Por fin me comprendo. Alfredo Sanfeliz Mezquita
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Название: Por fin me comprendo

Автор: Alfredo Sanfeliz Mezquita

Издательство: Bookwire

Жанр: Сделай Сам

Серия: Crecimiento personal

isbn: 9788418263293

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СКАЧАТЬ entender lo que son las necesidades debemos buscar aquello que es imprescindible, o más o menos imprescindible o muy conveniente, para la consecución de los mandatos biológicos básicos con los que estamos programados en virtud de nuestros instintos. Es decir, aquello que se precisa o es de gran utilidad para mantenernos vivos y conservar a nuestra especie se convierte en una necesidad real o incluso percibida para nosotros.

      Una primera categoría de necesidades son las llamadas fisiológicas o biológicas. Es decir, todo aquello que resulta imprescindible para poder sostener la energía y el movimiento que mantiene la actividad interna de nuestros órganos, nuestra vida. Estas necesidades se refieren a la nutrición, el oxígeno, la temperatura, la protección puramente física, etc. La carencia de alguna de ellas nos lleva a la muerte rápida o progresiva, y por ello resulta incontestable su calificación como verdaderas e indiscutibles «necesidades», como las tiene cualquier otro ser vivo. La simple amenaza a la satisfacción de tales necesidades dispara en nosotros reacciones y comportamientos, incluso violentos, dirigidos a su protección.

      Pero la evolución del hombre a lo largo de la Historia y su conformación como ser social y cultural dan lugar al nacimiento de lo que se pueden llamar necesidades psicológicas o sociales. Podríamos decir que estas son (como ocurre en el caso de las necesidades fisiológicas) aquello que el ser humano requiere, o siente que requiere, para el sostenimiento de su vida y la reducción del sufrimiento psicológico. Este sufrimiento podría suponer un enorme desgaste energético y el deterioro de la calidad de la sociedad en la medida que las carencias psicológicas o sociales se extiendan a muchos de sus miembros. Desde luego no se trata de necesidades cuya carencia nos produzca una muerte inmediata, pero resultan fácilmente apreciables en nuestros estados de ánimo, energía y actitud para vivir.

      Existen diversas clasificaciones de lo que podemos llamar necesidades humanas. Más allá de las puramente fisiológicas, me gustaría mencionar las cinco necesidades que enuncia el psicólogo fundador del Neuro Leadership Institute David Rock en su modelo que denomina SCARF (bufanda en inglés), acrónimo formado con las iniciales de los términos Status, Certainty, Autonomy, Relatedness y Fairness con criterio nemotécnico:

       Status o estatus: necesidad social de tener importancia relativa respecto a los demás, respeto, estima y significado dentro de un grupo.

       Certainty, seguridad o certidumbre: necesidad de sentirnos seguros sabiendo que nuestro cerebro analiza patrones de forma constante y prefiere patrones familiares y conocidos. Evalúa lo conocido como seguro y lo desconocido como peligroso. Vencer las resistencias al cambio pasa por gestionar bien este dominio.

       Autonomy o autonomía: necesitamos percibir que poseemos cierto control sobre los acontecimientos, así como la posibilidad de tomar decisiones propias.

       Relatedness, encaje social o relacional y sentido de pertenencia: necesitamos las relaciones y pertenecer al grupo en el que nos sentimos seguros, para lo cual analizamos constantemente si las personas de nuestro entorno son amigos o extraños.

       Fairness o justicia: necesitamos vivir en un entorno justo pues la sensación de la existencia de falta de equidad a nuestro alrededor desencadena respuestas negativas y provoca posturas defensivas.

      Se tratan todas ellas, bajo una u otra categorización, de necesidades cuya falta de satisfacción supone un desgaste o fuente de infelicidad en nuestra vida y por tanto un debilitamiento de nuestra capacidad de luchar exitosamente por nuestra supervivencia. Quizá sería más propio referirse a un debilitamiento de nuestra supervivencia social, dado que la carencia de las mismas no acaba, directamente ni de forma inmediata, con nuestra vida (salvo en casos de suicidio, infartos o enfermedades derivadas de la ansiedad…). Pero prefiero mantener el término supervivencia sin más, pues el deterioro en la satisfacción de nuestras necesidades sociales nos debilita también física y anímicamente, detrae de nosotros mucha energía y a la larga contribuye a reducir la duración de nuestra vida y nuestra relevancia en la sociedad, con lo que eso puede implicar en la relevancia (o incluso supervivencia) de nuestra estirpe.

      Si la falta de satisfacción de las necesidades fisiológicas nos produce la muerte física o biológica, la insatisfacción de las necesidades sociales nos puede llevar a la muerte social o a la exclusión. Ello supone la eliminación de toda relevancia en la sociedad, lo que significa la eliminación de cualquier influencia personal en la deriva o evolución social o en nuestro entorno. Asimismo, las carencias prolongadas provocarán a la larga la exclusión del grupo de los fuertes e influyentes, cuya descendencia nacerá y se criará seguramente en un entorno más propicio también para su supervivencia y relevancia social o poder. Haciendo un paralelismo, no estar socialmente bien alimentado o satisfecho se asemejará, de cara a la supervivencia, a la debilidad física por falta de satisfacción de las necesidades biológicas.

      En general, las necesidades fisiológicas tienen asociado un mecanismo de alarma que nos avisa cuando la necesidad se encuentra insatisfecha o amenazada. Basta observar la sensación de hambre o de sed cuando nos falta comida o agua, o la angustia que sentimos cuando estamos en un lugar en el que falta el aire. Pero en el caso de las necesidades psicológicas o sociales las cosas no son tan claras. Es muy común que las personas afectadas por una falta de cariño, de reconocimiento, de «grupo de pertenencia» u otras carencias sociales, no sean conscientes de ello. A menudo sentimos no estar bien pero negamos nuestras carencias psicológicas y solo a través de procesos de crecimiento personal y autoconocimiento llegamos a descubrir cuáles son esas necesidades insatisfechas que nos hacen sufrir o nos restan felicidad. Resulta en este sentido muy elocuente la frase del famoso psiquiatra Carl Gustav Jung cuando dice: «hasta que lo inconsciente no se haga consciente, el subconsciente seguirá dirigiendo tu vida y tú lo llamarás destino». Y por alguna razón en nuestra sociedad, muy seca de cultura emocional y de sentimientos, solemos ser reticentes a aceptar que estamos necesitados de cariño, atención, reconocimiento etc. Parece que nos tenemos que hacer los duros y autosuficientes, como si aceptar que tenemos necesidades emocionales o que necesitamos que nos quieran fuera una debilidad.

      Las necesidades psicológicas o sociales son facetas de nuestra existencia y experiencia de vida cuya satisfacción nos procura equilibrio, plenitud, autoestima, sentido de la existencia etc. Su carencia, por el contrario, nos produce desequilibrio, insatisfacción, frustración, desasosiego, depresión, tristeza, pasividad, exclusión... En definitiva, su satisfacción nos hace personas más fuertes emocionalmente, con mejor ánimo y en general mejor preparadas psicológicamente para afrontar el día a día de nuestra vida. Su carencia por el contrario nos debilita convirtiéndonos en personas «en peor forma» para la competición por la vida en la inevitable lucha por la supervivencia en la sociedad. Son carencias que nos hacen más débiles, como se hace más débil quien no tiene suficiente alimento para estar bien nutrido. Quizá mostrar esa debilidad en el pasado fuera algo negativo para nuestra protección y supervivencia, pero ¿sigue esta sociedad penalizando a quien se reconoce y muestra necesitado de cariño?

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