ asegurarse honores y ganancias mundanas, la iglesia fue inducida a buscar el favor y el apoyo de los grandes de la tierra, y habiendo rechazado de esa manera al Mesías, tuvo que someterse al representante de Satanás, - el obispo de Roma.

      Una de las principales doctrinas del romanismo es la de que el papa es cabeza visible de la iglesia universal de Cristo {del Mesías; editor: en la iglesia está un otro 'Cristo oir la re-incarnación' (un otro camino a Dios) que en las Escrituras Sagradas}, e investido de suprema autoridad sobre los obispos y los pastores de todas las partes del mundo. Aun más, al papa se le han dado los títulos propios de la divinidad. Se le ha titulado "Señor Dios el Papa" (véase el Apéndice), y se le ha declarado infalible.

      EL Apéndice: TÍTULOS. - En un pasage que forma parte del derecho canónico, el papa Inocencio III declara que el pontífice romano es "el vicario en la tierra, no de un mero hombre, sino del mismo Dios"; y en una glosa del trozo se explica que esto es así debido a que el papa es el vicario de Cristo, el cual es "verdadero Dios y verdadero hombre." (Véase Decretal. D. Gregor. Pap. IX. lib. 1, de translat. Episc. tit. 7, c. 3. Corp. Jur. Canon, ed. París, 1612; tom. II, Decretal. col. 205.)

      En cuanto al título "Señor Dios el Papa," véase una glosa de las Extravagantes del papa Juan XXII, título 14, cap. 4, "Declaramus." En una edición de las Extravagantes, impresa en Amberes en 1584, se encuentran en la columna 153 las palabras "Dominum Deum nostrum Papam" ("Nuestro Señor Dios el Papa"). En una edición de París, del año 1612, se hallan en la columna 140. En varias ediciones publicadas desde 1612, hase omitido la palabra "Deum" ("Dios").

      Exige que todos los hombres le rindan homenaje. La misma pretensión que sostuvo Satanás cuando la tentación {al Mesías} en el desierto, la sostiene aún por medio de la iglesia de Roma, y muchos son los que están por rendirle homenaje.

      Empero los que temen y reverencian a Dios, resisten esa pretensión, que es un reto al cielo, como resistió el Mesías las instancias del astuto enemigo: A YAHWEH tu Elohim (D-os) adorarás, y a él solo servirás!" (S. Lucas 4:8.) Dios no ha hecho alusión alguna en su Palabra a que él haya elegido a un hombre para que sea la cabeza de la iglesia. La doctrina de la supremacía papal está en abierta oposición con las enseñanzas de las Santas Escrituras. El papa no puede tener autoridad sobre la grey [asamblea] del Mesías sino por usurpación.

      Los romanistas se han empeñado en acusar a los protestantes de herejía y de haberse separado resueltamente de la verdadera iglesia. Pero estos cargos recaen más bien sobre ellos mismos. Ellos son los que arriaron la bandera del Mesías y se apartaron de "la fe que ha sido una vez dada a los santos." (S. Judas 1:3.)

      Bien sabía Satanás que las Sagradas Escrituras harían a los hombres capaces de discernir los engaños de él y de oponerse a su poder. Por medio de la Palabra fue como el mismo Salvador del mundo resistió los ataques del tentador. A cada asalto suyo, el Mesías presentaba el escudo de la verdad eterna diciendo: "Escrito está." A cada sugestión del adversario oponía él la sabiduría y el poder de la Palabra. Para mantener su poder sobre los hombres y establecer la autoridad del usurpador papal, Satanás necesita que ellos ignoren las Santas Escrituras. La Biblia ensalza a Dios y coloca a los hombres, seres finitos, en su verdadero sitio; por consiguiente hay que esconder y suprimir sus verdades sagradas. Esta fue la lógica que adoptó la iglesia romana. Por centenares de años fue prohibida la circulación de la Biblia. No se permitía a la gente leerla ni que la tuviese en sus casas. Sacerdotes y prelados sin principios eran los que interpretaban las enseñanzas de ella para sostener sus pretensiones. De este modo el papa vino a ser reconocido casi universalmente como vicegerente de Dios en la tierra, dotado de autoridad sobre la iglesia y el estado.

