Название: E-Pack Deseos Chicos Malos 2 - abril 2020
Автор: Varias Autoras
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Pack
isbn: 9788413484266
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Flynn lo sabía. Después de una exhaustiva investigación había descubierto que tenía exactamente cinco mil dólares en una cuenta allí, en Darwin. El resto eran cuentas vacías repartidas por toda Australia. Y empezaba a sentir pena por el pobre hombre que se había casado con ella.
Claro que era preciosa.
Y ese cuerpo…
Flynn admiró el sencillo vestido rosa con chaqueta a juego y las torneadas piernas.
Bonitas.
Muy bonitas.
Estaría muy seductora en una bañera llena de espuma, con una rodilla levantada, el agua cubriéndole justo a la altura del pecho. La imagen lo excitó sobremanera. Sí, necesitaba una mujer, pensó.
Aquella mujer.
–Entonces quizá podamos llegar a un compromiso –dijo, echándose hacia atrás en el sillón.
–Quizá podría pagarle poco a poco. Tardaré algún tiempo, pero…
–No es suficiente –la interrumpió él. Solo había una manera de pagarle.
–¿Entonces?
–Tendrá que ofrecerme algo mejor.
–No le entiendo…
–Es usted una mujer bellísima, señora Ford.
Ella levantó los ojos un momento y Flynn vio el latido de una venita en su cuello.
–Soy viuda desde hace dos meses, señor Donovan. ¿Es que no tiene usted vergüenza?
–Aparentemente, no –contestó él.
–Pero debe decirme cómo puedo pagarle. Ahora mismo no tengo dinero.
Ah, sí. Dinero. Eso era lo único que le importaba.
–Lo siento, pero no voy a darle un céntimo hasta que me haya pagado el total de la deuda.
–¿Darme dinero? Yo no quería decir…
–Sí quería decir.
Ella pareció atrapada un momento, pero enseguida se recompuso.
–Sí, claro, por supuesto. Aceptaré todo el dinero que me dé. Eso es lo mío, ¿no?
–Sí, es usted buena sacando dinero a los hombres.
–Me alegro de que pueda leer mis pensamientos. Y espero que pueda leer lo que estoy pensando en este momento.
–Una señora no debería pensar esas palabrotas –sonrió Flynn.
–Una señora no debería tener que soportar un chantaje.
–Chantaje es una palabra muy fea, Danielle –Flynn deslizó su nombre como le gustaría deslizarse sobre ella en la cama–. Yo solo quiero lo que es mío.
Y aquella mujer debía ser suya.
Ella apretó los labios con fuerza.
–No, usted quiere venganza. Lo siento, pero no puede culparme a mí por los errores de mi marido.
–¿Y tus errores, Danielle? Tú misma firmaste este documento, ¿no es así? De modo que estás obligada a devolver lo que has pedido.
–¿Con mi dinero o con mi cuerpo?
Él levantó una ceja.
–Me pregunto cuántas noches tropicales pueden comprar doscientos mil dólares… quizá tres meses.
Cara, sí, pero él pagaría esa cantidad por una sola noche con ella.
Danielle lo miró, incrédula.
–¡Tres meses! ¿Pretende que me acueste con usted durante tres meses?
Flynn miró su boca. Tan perfecta.
–¿Te parece mucho tiempo? Te garantizo que no sería tan difícil –contestó, mientras la fragancia de su delicado perfume le llegaba desde el otro lado de la mesa–. Pero no es eso; tengo muchos compromisos y me vendría bien contar con una… una acompañante.
Danielle se levantó.
–Señor Donovan, está soñando si cree que voy a entregarle mi tiempo… o mi cuerpo a un hombre como usted. Le sugiero que busque una mujer que agradezca su compañía.
Y después de decir eso se dio la vuelta y salió del despacho.
Flynn la observó con expresión cínica. Luego se levantó del sillón para mirar el puerto desde el ventanal de Donovan Towers. Le había gustado su respuesta, por falsa que fuera. Sí, Danielle Ford era muy diferente a las mujeres con las que había salido últimamente, que lo dejaban frío con su desenvoltura para meterse en la cama.
Pero Danielle era más una pecadora que una santa. Su resistencia solo era un juego, uno al que ya había jugado con su marido.
Por lo que le había dicho Robert Ford, ella lo había obligado a gastar grandes sumas durante su matrimonio, aunque dudaba que Robert hubiera necesitado que nadie lo empujase. Evidentemente, se merecían el uno al otro. No, no olvidaría que había sido de Robert Ford y que, entre los dos, le debían doscientos mil dólares. Eran tal para cual.
Murmurando una palabrota, Flynn volvió a su escritorio sabiendo que tenía una mañana de videoconferencias con el personal de Sídney y Tokio. Y, sin embargo, por una vez, no le apetecía trabajar. Ni siquiera lo animaba la adquisición que haría al día siguiente. Preferiría otro tipo de adquisición, la de una mujer de preciosos ojos azules, pelo dorado y cuerpo de pecado.
A pesar de sus protestas, la convertiría en su amante. Y, sin duda, ella vendería su alma por la oportunidad de compartir sus millones.
Danielle seguía temblando cuando entró en su apartamento. Vivía en un paraíso tropical, en Darwin, una vibrante capital al norte de Australia, pero ahora había una serpiente en el paraíso llamada Flynn Donovan.
Debía estar loco si pensaba que iba a pagar las deudas de Robert con su cuerpo.
Las deudas de Robert y las suyas.
Tragando saliva, se dejó caer sobre el sofá de piel negra. ¿Por qué habría falsificado Robert su firma en aquel documento? Porque era una falsificación. Incluso recordaba cuando su difunto marido intentó convencerla para que firmase cierto documento. Le dijo que era una cuestión de negocios y que necesitaba su firma… pero no quiso explicarle qué era y ella se sintió incómoda, de modo que decidió perderlo. No había vuelto a oír nada más sobre el asunto. Una pena que no lo hubiera leído antes de tirarlo.
¡Doscientos mil dólares! ¿Para qué los querría? ¿Lo habría hecho más veces? Eso hizo que se preguntara si de verdad conocía a su marido.
Aunque Flynn Donovan no la habría creído si le hubiera contado la verdad. Evidentemente, pensaba que era СКАЧАТЬ