Название: Narrativas de la historia en el audiovisual colombiano
Автор: Isabel Restrepo
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: FCSH Investigación
isbn: 9789585526617
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El argumento de la película se inspira en la querella entre Roosevelt y The New York World, con algunas variaciones que remiten a la investigación llevada a cabo por el Senado norteamericano, en atención a los reclamos del Estado colombiano sobre la violación del Tratado de 1846 por parte de Theodore Roosevelt. Este último es presentado como el villano de la película, cuyo argumento principal gira en torno a un editorial de un periódico norteamericano –The World–, en el cual se le acusa de haber intervenido en la separación de Panamá, violando con esto el Tratado de 1846:
El actual presidente debe renunciar a ser reelecto para regir los destinos de la Unión. En 1846 se firmó en Washington un pacto solemne entre el Plenipotenciario de la Nueva Granada (hoy Colombia) y nuestro Gobierno. Este tratado, que concedía a nuestro país grandes prerrogativas para el tránsito por el istmo de Panamá, nos obligaba al mismo tiempo a garantizar a perpetuidad la soberanía de la Nueva Granada sobre aquel territorio. Tanto la Nueva Granada, como después Colombia, fueron siempre leales a este compromiso sagrado de paz y amistad. Habíamos disfrutado por más de medio siglo de todas las ventajas para el tránsito a través del istmo de tropas y elementos de toda clase, acelerando así y facilitando el incremento y la prosperidad de California, cuando aún era un mito el ferrocarril interoceánico y cuando la misma unidad de Yanquilandia era una teoría. Fue en 1903, un tres de noviembre inolvidable, y fue Teddy Roosevelt, el rudo soldado de las Guásimas y de San Juan vuelto de espaldas a la ley y a la moral, quien por primera vez en la historia pronunció la frase felona “los tratados públicos son pedazos de papel”. Estaba roto el pacto de 1846. Mr. Roosevelt había violado la buena fe internacional. ¿Y éste es el hombre que hoy pretende conservar el solio de Washington y Lincoln? Por el honor de nuestra bandera, en nombre del laborioso y honrado pueblo yanquilandés, denunciamos al mundo este caso concreto de pillaje internacional, y confiamos, serenamente, en nuestro triunfo definitivo, si es que entre nosotros vive el espíritu de la República y aún no es verdad la bancarrota de las conciencias.32
Resulta bastante significativa la variación que la película opera con respecto a la versión de la historia difundida en el editorial de The New York Word, el cual no se centró en denunciar la violación del Tratado de 1846, tal como lo plantea la película, sino en demostrar la corrupción en la compra y venta del canal, que es omitida en el film. Al sustituir el asunto de corrupción que produjo la demanda contra Joseph Pulitzer, y poner en el centro de las acusaciones de The World el problema de la violación del Tratado de 1846, la película elabora una selección que hace énfasis en los reclamos colombianos que, aunque no fueron llevados ni al tribunal de La Haya, ni al juicio contra The New York World, sí fueron discutidos en la investigación que el representante Rainey adelantó en el Senado norteamericano, utilizando las mismas pruebas que The World presentó para su defensa. Estas variaciones que opera la película con respecto a la querella entre Roosevelt y The New York World, que revelan la presencia de referencias intertextuales mediante las cuales la investigación del caso Pulitzer resulta intercambiable con la investigación de Rainey, dan cuenta de que la película asume una comprensión de la historia que no se interesa tanto por la reconstrucción fiel de los acontecimientos, sino por transmitir su importancia y trascendencia. La fusión de los dos casos es entonces indicativa del impacto que ambos tuvieron en Colombia, contribuyendo a la elaboración de un punto de vista que se interesa por destacar la manera en que las reivindicaciones colombianas si bien fueron parcialmente negadas por el Congreso norteamericano, fueron asumidas por un sector de la ciudadanía de ese país que fue percibido en Colombia como solidario con su causa, desde una perspectiva que encontraba legitimidad para el discurso propio en el reconocimiento que los otros hicieran de este.
El hecho de que la violación del Tratado de 1846 fuera reconocida por los propios ciudadanos norteamericanos, aunque no oficialmente por sus gobernantes, hacía justicia a la causa colombiana y dotaba de legitimidad sus demandas, desde un punto de vista que no por rechazar el imperialismo estadounidense dejaba de admirar el “laborioso y honrado pueblo yanquilandés”. Este planteamiento resulta compatible con algunas publicaciones de la prensa colombiana de la época, que resaltaban la solidaridad de la prensa norteamericana y apelaban al sentido de justicia del pueblo estadounidense, indicando que “la opinión pública de aquel gran pueblo, enamorado siempre de todo ideal justiciero, y momentáneamente extraviada, apoya hoy nuestras legítimas reivindicaciones”.33 Así mismo, algunas publicaciones de la época invitaban a no tener resentimientos contra el pueblo norteamericano: “Es preciso que nos convenzamos de que Roosevelt no es el pueblo americano, y que sus juicios sobre nosotros no son la expresión del sentir general de sus compatriotas (pues) por los recortes que El Tiempo y otros periódicos del país han publicado, tomados de muchos periódicos americanos, se ve claramente que la opinión pública en los Estados Unidos nos es favorable, y que nuestra causa, que es la de la justicia, gana allí terreno cada día”.34
La misma opinión era compartida por Daniel Ortiz y Rafael Gálvez quienes, en su libro El robo de Panamá, afirmaban que “No es del pueblo norteamericano de quien nosotros podemos quejarnos: al contrario, es ante él ante quien debemos llevar nuestros reclamos, toda vez que sus mejores elementos sociales, al no vacilar en reconocer nuestros derechos y en sostener la justicia que nos asiste, han condenado el robo que nos ha despojado”.35 También Luis Otero resaltó que “día por día empezó a dejarse oír la voz justiciera de la prensa mundial y aun de la americana, que hacía eco ya a nuestro justo reclamo […] ¡Sin duda la vara justiciera de la diosa Némesis había tocado ya la conciencia del mundo!”.36
De ahí que no resulte extraño el homenaje que la película realiza a la prensa norteamericana que cuestionó a Roosevelt y triunfó sobre él, beneficiando las aspiraciones colombianas. Haciendo eco de afirmaciones compartidas por la prensa nacional, la película presenta al enemigo norteamericano como “UNO que despedazó nuestro escudo”, refiriéndose explícitamente a Roosevelt, mientras que otros norteamericanos, como Paterson y Moore, son presentados como los amigos que hacen justicia a la causa colombiana. La percepción de una cierta solidaridad de los norteamericanos que se expresa a través del editorial de The World que presenta la película, se expresa también en la subtrama que implica una historia de amor entre Berta, ciudadana colombiana residente en Estados Unidos, y Paterson, espía del gobierno norteamericano quien, tras convertirse a la causa colombiana, trabaja para The World buscando al mismo tiempo hacer justicia para el periódico y para la patria de su amada. Sin embargo, la relación entre Berta y Paterson, rota por una infidelidad de él, puede leerse también como una metáfora de la reconciliación entre Estados Unidos y Colombia, en la que sobresale la sumisión de esta última, quien finalmente perdona y olvida la traición de su amado.
La sumisión de Colombia ante los Estados Unidos y su interés en mantener relaciones de cordialidad con aquel СКАЧАТЬ