Название: Japen
Автор: Eugenia Ratcliffe
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Ficción
isbn: 9786075028064
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Regla: si va a ser Happn será al instante. De lo contrario, quedan naufragando en mi celular con conversaciones ridículas y demasiada información en mi cabeza que hace que los confunda. A poco de charlar un rato ya no sé quién es CEO and FOUNDER, quién es freelance y quién simplemente es full time en cualquiera. Dejan de interesarme.
Regalo: la música. Extrañamente, cada Happn me deja buena música. Más aún si se concreta. Han llegado a mi vida: Public Service Broadcasting, Okay Kaya, The Soundtrack of Your Life, The Pretty Things, entre otros.
GRACIAS.
Devuelvo la botellita de agua a un ciclista con casco, luces en las ruedas y remera iridiscente. Lo que se dice, un aferrado a la vida. Me paro como la sombra de algo roto en la oscuridad. Sacudo el polvo y la sangre de mis rodillas. Y subo a la bici.
El grupo de desconocidos me mira. No les doy tiempo a nada. Pedaleo fuerte, rápido.
Avergonzada.
Alcanzo velocidad. Siento unas gotas calientes encalladas en mis lagrimales. Giro la cabeza y, en la distancia, los veo aún reunidos. Parecen un pequeño consorcio de luciérnagas o perros en la ruta a quienes los ojos les brillan encandilados.
—Dejen morir en paz –les grito, desaforada, y vuelvo la vista al frente. Tarde. Me voy de lleno contra un conteiner de basura. Caigo. Una sensación conocida.
Los pedidos de auxilio son, casi siempre, contradictorios.
8
Diler me lame un dedo del pie. Lo veo con el único ojo que logro abrir, tirada en el piso –al menos– seco. No hay signos de inundación ni catástrofes domésticas. Me duele el cuerpo. Tengo sed y una costra de sangre esparcida en la cara. Llego a tocarla con la punta de la lengua. Se siente rancia, salada. Lentamente recobro los sentidos. Escucho a la heladera detenerse. Hay molestias que se perciben recién cuando nos faltan. Así me pasa, a veces, con los licuados que preparabas los sábados a las siete de la mañana antes de tus partidos de fútbol, los veinte pares de zapatillas blancas con los que acaparabas el placard, tus pilas de devedés pirateados ocupando espacio en la biblioteca o el cuadrito de River que ahora es un contorno vacío en la pared de la habitación.
Diler trepa con cuidado a mi pecho, como si supiera que necesito de otro ser vivo para volver a conectar con este lado. Ronronea. Pincha, acaricia. Ronronea. ¿Cuánto tiempo estuve dormida?
9
Con Veinticuatro nos vemos dos o tres veces por semana. El contacto físico solo se da segundos antes y durante el sexo. Ya tenemos una rutina. Bastante ridícula, pero aún no lo suficiente como para cansarnos. Me manda un mensaje cuando está saliendo a nuestro encuentro. En menos de tres minutos le abro. En la entrada, inventamos un tema que nos alcance para el ascensor que es hidráulico, demora en subir. En la demora, le miro la cara como si estuviese fuera de mí misma y de todo. Últimamente estoy bastante así.
Afuera.
La próxima vez voy a avanzarlo ahí. Yo. Va a ser la primera vez que lo avance. Quizás la distancia hidráulica hasta el cuarto piso alcance también para usar la boca, la lengua, los dientes, y ese sea el gesto que lo cambie todo y nos aleje de la rutina para empezar una nueva, de avances en el ascensor.
Mientras tanto, Happn2 –Rocker– es un fiasco. Un delirio, un sátiro, un raro, etc. Y me encanta. No volvimos a vernos, al menos aún todo sigue por chat. Me gustaría volver a verle la cara en persona. En cambio, recorro una y otra vez su vida en Facebook, Instagram, Happn, Soundcloud, Twitter. A pesar de sus treinta y siete, está tan subido a las redes como un youtuber. Le gustan las plantas, la sombra. Pocas ventanas, persianas cerradas. Las bicis, los pantalones negros, las remeras blancas, los tatuajes. Con un mantel de arpillera decora una mesa ratona en la que apoya porros, discos, guitarras, flyers, lentes de sol. No tiene en los ojos eso que se te va entre los veinticuatro y los veintiséis. Tiene eso que se te asienta a los veintinueve, justo debajo.
Le pregunté si era algo así como el divo del rock que no da bola y dijo que no. Que simplemente vive y deja vivir. Sí, entendí la cita. Live and let die también es de mi época. Live fast and die young me llegó después, demasiado tarde.
Hasta ahora: Vino. Cogió. Y se fue. Algo así como el librito vintage que decora mi biblioteca.

Creo que todo se reduce a: No le gusté. Y eso hace que me encante. Pero ¿por qué seguimos hablando? ¿O estoy flasheando conversaciones donde solo hay monólogos? Demasiadas preguntas.
Happn3 no aparece. Y Happn1… me enamora.
10
Cierro los ojos. Aprieto fuerte mi pelo debajo de la ducha, como si mis manos no me pertenecieran y fueran las de alguien doblegándome para penetrarme bajo el agua, que impacta caliente sobre mis hombros. Un pulso doloroso me late dentro. Conozco milimétricamente los instantes previos a empezar a deshacerme.
Un coágulo rojizo resbala por mis piernas y se estrella en la bañera. Lo veo irse. Mil mitades en las que fragmentarme y perdurar escapándose por el desagüe.
Días antes de que me venga empiezo a sentirme rara. Quiero que me cojan, aquí y ahora. Ya. Pero también quiero que me quieran, que quieran todo de mí, todos, todo el tiempo, y ahí la complico. El domingo con Veinticuatro fue así. Tirada en la cama me corría una electricidad por el cuerpo que hacía que mis manos y mis piernas quisieran abrazarlo. Permanecí inmóvil unos minutos, controlando el impulso. La despedida fue rarísima, con reunión de vecinos en la puerta. A la que conocía la saludé con un beso, y a él con el mismo tipo de beso, como siempre, como desde el primer día y el segundo, cuando le corrí la cara y marqué una distancia que ahora no puedo retroceder.
Durante, no quiero ver a nadie. Ni a mí misma. No quiero lastimar ni que me lastimen. Si quisiera besar sería a través de un papel de calcar o de un tul, a través de algo que impidiera el contacto.
Estoy a kilómetros de mí, cuando conozco a Happn3. Un par de chats que encaro distinto, de manera más compleja, más rebuscada, más yo. No se aburre, se interesa. Es creativo publicitario, es músico (ok, músicos son todos), fue vegetariano por cuatro años. ¿De verdad la gente entra en Happn para saber estas cosas? Yo no. Es Barcelona. Llegó hace poco.
Le cuento que hice trámites, que vino un plomero. No le cuento de los otros Happns. Pero a Rocker, sí; le mando este mensaje:
27/11/2015, 15:22 - RUGE: van demasiados Happns, demasiado aburridos. No me sirven para escribir.
Casi estoy a punto de contarle todo, de decirle que mejor terminar esto y empezar lo que empiezan los que se aman. Los que tienen que dejar de buscar para empezar a construir desayunos, apodos cursis, mascotas, series y bibliotecas compartidas. Recuerdos nuevos. Hasta cansarse, ya no reconocerse y volver a empezar.
Pero Happn2 es un rockero, un alma libre, es treinta y siete y está lleno de lo que lo apasiona y no hay espacio para más. Creo que es eso lo que me encanta. Alguien lleno, como estaba yo antes.
Voy a comer galletitas СКАЧАТЬ