Historia intelectual y opinión pública en la celebración del bicentenario de la independencia. María Isabel Zapata Villamil
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      prensa es un actor central en la arena política: refleja los puntos de vista de diversos sectores de la opinión pública, sirve para ventilar los pleitos y discusiones de la clase política e incluso es herramienta indispensable para los levantamientos armados.110

      Dichas discusiones se vieron reflejadas en los temas de historia tratados con motivo de la celebración del centenario en Colombia. Entre los periódicos La Fusión y La Unidad, se discutió el significado de José Hilario López en la celebración del centenario de la independencia. Mientras La Unidad afirmaba que las fuentes utilizadas para incluir a José Hilario López como actor importante de la independencia no eran veraces, La Fusión decía que no era posible cuestionarlas porque eran inéditas. Como es notorio por el lenguaje utilizado, en esas discusiones se exaltaban más las pasiones que los hechos contundentes, con la finalidad de respaldar los debates. Para defender su postura, La Fusión arguye que ha “dicho que solo por pasión, ceguedad o decrepitud, puede argumentarse y cualquier persona imparcial tendrá que concedernos la justicia plena”.111

      Lo anterior condujo a que, en el marco de la opinión pública, las asociaciones fueran internamente escuelas de prácticas democráticas; no obstante, como ya se señaló, eso no excluyó la ausencia de ciertos elementos fundamentales. Simultáneamente, se buscaba contrarrestar dicha exclusión entre los grupos por medio de negociaciones políticas momentáneas que debían conducir a un diálogo igualitario y no violento. Por eso, varios autores han señalado la relación que hay entre el honor y opinión pública a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Cabe mencionar entre ellos a Pablo Piccato, quien afirma que el honor y la opinión pública se relacionaban en tanto que se situaban en medio de los mecanismos sociales e ideológicos de la exclusión.112 De lo anterior da cuenta en México el prestigio que logró el grupo de los científicos, gracias a la disociación que hizo de los periodistas independientes.113 Esta actitud afectó la variedad y la autonomía que debían caracterizar a los periódicos en México. En principio, Porfirio Díaz controlaba los ataques opositores, subsidiando el mayor número de periódicos posible, para así manejar por todos los flancos a la oposición; sin embargo, con el paso del tiempo, dicha oposición se fue controlando cada vez más, hasta que solo con un periódico se apuntaba a alcanzar dicho objetivo: por esto, luego de la creación de El Imparcial en 1896, los subsidios se centraron en ese medio, y los demás periódicos tuvieron dificultades para sobrevivir, mientras que la censura y los ataques contra la prensa de oposición se intensificaron. Durante las dos últimas décadas del siglo XIX, aparecieron muchos periódicos liberales como El Diario del Hogar (1881-1912) y La Patria (1877-1914), pero El Imparcial (1896-1914), de Rafael Reyes Spindola, fue la publicación dominante del escenario noticioso, en tanto que mostraba la transformación del liberalismo y su conjugación con el positivismo científico. Con el paso del tiempo, los liberales se empezaron a dividir en dos: los que estaban en el poder, conocidos como positivistas y luego como científicos, y los radicales, doctrinarios, puros o jacobinos. Entre los primeros, las principales publicaciones destacadas como exponentes fueron El Imparcial y La Libertad, y entre los medios radicales es fundamental señalar El Diario del Hogar y El México Nuevo.114 De tal suerte, el prestigio social de los periodistas fue uno de los puntos neurálgicos según ellos consideraban; los ataques contra tal área les restaba credibilidad.115 En todo caso, a las persecuciones de Díaz se sumaba el ascenso social de algunos periodistas favorables al régimen, como producto de recomendaciones, subsidios y padrinazgos.116 Al mismo tiempo, la necesidad de los periódicos de sobrevivir, así como la ecuanimidad de las opiniones, ponían a los periódicos en una encrucijada por el uso que hacían el Gobierno y los políticos de los subsidios para controlar el medio.117

