El infinito naufragio. Laura Emilia Pacheco
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу El infinito naufragio - Laura Emilia Pacheco страница 11

Название: El infinito naufragio

Автор: Laura Emilia Pacheco

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Varia

isbn: 9786075570426

isbn:

СКАЧАТЬ malpaís, terreno pedregoso sin vida,

      ésta será de nuevo la capital de la muerte.

      En ese instante renacerán los volcanes.

      Vendrá de lo alto el gran cortejo de lava.

      El aire inerte se cubrirá de ceniza.

      El mar de fuego lavará la ignominia,

      se hará llama la tierra y lumbre el polvo.

      Entre la roca brotará una planta.

      Cuando florezca volverá la vida

      a lo que convertimos en desierto de muerte.

      Soles de lava, astros de ira, indiferentes deidades,

      allí estarán los invencibles volcanes.

      Miro la tierra

      LAS RUINAS DE MÉXICO

      (ELEGÍA DEL RETORNO)

      III

      Llorosa Nueva España que, deshecha,

      te vas en llanto y duelo consumiendo…

      FRANCISCO DE TERRAZAS,

      Nuevo Mundo y conquista

      1

      La tierra desconoce la piedad.

      El incendio del bosque o el suplicio

      del tenue insecto bocarriba que muere

      de hambre y de sol durante muchos días

      son insignificantes para ella

      —como nuestras catástrofes.

      La tierra desconoce la piedad.

      Sólo quiere

      prevalecer transformándose.

      2

      La tierra que destruimos se hizo presente.

      Nadie puede afirmar: “Fue su venganza.”

      La tierra es muda: habla por ella el desastre.

      La tierra es sorda: nunca escucha los gritos.

      La tierra es ciega: nos observa la muerte.

      3

      Los edificios bocabajo o caídos de espaldas.

      La ciudad de repente demolida

      como bajo el furor de los misiles.

      La puerta sin pared, el cuarto desnudo,

      harapos de concreto y metal que fueron morada

      y hoy forman el desierto de los sepulcros.

      4

      Mudo alarido de este desplome que no acaba nunca,

      las construcciones cuelgan de sí mismas. Parecen

      grandes camas deshechas puestas de pie

      porque sus habitantes ya están muertos.

      Pesa la luz de plomo. Duele el sol

      en la Ciudad de México.

      5

      El lugar de lo que fue casa lo ocupa ahora

      un hoyo negro (y representa al país entero).

      Al fondo de ese precario abismo yacen pudriéndose

      escombros y basura y algo brillante.

      Me acerco a ver qué arde amargamente en la noche

      y descubro mi propia calavera.

      6

      Isla en el golfo de la destrucción plural indiscriminada,

      nunca estuvo tan sola esta casa sola.

      No se dobló ni presenta grietas.

      Contra la magnitud del sismo la pequeñez

      fue la mejor defensa.

      Sigue indemne, pero deshabitada.

      Nadie quiere ser náufrago

      en este mar de ruinas donde nada previene

      contra el oleaje de la piedra.

      7

      Del edificio que desventró en su furia salvaje

      al embestir el toro de la muerte,

      brotan varillas como raíces deformadas.

      Sollozan hacia adentro

      por no ser vegetales,

      capaces de hundirse en tierra, renacer,

      a fuerza de paciencia reconstruirse,

      y levantar lo caído.

      Raíces inorgánicas estas varillas que nada más soportan

      su irremediable vergüenza.

      Las vencieron

      la corrupción y la catástrofe. Parecen

      tallos sobrevivientes de árbol caído.

      Pero son flechas

      que apuntan a la cara de los culpables.

      8

      Entre las grandes losas despedazadas, los muros

      hechos añicos, los pilares, los hierros,

      intacta, ilesa,

      la materia más frágil de este mundo:

      una tela de araña.

      9

      Esos huecos sembrados

      con tezontle color de sangre

      o plantas moribundas

      que algunos llaman “jardines”,

      tratan de conjurar la omnipotencia de la muerte

      y no logran

      sino СКАЧАТЬ