Название: Por y Para Siempre
Автор: Софи Лав
Издательство: Lukeman Literary Management Ltd
Жанр: Современные любовные романы
isbn: 9781094304137
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―No le hagas caso ―dijo el alcalde Hansen con una risita―. Es adicta al trabajo.
Marcella alzó la mirada sólo un segundo, pero fue suficiente para que Emily leyera la frustración en sus ojos. Estaba claro que la actitud relajada del alcalde la frustraba. Emily podía simpatizar con ella; ella misma había estado en la misma posición hacia tan solo seis meses, mostrándose demasiado seria y estresada y movida principalmente por la cafeína y el miedo al fracaso. Mirar a Marcella era como asomarse a un espejo y ver un reflejo de su juventud. Sólo podía esperar que Marcella aprendiese a relajarse y que Sunset Harbor la ayudase a suavizar la tensión que se había adueñado de ella aunque fuera sólo un poco.
―Bueno ―continuó el alcalde―, toca volver al trabajo. Tengo que dar unas medallas, ¿no, Marcella? La ceremonia de premios de la carrera de huevos con cuchara o algo así.
―Las Olimpiadas para Menores de Cinco ―contestó Marcella con una exhalación.
―Eso es ―repuso el alcalde Hansen, y los desaparecieron entre la multitud.
Daniel sonrió.
―Es imposible no enamorarse de este pueblo enloquecido ―comentó, rodeando a Emily con el brazo.
Ésta se acurrucó contra él, sintiéndose a salvo y protegida. Juntos miraron cómo desfilaba la conga, saludando a sus amigos cuando pasaron frente a ellos: Cynthia, de la librería, con su cabello naranja chillón y la ropa que nunca iba a juego; Charles y Barbara Bradshaw, de la pescadería; Parker, de la tienda al por mayor de fruta y verduras orgánicas.
Y entonces Emily distinguió a alguien entre el público que le heló la sangre en las venas. Allí de pie, vestido con unos pantalones a cuadros de golf y un suéter verde lima que a duras penas le cubría la barriga cervecera, estaba Trevor Mann.
―No mires ―susurró entre dientes, buscando la mano de Daniel para sentirse más segura―. Pero el señor Vecino Desdeñoso se ha unido a la fiesta.
Daniel, por supuesto, miró en su dirección al instante, y como si tuviera alguna clase de sexto sentido, Trevor lo notó. Los miró a ambos de reojo y sus ojos oscuros destellaron con malicia.
Emily hizo una mueca.
―¡Te he dicho que no mirases! ―regañó a Daniel mientras Trevor se abría paso hasta ellos.
―Sabes, hay una norma no escrita ―siseó Daniel en respuesta―, de que si le dices a alguien «no mires», lo primero que hará esa persona es mirar.
Era demasiado tarde para huir. Trevor Mann se echó sobre ellos, emergiendo de entre la multitud como alguna especie de horrible bestia con bigote.
―Oh, no ―gimió Emily.
―Emily ―la saludó Trevor con su falsa voz amistosa―, no te habrás olvidado de esos impuestos que debes, ¿verdad? Porque te aseguro que yo no.
―El alcalde me ha dado una prórroga ―contestó Emily―. Estabas en la reunión, Trevor, me sorprende que te lo perdieses.
―No me importa si el alcalde Hansen ha dicho que no hay prisa en que los pagues, eso no depende de él, sino del banco. Y me he puesto en contacto con ellos para hablarles de tu ocupación ilegal de la casa y del negocio ilegal que llevas en ella.
―Eres un capullo ―intervino Daniel, cuadrando los hombros de manera protectora frente a él.
―Déjalo ―dijo Emily, poniéndole la mano en el brazo. Lo último que necesitaba era que Daniel perdiera el control.
Trevor sonrió con suficiencia.
―La prórroga del alcalde Hansen no durará eternamente, y desde luego no tiene ningún peso legal. Y voy a hacer todo lo que esté en mi poder para asegurarme de que tu hostal se hunde y nunca vuelve a salir a flote.
CAPÍTULO TRES
Emily miró cómo Trevor se alejaba entre la gente.
En cuanto hubo desaparecido Daniel se giró hacia ella con un marcado ceño en el rostro.
―¿Estás bien?
Emily no pudo contenerse; se dejó caer contra su amplio pecho, apretando la cara contra su camisa.
―¿Qué voy a hacer? ―jadeó―. Los impuestos me arruinarán el negocio antes incluso de empezar.
―Ni hablar ―dijo Daniel―. Eso no pasará. Trevor Mann nunca ha mostrado interés alguno en tu propiedad hasta que apareciste y la convertiste en algo de deseable. Simplemente está celoso de que tu casa sea mucho mejor que la suya.
Emily intentó reírse de su broma, pero lo único que consiguió fue emitir un gorgoteo húmedo. La idea de dejarlo y volver a Nueva York como un fracaso pesaba en su mente.
―Pero tiene razón ―repuso ella―. El hostal nunca funcionará.
―No hables así ―la regañó Daniel―. Todo irá bien. Yo creo en ti.
―¿De verdad? ―preguntó―. Porque yo casi no lo hago.
―Bueno, pues quizás sea el momento de empezar a hacerlo.
Emily alzó la vista para mirarlo a los ojos y su expresión decidida le hizo sentir que quizás sí que pudiera hacerlo.
―Ey ―dijo Daniel, y sus ojos brillaron de repente llenos de travesuras―. Tengo algo que quiero enseñarte.
No parecía nada desanimado por la melancolía de Emily. La cogió de la mano y tiró de ella entre el público, llevándola en dirección al puerto deportivo. Se dirigieron juntos hacia la dársena.
―¡Tachán! ―exclamó, haciendo un gesto hacia el precioso barco restaurado que se mecía sobre el agua.
La última vez que Emily había visto aquel barco, a duras penas estaba en condiciones para echarse a la mar, pero ahora brillaba como si fuese nuevo.
―No me lo puedo creer ―tartamudeó―. ¿Has arreglado el barco?
Daniel asintió.
―Sí. Le he dedicado mucho tiempo y esfuerzo.
―Se nota.
Recordó cómo Daniel le había dicho que había chocado con alguna especie de barrera mental en su restauración del barco, que no sabía por qué pero no se sentía capaz de seguir trabajando en él. Verlo ahora hacía que se sintiera profundamente orgullosa, no sólo por la belleza que Daniel le había devuelto a la nave, sino porque había conseguido superar cualquiera que fuese el problema que lo había estado frenando. Le devolvió la sonrisa, sintiendo un cosquilleo de felicidad en su interior.
Pero al mismo tiempo sintió un atisbo de tristeza; allí había otro medio de transporte más que podía alejar a Daniel de ella. Daniel siempre estaba en movimiento, ya fuera con sus largos paseos en moto por los acantilados o con los viajes a las ciudades cercanas en СКАЧАТЬ