Название: E-Pack Deseos Chicos Malos 2 - abril 2020
Автор: Varias Autoras
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Pack
isbn: 9788413484266
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Capítulo Uno
–Por fin nos encontramos, señora Ford –Flynn Donovan clavó sus ojos oscuros en unos fantásticos, cautivadores ojos azules. Y, en ese instante, la deseó. Con una pasión tan absurda como inesperada.
La mujer pareció alarmada, pero después, enseguida, recuperó su aparente tranquilidad.
–Siento molestarlo…
¿Molestarlo? Danielle Ford irradiaba un atractivo sexual que lo tenía agarrado por… el cuello.
–Señor Donovan, me envió usted una carta exigiendo el pago de un préstamo que, según dice, mi marido y yo…
De repente, Flynn se puso furioso con ella por ser tan hermosa por fuera y tan deshonesta por dentro. Conocía bien a ese tipo de mujer. Robert Ford le había dicho que su esposa era una fantástica actriz y que, con su aspecto «inocente», podía sacarle a un hombre todo lo que tuviera.
Él no era tan tonto como para creer todas las cosas que decía Robert Ford, pero una mujer que había estado casada con ese tramposo tenía que ser una tramposa también.
–Se refiere a su difunto marido, supongo.
–Mi difunto marido, sí –asintió ella–. Sobre esa carta… dice que le debo doscientos mil dólares, pero no sé a qué se refiere.
–Venga, señora Ford. Lo que ha pensado es que podría convencerme para no pagar la deuda que tiene contraída con mi empresa.
Danielle Ford parpadeó, confusa.
–Pero es que yo no sé nada de esa deuda. Tiene que ser un error.
¿Y él tenía que creer eso?
–No se haga la tonta.
Sus mejillas se cubrieron de rubor, dándole un aspecto inocente. O culpable. Aunque una persona solo podía sentirse culpable si tenía conciencia. Y dudaba de que aquella mujer la tuviera.
–Le aseguro que no me estoy haciendo la tonta, señor Donovan.
–Su marido nos aseguró también que nos pagaría el dinero que le prestamos –Flynn empujó unos papeles hacia ella–. ¿No es esta su firma, al lado de la firma de su marido?
Ella dio un paso adelante para mirar el papel y se puso pálida.
–Parece mi firma, pero…
«Ah, ahora va a decir que ella no lo ha firmado». Robert tenía razón sobre su mujer. No iba a admitir nada, ni siquiera teniendo enfrente la prueba de su culpabilidad.
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