Название: La trastienda de la mente
Автор: Ana Martos
Издательство: Bookwire
Жанр: Общая психология
isbn: 9788412150308
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Aunque los manuales DSM han eliminado la histeria, muchos profesionales siguen encontrando casos clínicos que reúnen toda la sintomatología propia de lo que antes se denominó histeria.
En enero de 2018, el portal Psiquiatria.com publicó un artículo redactado por los profesionales del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza con un título que explica lo que acabamos de señalar: Manifestaciones de la “histeria” en nuestro tiempo. En este artículo, se exponen dos casos de trastornos de síntomas somáticos que tienen en común muchos síntomas propios de la histeria y que se están tratando con psicoterapia:
Bloqueo sexual. Incapacidad para el coito a pesar de la intensa búsqueda de relaciones sexuales.
Conversión. El mecanismo que hemos mencionado para convertir el trastorno psicológico en un síntoma físico.
Síntomas médicamente inexplicables como ataques similares a los ataques epilépticos, junto con temblores y pérdida de conciencia.
Insomnio o alteraciones en el sueño.
Belle indiference. Este es un síntoma propio de la histeria, una actitud especialmente tranquila y resignada con la que el enfermo contempla sus síntomas, aunque se trate de una parálisis o una ceguera.
No se aprecian causas fisiológicas en sus síntomas.
A principios del siglo XX, el médico francés Babinski acuñó el término pitiático para denominar estos trastornos físicos que se producen y se eliminan por medio de la sugestión y que incluyen la ceguera, la parálisis y diversas enfermedades. Pero no hay que olvidar que estos síntomas nunca son voluntarios ni simulados y que además van acompañados de la belle indiference. Desaparecen sin tratamiento médico, a veces, remiten cuando ya han conseguido el efecto deseado y, otras veces, con un tratamiento psicoterapéutico.
En el delirio histérico, se producen movimientos agitados y desorientación, el enfermo no sabe dónde está, qué día es o cómo llegó allí. Junto con ello, se producen alucinaciones táctiles y auditivas. El enfermo escucha palabras o ruidos y cree tocar objetos inexistentes, a veces, con total precisión. Pueden presentarse temblores y caída al suelo.
Hay diferencias notables entre el ataque epiléptico y el ataque histérico:
Si se produce un ataque, se produce siempre en público, nunca a solas. Si es a solas, hay muchas posibilidades de que el ataque se haga público.
El ataque epiléptico no persigue una finalidad, mientras que el histérico, sí.
El epiléptico se hace daño al caer, se golpea y puede morderse la lengua, mientras que el histérico cae al suelo sin hacerse daño.
El epiléptico sabe que va a tener un ataque por una señal que percibe, como un olor, una luz, etc. Esa señal se llama aura epiléptica y no se da en la histeria. En la pérdida de conciencia histérica se produce una falta de orientación, en que el paciente se comporta como si estuviera soñando, casi siempre con manifestaciones emocionales. Suele producirse tras una situación traumática, como la muerte de un ser querido.
Recomendaciones
Lo primero que hay que averiguar es si el enfermo padece un trastorno psicosomático o si realmente sufre alguna enfermedad física. Estos trastornos guardan parecidos con otras patologías como la epilepsia en los ataques y la esquizofrenia en la despersonalización y la disociación. Por tanto, es imprescindible conseguir un diagnóstico y luego actuar en consecuencia.
La psicoterapia puede ser muy eficaz. La hipnosis es de gran ayuda para eliminar las amnesias y arrojar luz sobre la situación traumática que ha generado el trastorno. También hay una farmacoterapia específica.
En cualquier caso, siempre hay que tomar al médico de familia como punto de partida. Él sabrá remitir al enfermo al especialista adecuado.
Caso
Fernando era un avaro consigo mismo y con su familia. Era él quien administraba el dinero que entraba en casa y no había forma de conseguir que gastara un céntimo que él no considerase imprescindible. Rosario, su mujer, no rechistaba porque había aprendido que una buena esposa debe ser obediente. Pero también sabía hacerle sentirse culpable con malestares constantes, de los que se quejaba con un hilo de voz.
Un día, Rosario decidió que había que pintar el comedor de la casa, porque las paredes y el techo lo estaban pidiendo a gritos. Se lo dijo a Fernando y esperó su decisión. Aquella tarde, él se presentó en casa con unos cuantos botes de pintura y una brocha.
- Toma - le dijo -, ya puedes pintar el comedor.
Cuando él se marchó a trabajar, ella se sintió mal. La parte izquierda de su cuerpo comenzó a adquirir rigidez y su boca se torció hacia ese lado. Alarmados, los hijos llamaron al médico de urgencia, que diagnosticó una hemiplejía. Cuando Fernando lo supo, corrió al hospital y se encontró a su mujer medio paralizada. Espantado, se acercó a ella. Rosario le sonrió tristemente con su boca torcida.
- Ya ves - le dijo simplemente.
Eso mismo repitió a todos los que la visitaron. La misma frase, con la misma sonrisa. Una sonrisa de resignación que aceptaba plenamente su situación sin angustia ni alarma. Todos quedaron maravillados de su entereza. Otra persona se hubiera desesperado ante aquella enfermedad, pero Rosario la admitió casi con naturalidad.
Una semana después, empezó a mejorar y, poco a poco, se sintió completamente bien, hasta que le dieron el alta y pudo volver a su casa. Lleno de remordimientos, Fernando había llamado a un pintor y había hecho pintar la casa entera. Cuando su mujer volvió del hospital, se la mostró orgulloso y un poco avergonzado.
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La somatización de Rosario la libró del trabajo de pintar su casa y castigó a su marido. Una vez obtenido su propósito, la hemiplejía desapareció y no dejó la menor secuela. Ni la boca torcida, ni el ojo semicerrado. La hemiplejía es la parálisis de un lado del cuerpo que requiere un tratamiento y semanas de rehabilitación para superar la rigidez muscular que se produce. Pero Rosario estaba perfectamente bien al cabo de ocho días y no necesitó recuperación alguna. Su proceso fue involuntario e inconsciente. No es posible paralizar voluntariamente la mitad del cuerpo. Ella no se quejó, sino que admitió su mal como algo “que le había llegado de arriba”. Eso es la belle indiference que caracteriza los síntomas histéricos.
Trastorno de la personalidad narcisista
Las personalidades narcisistas se caracterizan por una necesidad fatua de hacerse notar. Kurt Schneider los llama psicópatas necesitados de estimación y los incluye en el grupo de los que hacen sufrir a los demás. En ellos se puede apreciar la curiosidad y la fantasía exaltadas, la chismografía, la tendencia a mentir, un entusiasmo que crece y decrece bruscamente, veleidad, egoísmo, fanfarronería, amor propio exagerado, hipocondría y conducta impulsiva que puede llegar hasta el suicidio. Una persona narcisista es una personalidad peligrosa para las personalidades débiles y dependientes necesitadas de apoyo, de estima, de orientación y de protección, porque puede someterlas y esclavizarlas, creándoles dependencia y manipulándolas después a su antojo.
Caso
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