Don Lorenzo Milani. Michele Gesualdi
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Название: Don Lorenzo Milani

Автор: Michele Gesualdi

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия: Educar

isbn: 9788428832144

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      A Lorenzo Milani,

      esta vida de Jesucristo, para que, modelando en sí mismo

      al Divino Maestro, sea para las almas camino, verdad y vida.

      Cesarina Galli Mannucci

      en nombre del pueblo

      de San Pietro in Mercato

      Gigliola, Montespertoli, noviembre de 1943

      La parroquia de San Pietro in Mercato era la misma en la que había sido bautizado con el nombre de Lorenzo Carlo Domenico Milani Comparetti el 29 de junio de 1923, un mes después del nacimiento 5, cuando la familia se trasladó, durante el período estival, a la casa solariega de Gigliola, donde era propietaria de una finca agrícola con múltiples aparcerías.

      Los esposos Milani estaban unidos civilmente. La madre, Alice Weiss, no estaba bautizada, pero los tres hijos recibieron de forma normal el sacramento en la iglesia parroquial de San Pietro in Mercato, administrado por el párroco, Don Vincenzo Viviani: Adriano el 28 de febrero de 1920 y Elena Paola el 30 de agosto de 1929.

      La madrina de bautismo de los hermanos Milani fue en los tres casos la señora Elena Kraustover, que había criado a Alice tras la muerte de la madre y que sería la institutriz de alemán de los tres hermanos Milani.

      La relación de la familia Milani con el párroco Vincenzo Viviani era muy buena, y fue también él quien más tarde bautizó a Alice en el baptisterio de la iglesia parroquial de forma muy privada el 20 de abril de 1938. Su madrina supo mantener el secreto. El bautismo era indispensable para celebrar el matrimonio religioso, que se realizó en Milán, siempre con total reserva, en la parroquia de Santa Maria del Suffragio, el 30 de noviembre de 1938.

      Las actas correspondientes (publicaciones, etc.) fueron puestas bajo secreto por la autoridad eclesiástica, porque nadie en Gigliola sabía que Albano y Alice no estaban casados por la Iglesia y, por tanto, dada también la importancia social de la familia, era oportuno no escandalizar al pueblo ni dar ocasión de habladurías.

      Los cónyuges se decidieron por el matrimonio religioso dado el clima racial de la época, que hacía pensar lo peor para toda la familia.

      Inmediatamente después del matrimonio, la Sra. Alice Weiss Milani presentó una «solicitud de discriminación» sobre la base de la provisión ministerial que preveía la no aplicabilidad de las disposiciones que reducían los derechos y actividades de los ciudadanos de raza judía con méritos particulares.

      Personajes de la cultura florentina ligados a Laura, suegra de Alice, y al padre de Laura, profesor Domenico Comparetti, apoyaron la petición siguiendo canales oficiosos y personales.

      Dos años después, el ministerio del Interior, oído el parecer de la comisión competente, determinó respecto de Lorenzo Milani Comparetti el reconocimiento de la no pertenencia a la raza judía 6.

      Por su parte, el doble apellido Milani Comparetti había sido concedido mediante real decreto del 12 de mayo de 1921 a petición del mencionado Domenico Comparetti, senador del Reino y gran filólogo, que no tenía hijos varones, sino solo una hija, Laura, que contrajo matrimonio con Luigi Adriano Milani, abuelo de Lorenzo. El real decreto reconoce a todos los descendientes de Luigi Adriano Milani y Laura Comparetti el derecho a utilizar el doble apellido en toda ocasión.

      A la llegada de Lorenzo al seminario ya se había extendido la voz de que se trataba de un «señorito», proveniente de una familia rica y alejada de la Iglesia, un convertido que había decidido hacerse sacerdote en contra de la voluntad de la familia.

      Lorenzo vive la nueva vida con la alegría de quien ha encontrado la fe, que le está abriendo horizontes desconocidos. Busca el lado positivo de todo lo que encuentra en el seminario a fin de tranquilizar a su madre. Sobre la pérdida de libertad escribe:

      Lamento que sientas el peso de mi falta de libertad, pero no pienses en eso, porque yo no la siento para nada. Cuando alguien regala libremente su libertad, es más libre que alguien que está obligado a mantenerla [...]. Yo me he tomado todas las libertades posibles imaginables y, después, me di cuenta de que había una cosa grande (la más grande) que no podía hacer [...]: la libertad de decir misa.

      Pero ya en el seminario aparecen las primeras espinas: las encuentra en los comportamientos de algunos compañeros y en la desconfianza de los superiores. Había entre sus compañeros quienes ironizaban diciendo: «¡El señorito convertido! Habla mucho de los pobres, pero él nunca ha pasado hambre». Los superiores dudaban de su capacidad de adaptarse a la nueva vida.

      Él, en cambio, tiene un talante seguro y atento. Está alegre por todo y con todos. Quiere ser recibido e insertarse. Se interesa por la vida de los compañeros, cuenta de sí mismo, de su pasión por la pintura y de cómo esta le llevó a la búsqueda del Absoluto, del bien y de la belleza. Con algunos de ellos –Auro Giubbolini y Renzo Rossi– pinta pequeños cuadros y discute sobre la belleza y la armonía de los colores que da la naturaleza.

      La pintura le sigue atrayendo, y tanto que, en Lecceto, sede veraniega del seminario, pinta un fresco que representa a santo Tomás.

      En este período, Florencia se ve sacudida por la guerra y ocupada por los alemanes, que se enfrentan al avance de los aliados. Los bombardeos son frecuentes y la ciudad está de rodillas. Las panaderías y las tiendas están cerradas. El pan y todos los productos de alimentación están racionados mediante la tessera, la cartilla de racionamiento. La comida escasea también en el seminario, y los familiares llevan a sus hijos alguna ayuda. Lorenzo es de salud enfermiza y no puede correr el riesgo de desnutrición.

      Los Milani eran propietarios de tierras y envian a su hijo alimentos en abundancia y de calidad. Lorenzo no los guarda para sí, sino que propone hacer una cooperativa poniendo en común todo lo que llega para después distribuirlo de manera igualitaria entre todos.

      Al oír la palabra «cooperativa», los superiores sintieron temor, porque el término evocaba la cultura de izquierdas, combatida por la Iglesia. Pero los muchachos siguieron llamándola «nuestra cooperativa».

      Lucha por desprenderse de la educación del privilegio

      El primer año de seminario, Lorenzo lucha encarnizadamente consigo mismo por desprenderse de las costumbres y de la educación recibidas anteriormente. Todo aspecto exterior debe desaparecer. Se rapa el cabello y comienza a construir con seriedad su formación espiritual. Quiere que sea sólida, que esté arraigada en lo más íntimo suyo, sin límites de tiempo para construirla.

      Es una exigencia que le acarrea roces con el docente de Sagrada Escritura, Mons. Mario Tirapani. Al igual que los demás seminaristas, Lorenzo tiene mucho interés en profundizar en esta materia, mientras que las lecciones del monseñor se consideran absolutamente inadecuadas. Se limitan a una introducción general y a una pequeña antología de textos para comentar. No hay profundización crítica alguna ni temática religiosa que se desarrolle seriamente.

      Los otros seminaristas toleran y callan. Lorenzo, en cambio, decide reaccionar con una singular contestación. Durante la lección se sienta en el último banco, al fondo del aula, teniendo frente a sí dos textos de gran nivel: el Merk, es decir, el Nuevo Testamento en edición bilingüe griego-latín, y el Lexicon de Zorell. Y estudia por su cuenta, sin seguir al profesor.

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