      Tan fuertes llegaron a ser los enfrentamientos por el honor que, en muchos casos, tanto en Colombia como en México, incluso se optó por el duelo. En el caso de México, encontramos lances que tenían por lo general orígenes políticos, y que se usaban para someter a las partes en disputa a un arbitraje el cual permitía preservar la reputación y contaba con la aprobación de la opinión pública, a pesar de su naturaleza ilegal. En algunos casos, en el modelo estratégico de la opinión pública se ponía fin a la discusión con la muerte, y no con la argumentación organizada en busca de la verdad, como sucedía con mayor frecuencia en el modelo forense de la opinión pública. Como ejemplo de ese paso de las palabras a la acción, se encuentra el caso del duelo de honor llevado a cabo el 27 de abril de 1880 entre los periodistas Irineo Paz y Santiago Sierra, en el que aquel, hermano de Justo Sierra, perdió la vida.118

      1 Para ampliar más esta postura con respecto a los estudios de opinión pública, es recomendable recurrir a Gonzalo Capellán, Opinión pública. Histórica y presente (Madrid: Editorial Trotta, 2008).

      2 En Colombia se pueden encontrar trabajos como los de Miguel Ángel Urrego, Eduardo Posada Carbó y Renán Silva. Ver Rafael Rubiano Muñoz, Prensa y tradición. La imagen de España en la obra de Miguel Antonio Caro (Bogotá: Siglo del Hombre Editores, 2011), 30.

      3 Para profundizar sobre este desarrollo ver Palti, “De la historia”.

      4 Palti, El tiempo de la política, 16-17.

      5 Para ver uno de los debates que se entablaron sobre la obra de François Xavier Guerra, recomiendo los artículos: Medófilo Medina, “En el bicentenario: consideraciones en torno al paradigma de François Xavier Guerra sobre las ‘revoluciones hispánicas’”, Anuario de Historia Social y de la Cultura 37, n.o 1 (enero-junio 2010); Roberto Breña, “Diferencias y coincidencias en torno a la obra de François Xavier Guerra. Una réplica a Medófilo Medina”, Anuario de Historia Social y de la Cultura 3, n.o 1 (enero-junio 2011), y Medófilo Medina, “Alcances y límites del paradigma de las ‘revoluciones hispánicas’”, Anuario de Historia Social y de la Cultura 38, n.o 1 (enero-junio 2011).

      6 François Xavier Guerra, “El soberano y su reino. Reflexiones sobre la génesis del ciudadano en América Latina”. En Ciudadanía política y formación de las naciones. Perspectiva histórica de América Latina, coord. por Hilda Sábato (México: Fondo de Cultura Económica, 1999), 33-61.

      7 Guerra, “El soberano”, 33.

      8 Javier Fernández Sebastián, “Las revoluciones hispánicas. Conceptos, metáforas y mitos”. En La revolución Francesa: ¿matriz de las revoluciones? (México: Universidad Iberoamericana, 2010), 133-134.

      9 Fernández Sebastián, “Las revoluciones hispánicas”, 133-134.

      10 Para ver una referencia sobre la sociología funcionalista de la comunicación en las propuestas de Harold Laswell, consultar en Armmand Mattelart y Michele Mattelart, Historia de las teorías de la comunicación (Madrid: Paidós, 1997), 28-32.

      11 Sebastián de Covarrubias, Tesoro de la lengua española castellana (Barcelona: Horta, 1943), 837-838.

      12 Covarrubias, Tesoro, 886.

      13 Real Academia Española. http://buscon.rae.es/ntlle/SrvltGUIMenuNtlle?cmd=Lema&sec=1.0.0.0.0.

      14 Real Academia Española.

      15 Real Academia Española.

      16 Real Academia Española.

      17 Cándido Monzón Arribas, La opinión pública. Teorías, conceptos y métodos (Madrid: Editorial Tecnos, 1987), 15.

      18 Monzón Arribas, La opinión pública, 18.

      19 Quentin Skinner, Machiavelli. A very short introduction (Nueva York: Oxford, 2000), 39.

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