Название: Ética y bienestar animal
Автор: Agustín Blasco
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Ciencia
isbn: 9788446035282
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Desde el punto vista de las costumbres alimentarias, a corto plazo y mientras no se encuentre un sustituto real de la carne, es muy poco probable que el vegetarianismo haga algo más que progresar levemente. Singer (1991) sostiene que privarse del placer de comer carne no representa privarse de un gran placer, y probablemente hay países en los que privarse de comer en general no supondría privarse de un placer especial, pero en países en los que la gastronomía cotidiana es importante es más difícil pensar que esto vaya a ocurrir, puesto que normalmente se preferirá mejorar el bienestar animal y promover el sacrificio humanitario de los animales antes que en cesar en el consumo. No es imposible, sin embargo, que sustitutos vegetales suficientemente atractivos aparezcan un día, y entonces podría quedar el consumo de carne reducido a la ocasión, al plato tradicional, o a la práctica cultural exótica, pero –si se me permite especular– los argumentos hacia el consumo de vegetales es más probable que provengan del exceso de contaminación producida por los animales que del derecho que tienen a no ser sacrificados. Hay que subrayar también que una parte considerable de estas preocupaciones afectan esencialmente a países desarrollados; obviamente en los países en desarrollo la obligación de sus gobernantes es la de procurar a su población los requerimientos nutritivos necesarios, y esto tiene que estar de acuerdo con sus disponibilidades económicas, que normalmente no incluirán alimentos preparados o enriquecidos para satisfacer las necesidades de los vegetarianos más estrictos. El problema no es que la alimentación compuesta de vegetales sea más barata –de hecho uno de los problemas de malnutrición proteica en poblaciones en desarrollo se produce por la escasa presencia de proteína animal en la dieta–, sino en que es difícil en estos países que una dieta vegetariana pueda ser lo suficientemente completa. Finalmente queda el problema de eficiencia energética: producir vegetales es más eficaz energéticamente, lo que es cierto; pero el problema es en la práctica más complejo, como se puede ver en el ejemplo de la cadena alimentaria. Un herbívoro consume productos que no podemos consumir los monogástricos, transformándolos en proteína de alta calidad; sin embargo, debido a la extremadamente alta eficacia de la agricultura contemporánea, la producción de cereales por hectárea se ha multiplicado de tal forma que hoy día se alimenta a los terneros con cereales, lo que de paso mejora su índice de conversión y abarata el kilogramo de carne producido[16].
El vegetarianismo ha sido utilizado como arma de combate incluso por quienes no ven problemas éticos en el consumo de carne animal. Así, Peter Singer no ve obstáculo al consumo de carne de animales bien tratados y sacrificados de forma humanitaria, pero promueve el vegetarianismo como forma de lucha contra las grandes empresas del sector que, en opinión de los defensores de los animales, han sido las que han producido unos problemas de bienestar animal que antes no existían con la cría tradicional (Singer, 1991).
Como hemos visto, el vegetarianismo se defiende desde varios puntos de vista: salud, derechos de los animales a no ser utilizados por humanos, economía, eficiencia energética o arma de lucha para evitar el sufrimiento animal en explotaciones intensivas. No parece, sin embargo que estos mensajes hayan calado excesivamente en la población; en el año 2000 sólo el 2,5 por 100 de la población de Estados Unidos era vegetariana, y menos del 1 por 100 era vegetariana estricta –sin consumo de huevos y leche– (American Dietetic Association, 2003), en el Reino Unido y en el año 2008 se estimó que sólo el 3 por 100 de la población era vegetariana (Food Standards Agency, 2009), aunque al ser el vegetarianismo un tema fuertemente ideologizado, pueden verse publicadas un número considerable de estimaciones infladas, como sucede con los datos de asistentes a las manifestaciones. Lo cierto es que el vegetarianismo, aun siendo posible, es más complicado de practicar que las dietas omnívoras, y en países en desarrollo tiene el inconveniente de que el acceso a proteína animal resuelve cómodamente problemas de nutrición que son más difíciles de resolver bajo dietas estrictamente vegetarianas. No habiendo ventajas claras en cuanto a la salud, el vegetarianismo queda como un mecanismo de boicot a las empresas de carne o como un signo de respeto a la vida animal, que previsiblemente van a ser minoritarios durante bastante tiempo.
