Название: Lady Felicity y el canalla
Автор: Sarah MacLean
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Romantica
isbn: 9788417451967
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Su mandíbula, tan parecida a la de su padre, se tensó. Su mirada adquirió una sombra de locura y después volvió a tornarse inexpresiva.
—Entonces entiende, Diablo, que no tengo interés en cumplir mi parte del trato. Tendré herederos. Soy un duque. Tendré esposa y un hijo dentro de un año. Renegaré de nuestro trato, a menos que me digas dónde está.
La rabia de Diablo se encendió y agarró con más fuerza la cabeza plateada de su bastón. Debería matar a su hermano ahora. Dejar que se desangrara en el maldito suelo y darle al fin su merecido a la línea sucesoria Marwick.
Comenzó a golpearse la punta de su bota negra con el bastón.
—Harías bien en recordar la información que tengo sobre ti, duque. Una palabra mía haría que te colgaran.
—¿Y por qué no la usas?
La pregunta no era desafiante, como Diablo habría esperado. Era más bien triste, como si Ewan fuera a aceptar la muerte. Como si la deseara.
Diablo ignoró aquel pensamiento.
—Porque jugar contigo es más entretenido.
Era mentira. Diablo habría destruido felizmente a este hombre, a quien una vez consideró su hermano. Pero todos esos años atrás, cuando él y Whit escaparon de la residencia de Marwick y se dirigieron a Londres y a su terrible futuro, prometiendo mantener a Grace sana y salva, habían hecho otra promesa, y esta era a la propia Grace.
No matarían a Ewan.
—Sí, creo que jugaré a tu estúpido juego —prosiguió Diablo, tras levantarse y dar dos golpes con su bastón en el suelo—. Subestimas el poder del hijo bastardo, hermano. Las damas adoran a los hombres dispuestos a llevarlas a pasear por la oscuridad. Estaré encantado de arruinar a tus futuras esposas. Una tras otra, hasta el fin de los tiempos. Sin pensármelo dos veces. Nunca engendrarás un heredero. —Se acercó a su hermano hasta quedar frente a frente con él—. Te quité a Grace delante de tus narices —susurró—. ¿Crees que no podré hacerlo con otras?
La mandíbula de Ewan se apretó en un arrebato de furia.
—Te arrepentirás de haberla alejado de mí.
—Nadie aleja a Grace de nadie. Ella fue quien decidió abandonarte. Eligió huir. No confiaba en que la mantuvieras a salvo. No cuando ella era la prueba de tu más oscuro secreto. —Hizo una pausa—. Robert Matthew Carrick.
La mirada del duque se nubló al escuchar ese nombre, y Diablo se preguntó si era posible que los rumores fueran ciertos. Si Ewan estaría loco de verdad.
No sería una sorpresa, dado el pasado que lo atormentaba. Que los atormentaba a todos.
Pero a Diablo no le importó, y continuó con su discurso.
—Ella nos eligió, Ewan. Y me aseguraré de que todas las mujeres a las que cortejes hagan lo mismo. Disfrutaré arruinando a cada una de ellas. Y al hacerlo, las estaré salvando de tu obsesión por el poder.
—¿Crees que tú no tienes la misma obsesión? ¿Crees que tú no la heredaste de nuestro padre? Os llaman «los reyes de Covent Garden», y todo lo que os rodea es poder, dinero y pecado.
Diablo sonrió con suficiencia.
—Ganado a pulso, Ewan.
—Robado, querrás decir.
—Tú sí que debes de saber mucho sobre futuros robados. Sobre nombres robados. Robert Matthew Carrick, duque de Marwick. Un bonito nombre para un niño nacido en un burdel de Covent Garden.
El duque frunció el ceño y sus ojos se oscurecieron.
—Entonces, que empiece el juego, hermano, ya que parece que me han regalado una prometida. lady Felicia Fairhaven o Fiona Farthing o algún otro nombre estúpido.
«Felicity Faircloth».
Así es como la habían llamado aquellos asnos en el balcón antes de destrozarla en pedazos y hacer que se sintiera obligada a prometerse al duque en un arrebato de insolencia. Diablo había sido testigo de cómo sucedía el desastre, pero había sido incapaz de evitar que se viera envuelta en los asuntos de su hermano. En sus propios asuntos.
—Si piensas convencerme de que no estás en el mercado para herir a las mujeres, involucrar a una joven inocente en esto no es la forma de hacerlo.
La mirada de Ewan encontró la suya al instante, y Diablo lamentó haber dicho aquello. Lo que Ewan parecía pensar que había insinuado.
—No le haré daño —anunció Ewan—. Me voy a casar con ella.
Aquella afirmación le molestó, pero Diablo hizo lo posible por ignorar aquel sentimiento. Felicity Faircloth, la del nombre estúpido, ya estaba involucrada hasta las cejas. Lo cual significaba que no tenía otro remedio que comprometerla.
Ewan siguió presionando.
—Su familia parece desesperada por cazar a un duque, tan desesperada que la misma dama nos ha declarado comprometidos esta noche. Y que yo sepa, ni siquiera nos hemos conocido. Evidentemente, es una bobalicona, pero no me importa. Los herederos son herederos.
No era una bobalicona. Era fascinante. Ingeniosa, curiosa y se sentía más cómoda en la oscuridad de lo que él habría imaginado. Y con una sonrisa que hacía que los hombres se fijasen en ella.
Era una lástima que tuviera que arruinarla.
—Encontraré a la familia de la joven y les ofreceré fortuna, СКАЧАТЬ