Название: Sobre el combate
Автор: Dave Grossman
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: General
isbn: 9788415373858
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La exclusión auditiva Tipo II puede darse cuando uno está completamente relajado (es decir, no en un estado de estimulación) y parece ser el resultado cuando el cuerpo recibe dos estímulos sensoriales de forma simultánea y abrumadora. Durante una conversación con Gavin de Becker, éste señaló que cuando una criatura de la naturaleza aterriza en tu espalda mientras ruge, la información dominante para la supervivencia será la sensación de tener algo en la espalda. Bajo estrés, el cuerpo tiende a apagar todos los sentidos salvo uno para evitar la sobrecarga y la confusión sensoriales. En este caso, es el impacto de la criatura el que el cuerpo humano interpreta como la información vital para la supervivencia.
Tom Davis, coronel del ejército de Estados Unidos en la reserva y veterano de Vietnam, me brindó un ejemplo clásico de este fenómeno:
Resulté herido en Vietnam a causa de una granada propulsada por cohete. Impactó a unos tres o cinco metros de donde estaba. Vi la bola de fuego pero no sentí la conmoción, ni tampoco oí el sonido. Mi oído se había cerrado automáticamente. Mi oído volvió a funcionar de forma inmediata. Estaba acostado debajo de la parte delantera de un jeep y pensé que llegaba otra granada. Sin embargo, lo que oía era el aire que se escapaba de las cuatro ruedas. La conmoción debería haberme reventado los tímpanos, pero no fue así. Deberíamos dar gracias a Dios por tener estos cierres automáticos en el cuerpo.
Un poco después ese mismo año, el recinto en el que estaba sufrió un ataque. Las bombas hacían tanto ruido que mi capitán tenía que gritar en la radio que estábamos siendo atacados. Yo le gritaba para que se pusiera a cubierto. No podía oírme gritar y él tampoco se oía sí mismo debido al ataque.
En el segundo ataque, el coronel Davis cree que el oído le funcionaba y que no había exclusión auditiva porque las bombas caían fuera del búnker, lo que de alguna manera le protegía de una conmoción.
Este fenómeno quizás también explique por qué las personas que se disparan accidentalmente a menudo declaran no haber oído el disparo ni un pitido más tarde. Hay que reiterar que el cuerpo recibe dos estímulos sensoriales de forma simultánea y abrumadora: el sonido del arma y la sensación de la bala cuando golpea. Aunque puede que no haya dolor inicial, podemos formular la hipótesis de que el cuerpo se da cuenta de inmediato del trauma físico y de que el sonido ha sido apagado.
Así empezamos a entender que cuando los viejos veteranos dicen que «no oyes la que te alcanza», nos están diciendo la verdad y este viejo dicho se une al abanico de estos otros adagios en cuanto representaciones certeras de lo que de verdad sucede en el combate:
— No poder pensar por el miedo (cierre del procesamiento del cerebro anterior).
— No ver nada por el miedo (pérdida de visión de cerca, pérdida de visión de profundidad y pérdida de visión periférica).
— Cagarse de miedo (pérdida de control de los intestinos y de la vejiga).
Sonidos intensificados: te agachas y mueres, ciego y asustado
Me quedé sin vista y los miedos se apoderaron de mí.
Francis Rowley
«I Will Sing the Wondrous Story»
En las investigaciones de la doctora Artwohl, el 85 por ciento de los individuos a los que entrevistó experimentaron el sonido amortiguado, pero para un 16 por ciento el sonido de un fusil se había intensificado. ¿En qué circunstancias elegiría el cerebro cerrar la vista y encender el oído? En condiciones de baja visibilidad. Y ello porque, como señalamos, el cerebro se concentra en el estímulo prominente, y en la oscuridad el estímulo prominente es el sonido.
La policía moderna y los militares entrenan disparando a siluetas con formas humanas e imágenes fotorrealistas de personas. Si bien es correcto, el problema es que en la oscuridad resulta difícil sino imposible ver la amenaza. A menudo, el destello de la boca del arma es el único estímulo visual en un tiroteo en condiciones de baja visibilidad. La vista se cierra y el oído se enciende y, tal y como me lo relató un entrenador policial: «Te agachas y mueres, ciego y asustado».
John Peterson, boina verde e instructor de tiro innovador, llevó a cabo una vasta investigación sobre la materia cuando servía como instructor en la SigArms Academy en New Hampshire. John y su equipo llevaban a un cadete a una habitación a oscuras para un ejercicio de fuerza contra fuerza, con proyectiles paint bullets accionados con pólvora. Nada más entrar en la habitación, el cadete recibía uno o dos disparos en su chaleco antibalas. En casi todos los casos, el cadete devolvía los disparos tan sólo con el sonido.
Sólo un murciélago puede triangular con precisión la localización de un agresor basándose en el sonido. Para localizar a un agresor en condiciones de baja visibilidad, lo mejor es apuntar al destello de la boca del arma. Para enseñarles esto, Peterson llevaba a sus estudiantes a una habitación oscurecida y disparaba una ronda de paint bullets para enseñarles lo que sería un destello. (La munición de paint bullets accionada con pólvora emite un destello en la boca del arma, lo que la hace particularmente efectiva para este tipo de entrenamiento.) Cuando los estudiantes estaban mentalmente «amartillados y listos» para este estímulo, la siguiente vez que entraban en una habitación oscurecida y recibían un disparo de una paint bullet, se centraban en el destello de la boca con disparos certeros. A partir de ese momento, rendían en las situaciones de combate nocturno con un mayor grado de competencia.
A veces el guerrero se desplaza de uno a otro, de lo auditivo a lo visual, y luego vuelta atrás, dependiendo de qué sentido necesite más en cada momento. Esto explica el hallazgo de la doctora Artwohl en el sentido de que el 85 por ciento de los agentes experimentaron exclusión auditiva en los tiroteos, pero un 16 por ciento experimentó una intensificación del sonido, lo que sumaría un 101 por ciento, lo cual, a su vez, se explica porque algunos experimentaron ambas cosas a lo largo del tiroteo.
Un agente me explicó que una vez estaba al pie de una escalera mientras un sospechoso le disparaba desde arriba. Me dijo que el sonido de los disparos era abrumador. «Tenía una escopeta en mi mano», dijo, «la levanté y puse al tipo en la mira, y de pronto los disparos se silenciaron». Cuando el agente ubicó al sospechoso visualmente con el arma, su vista se encendió y su oído se apagó, un fenómeno que ocurre a menudo cuando los guerreros se encuentran en una emboscada. El sonido de los disparos que nos llegan es al principio abrumador: ¡Bum! ¡Bum! ¡Bum! Como se ve sorprendido, el agente tiene una habilidad visual limitada pero, cuando escanea el entorno con rapidez y consigue ubicar visualmente al agresor, los disparos se silencian.
A veces se da el efecto contrario en el que se pasa de una exclusión auditiva al sonido intensificado. Tuve el honor de hablar con un agente en Florida sobre un tiroteo en el que participó. Me explicó que él y su compañero detuvieron un vehículo porque tenían motivos para arrestar al conductor y al acompañante. Primero esposaron al acompañante y lo metieron en el coche de la policía, pero cuando él empezó a esposar al conductor, el hombre cogió una pistola, se dio la vuelta y disparó una bala que alcanzó el cerebro del segundo agente, matándolo al instante. El hombre se volvió otra vez y comenzó a dispararle. El agente me dijo:
Vi el arma y era todo lo que había en este mundo [visión de túnel]. No oí los disparos; no oí nada [exclusión auditiva]. Una СКАЧАТЬ