Название: Tirso de Molina
Автор: Tirso de Molina
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
isbn: 4057664182555
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salid apriesa del pecho,
no lo dejéis de vergüenza.
¡Qué lastimoso suceso!
Pedrisco.
¿Qué tiene, padre?
Paulo.
¡Ay, hermano!
Penas y desdichas tengo.
Este mal hombre que he visto
es Enrico.
Pedrisco.
¿Cómo es eso?
Paulo.
Las señas que me dió el ángel
son suyas.
Pedrisco.
¿Es eso cierto?
Paulo.
Sí, hermano, porque me dijo
que era hijo de Anareto,
y aquéste también lo ha dicho.
Pedrisco.
Pues aquéste ya está ardiendo
en los infiernos.
Paulo.
Eso sólo es lo que temo.
El ángel de Dios me dijo
que si éste se va al Infierno,
que al Infierno tengo de ir,
y al Cielo, si éste va al Cielo.
Pues al Cielo, hermano mío,
¿cómo ha de ir éste, si vemos
tantas maldades en él,
tantos robos manifiestos,
crueldades y latrocinios
y tan viles pensamientos?
Pedrisco.
En eso, ¿quién pone duda?
Tan cierto se irá al infierno
como el despensero Judas.
Paulo.
¡Gran Señor! ¡Señor eterno!
¿Por qué me habéis castigado
con castigo tan inmenso?
Diez años y más, Señor,
ha que vivo en el desierto
comiendo hierbas amargas,
salobres aguas bebiendo,
sólo porque Vos, Señor,
Juez piadoso, sabio, recto,
perdonarais mis pecados.
¡Cuán diferente lo veo!
Al Infierno tengo de ir.
¡Ya me parece que siento
que aquellas voraces llamas
van abrasando mi cuerpo!
¡Ay! ¡Qué rigor!
Pedrisco.
Ten paciencia.
Paulo.
¿Qué paciencia o sufrimiento
ha de tener el que sabe
que se ha de ir a los Infiernos?
¡Al Infierno!, centro obscuro,
donde ha de ser el tormento
eterno y ha de durar
lo que Dios durare. ¡Ah, Cielo!
¡Que nunca se ha de acabar!
¡Que siempre han de estar ardiendo
las almas! ¡Siempre! ¡Ay de mí!
Pedrisco.
Sólo oírle me da miedo.
Padre, volvamos al monte.
Paulo.
Que allá volvamos pretendo;
pero no a hacer penitencia,
pues que ya no es de provecho.
Dios me dijo que si aquéste
se iba al Cielo, me iría al Cielo,
y al profundo, si al profundo.
Pues es ansí, seguir quiero
su misma vida; perdone
Dios aqueste atrevimiento:
si su fin he de tener,
tenga su vida y sus hechos;
que no es bien que yo en el mundo
esté penitencia haciendo,
y que él viva en la ciudad
con gustos y con contentos,
y que a la muerte tengamos
un fin.
Pedrisco.
Es discreto acuerdo.
Bien has dicho, padre mío.
Paulo.
En el monte hay bandoleros:
bandolero quiero ser,
porque así igualar pretendo
mi vida con la de Enrico,
pues un mismo fin tenemos.
Tan malo tengo de ser
como él, y peor si puedo;
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