Hasta aquí hemos expuesto el problema de nuestras obligaciones éticas para con los animales y los debates a los que ha dado lugar. Una parte positiva de estas discusiones ha sido que ha estimulado la investigación científica en las áreas de etología, neurofisiología y otras ciencias relacionadas con el bienestar. La ciencia puede contribuir decisivamente a desenredar la maraña que hemos expuesto a lo largo de este capítulo, y las respuestas a las preguntas sobre ética que hemos hecho estarán cada vez más fundamentadas en el conocimiento que tengamos de los animales y de nosotros mismos.
Nota sobre los nombres
—Cuando yo empleo una palabra –insistió Tentetieso en tono desdeñoso– significa lo que yo quiero que signifique, ¡ni más ni menos!
—La cuestión está en saber –objetó Alicia– si usted puede conseguir que las palabras signifiquen cosas diferentes.
—La cuestión está en saber –declaró Tentetieso– quién manda aquí… ¡si ellas o yo!
Lewis CARROLL, Alicia en el País de las Maravillas, 1865.
El debate entre defensores de los animales y detractores –no de los animales, sino de los defensores– está planteado en unos términos emocionales que en nada benefician a los intereses de ambas partes. Varios autores –Garner (2005, p. 122), por ejemplo– aclaran en sus libros que se referirán con el término «vivisección» a cualquier experimento con animales sea del tipo que sea, como una inocente nomenclatura usada para simplificar; en esto coinciden los movimientos de defensa de los animales. También es corriente usar el término «especista» para referirse a quienes consideran que pertenecen a una especie superior, merecedora de privilegios, tal como los racistas lo hacen con los miembros de otras razas. Aunque muchos lectores se considerarán «especistas», y de una manera fundamentada, no utilizaré el término debido a sus connotaciones peyorativas al compararlo con el racismo entre humanos. En la literatura en inglés es frecuente el uso de palabras con el significado conscientemente distorsionado: flesh (carne viva) por meat (carne consumible), pig (cerdo vivo) por pork (cerdo como carne consumible; algo así como «pez» y «pescado»), kill (matar) en lugar de slaughter (sacrificar), etc. La carne es asimismo un producto de los «cadáveres de los animales», y no estoy seguro de que los vegetarianos que consumen huevos piensen en si están comiendo «abortos»; tal vez consideren el hecho de que habitualmente los huevos no están fecundados. En la literatura en defensa de los animales hay una particular insistencia en el término «animales no humanos», para subrayar la proximidad de los defendidos con los agresores.
Personalmente creo que esta situación tiene una solución difícil, puesto que está promovida por los fuertes sentimientos de personas que consideran que los animales están siendo injustamente agredidos, y que esta causa tiene tanta fuerza como otras causas nobles defendidas a lo largo de la historia de la humanidad. En este libro utilizaremos el castellano corriente, puesto que no creo que inventar un léxico que intente compensar los efectos anteriores –por ejemplo, motejar de «animalistas» a los defensores de los animales– ayude a relajar el tono de la discusión. A lo largo del libro utilizaré la expresión «defensores de los animales» para referirme al amplio colectivo que anda ocupado en estos menesteres y evitaré utilizar denominaciones que pudieran estar cargadas de connotaciones peyorativas. Debo aclarar también que no he pretendido nunca pertenecer al reino mineral ni al vegetal, y que conozco bien mi condición de animal humano, pero no creo que abuse del lenguaje si hablo de animales en unos casos y de humanos en otros. Por la misma razón, y siendo consciente de que los escritores de libros de ética somos СКАЧАТЬ