Название: Antes De Que Anhele
Автор: Блейк Пирс
Издательство: Lukeman Literary Management Ltd
Жанр: Зарубежные детективы
isbn: 9781094303871
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Mackenzie se movió por la carrera como si fuera algo mecánico, como un robot al que hubieran programado para que hiciera esta cosa en concreto. Se movió con fluidez, apuntó con precisión y velocidad, corrió como una experta y sin titubeos. Si acaso, estos cuatro meses que había pasado sentada al escritorio y en reuniones le habían renovado la motivación para participar en este tipo de ejercicios de entrenamiento. Cuando por fin regresara al campo, tenía toda la intención de ser mejor como agente que la que había acabado por solucionar el caso de su padre.
Llegó al final del circuito sin caer realmente en la cuenta de que había terminado. Había una puerta metálica enrollable en la pared que tenía delante de ella. Cuando cruzó la línea amarilla sobre el hormigón del circuito que indicaba que había concluido, la puerta se enrolló hacia arriba. Entonces entró a una pequeña sala con una mesa y un solo monitor en la pared. La pantalla del monitor mostraba sus resultados. Diecisiete objetivos, diecisiete aciertos. De los diecisiete aciertos, nueve habían dado en la diana. De los otros ocho, cinco habían estado a un veinticinco por ciento de dar en la diana. La calificación general de su carrera era del ochenta y nueve por ciento. Era un cinco por ciento mejor que su carrera anterior y un nueve por ciento mejor que cualquiera de los otros ciento diecinueve resultados publicados por otros agentes y estudiantes.
Necesito practicar más, pensó mientras salía de la sala para ir al vestuario. Antes de cambiarse, sacó su teléfono móvil de la mochila y vio que tenía un mensaje de texto de Ellington.
Mamá acaba de llamar. Va a llegar antes de tiempo. Lo siento…
Mackenzie suspiró profundamente. Hoy, Ellington y ella iban a visitar un posible espacio para la boda y habían decidido invitar a su madre. Iba a ser la primera vez que Mackenzie se encontraba con ella y se sentía como si estuviera de nuevo en el instituto, esperando estar a la altura de la mirada escrutadora de una madre amorosa y vigilante.
Tiene gracia, pensó Mackenzie. Excepcionalmente diestra con un arma, nervios de acero… y aun así, tengo miedo de conocer a mi futura suegra.
Todo este asunto de la vida domesticada le estaba empezando a irritar de verdad. Aun así, sentía la agitación por esa emoción mientras se ponía su ropa de calle. Hoy iban a ver el espacio que ella prefería, Se casaban en seis semanas. Era el momento de emocionarse. Y con esto en mente, se marchó a casa, con una sonrisa en la cara la mayor parte del camino.
***
Resulta que Ellington estaba igual de nervioso que Mackenzie por el encuentro con su madre. Cuando Mackenzie llegó al apartamento, él caminaba nervioso de arriba debajo de la cocina. No es que pareciera preocupado, pero había cierta tensión nerviosa en la manera en que se movía.
“Pareces asustado”, dijo Mackenzie mientras tomaba asiento en uno de los taburetes que había junto a la barra.
“Bueno, es que se me acaba de ocurrir que vamos a ver este sitio con mi madre exactamente dos semanas después de que finalice mi divorcio. Sin duda, tú y yo y la mayoría de los seres humanos racionales saben que estas cosas llevan su tiempo debido al papeleo y al ritmo generalmente lento del gobierno. Pero mi madre… te garantizo que se está agarrando a este pedazo de información, esperando a tirármelo a la cara en el peor momento”.
“Sabes, se supone que tienes que hacer que quiera conocer a esa mujer”, dijo Mackenzie.
“Lo sé, y es encantadora la mayoría del tiempo, pero también puede ser… en fin, una bruja cuando quiere”.
Mackenzie se puso de pie y le rodeó con sus brazos. “Ese es su derecho como mujer. Todas lo tenemos, ¿sabes?”.
“Oh, lo sé”, dijo él con una sonrisa antes de besarle en los labios. “Entonces… ¿estás lista?”.
“He enviado a asesinos a prisión. He participado en algunos casos de alto nivel y he mirado por los cañones de más armas de las que recuerdo. Así que… no. No estoy lista. Esto me asusta”.
“Entonces estaremos asustados los dos juntos.”
Salieron del apartamento de la manera casual en que lo llevaban haciendo desde que se mudaran juntos. Para todos intentos y propósitos, Mackenzie ya se sentía como si estuviera casada con ese hombre. Sabía todo sobre él. Se había acostumbrado a sus ronquidos suaves y hasta a su tendencia a escuchar glam metal de los 80. Y estaba empezando a adorar de verdad los leves toques de pelo gris que le estaban saliendo en las sienes.
Había pasado por el infierno con Ellington, encontrándose con algunos de sus casos más duros con él a su lado. Así que seguramente serían capaces de enfrentarse al matrimonio juntos, con suegras temperamentales y todo.
“Tengo que preguntarte algo”, dijo Mackenzie cuando se metieron a su coche. “¿Te sientes más ligero ahora que el divorcio está finalizado? ¿Puedes sentir un hueco donde solías tener a ese mono en la espalda?”.
“Me siento más ligero”, dijo Ellington. “Aunque ese era un mono bastante pesado”.
“¿Deberíamos haberla invitado a la boda? Parece que tu madre lo agradecería”.
“Cualquier día de estos, me harás gracia. Lo prometo”.
“Eso espero”, dijo Mackenzie. “Va a ser una vida muy larga los dos juntos si sigues perdiéndote mi genio para la comedia”.
Extendió la mano para agarrar la de ella, mirándola como si fueran una pareja que se acababa de enamorar. Llevó el coche hasta el espacio donde ella estaba bastante segura de que se iban a acabar casando, ambos tan felices que podían prácticamente ver su futuro, resplandeciente y luminoso, por delante suyo.
CAPÍTULO DOS
Quinn Tuck tenía un sencillo sueño: vender los contenidos de algunas de esas consignas abandonadas a algún paleto como lo vio hacer en ese programa llamado Storage Wars. Se podía hacer un dinero decente con ello; él se llevaba a casa casi seis mil al mes por las consignas de las que se encargaba. Y después de terminar de pagar la hipoteca de su casa el año anterior, había sido capaz de ahorrar lo suficiente como para llevarse a París a su mujer, algo que no había dejado de pedirle desde que empezaron a salir juntos, veinticinco años atrás.
De veras, le encantaría vender todo el garito y mudarse a vivir a alguna parte. Quizá a alguna parte de Wyoming, un lugar que nadie echaba nunca en falta, pero que era bastante pintoresco y asequible. Sin embargo, a su mujer eso no le hacía ninguna gracia, aunque seguramente sería más feliz si él dejara el negocio de las consignas de almacenamiento.
En primer lugar, la mayoría de los clientes eran unos imbéciles presuntuosos. Se trataba, después de todo, del tipo de gente que tenía tantas cosas que tenían que alquilar espacio adicional para poder guardarlas todas. Y en segundo, no echaría en falta las llamadas que recibían los sábados de ciertos propietarios quisquillosos para quejarse de las cuestiones más estúpidas.
La llamada de esta mañana la había hecho una mujer mayor que alquilaba dos unidades. Había estado sacando cosas de una de sus unidades y decía que había olido algo terrible proveniente de una de las unidades cercanas a СКАЧАТЬ