      Una vez suprimido lo que descubría el error, Satanás hizo lo que quiso. La profecía había declarado que el papado pensaría "mudar los tiempos y la ley." (Daniel 7:25.) No tardó en darse comienzo a esta obra. Para dar a los convertidos del paganismo algo que equivaliera al culto de los ídolos que les había sido quitado y para animarles a que aceptaran siquiera nominalmente el cristianismo, se introdujo gradualmente en el culto cristiano la adoración de imágenes y de reliquias. Este sistema de idolatría fue definitivamente sancionado por decreto de un concilio general. (Véase el Apéndice.)

      EL Apéndice: CULTO DE LAS IMÁGENES. - "El culto de las imágenes ... fue una de esas corrupciones del cristianismo que se introdujeron en la iglesia furtivamente y casi sin que se notaran. Esta corrupción no se desarrolló de un golpe, cual aconteció con otras herejías, pues en tal caso habría sido censurada y condenada enérgicamente, sino que habiendo empezado en forma disfrazahda y plausible favoreció la introducción de nuevas prácticas una tras otra de tan paulatino modo, que la iglesia se vió totalmente envuelta en idolatría no sólo sin enérgica oposición, sino sin sinquiera protesta resuelta alguna; y cuando al fin se hizo un esfuerzo para extirpar el mal, resultó éste por demás arraigado para ello. ... La causa de dicho mal hay que buscarla en la propensión idolátrica del corazón humano a adorar a la criatura más bien que al Creador. ....

      "Las imágenes y los cuadros fueron introducidos al principio en la iglesia no para que fueran adorados, sin para que sirvieran como de libros que facilitaran la tarea de enseñar a los que no sabían leer o para despertar en otros la adoración. Difícil es decir hasta que punto este medio correspondió al fin propuesto; pero aun concediendo que así fuera durante algún tiempo, muy pronto dejó de serlo, resultando que los cuadros e imágenes puestos en las iglesias, en lugar de ilustrar obscurecían la mente de los ignorantes y degradaban la devoción de los creyentes en lugar de exaltarla. De suerte que, por más que se hubiera pensado en emplear unos y otros para dirigir los espíritus de los hombres hacia Dios, no sirvieron en fin de cuentsas sino para alejarlos de él e inducirlos a lo adoración de las cosas crasdas." (J. Mendham, "The Seventh General Council, the Second of Nicea," Introducción, págs. iii-vi.)

      Para una relación de los procedimientos y decretos del Segundo concilio de Nicea, 787 de J. C., convocado para instituir el culto de las imágenes, véase Baronius: "Annales Ecclesiastici," tomo IX, págs. 391-407 (ed. de Amberes, 1612); J. Mendham, "The Seventh General Council, the Second of Nicea"; C. J., v. Héfélé, "Histoire des Conciles," lib. 18, cap. 1, sec. 332, 333; cap. 2, sec. 345-352.

      Para remate de su sacrílega obra, Roma se atrevió a borrar de la ley de YAHWEH el segundo mandamiento, que prohibe la adoración de las imágenes y a dividir en dos el último mandamiento para conservar el número de éstos.

      El espíritu de concesión al paganismo fomentó aún más si cabe, el desprecio de la autoridad del cielo. Satanás, obrando por medio de directores inconversos de la iglesia, hizo por escamotear también el cuarto mandamiento y trató de echar a un lado el antiguo Sábado, el día que YAHWEH había bendecido y santificado (Génesis 2:2, 3), y de colocar en su lugar el día festivo observado por los paganos como "el venerable día del sol." Este intento no se hizo al principio abiertamente. En los primeros siglos el verdadero Sábado había sido guardado por todos los cristianos, los cuales siendo celosos de la honra de YAHWEH y creyendo que su ley es inmutable, respetaban escrupulosamente la santidad de sus preceptos. Pero Satanás procedió con gran sutileza por medio de sus agentes para llegar al fin que se propusiera. Para llamar la atención de la gente hacia el domingo, fue declarado día de fiesta en honor de la resurrección del Mesías. Se celebraban servicios religiosos en ese día; no СКАЧАТЬ